Cuaderno Nº 102

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GUALEGUAYCHÚ, Domingo 15 de Diciembre de 1996CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 102
UNA CAMINATA POR EL VIEJO PUERTO  (Fabián Magnotta)- Con el lápiz de la nostalgiaSINFONÍA DE LA ESTRELLA FIEL  (Pablo J Daneri)CUADERNOS PREGUNTA… EL PROFESOR ALMEIDA RESPONDE- Nuestros abuelos Los GauchosLOS HABITANTES DE LA MANSIÓN IV (Edición Impresa)- Entre Letras y Pinturas (Carlos María Castiglione)Platería, un culto universal – Cinturones, broches y hebillas – (Aurelio Gómez Hernández) 

UNA CAMINATA POR EL VIEJO PUERTO 

Fabián Magnotta

Don Cayetano Magallán

Ya todo es historia. 

El muelle de madera, las balsas que cruzaban el río, los aguateros protagonistas de todos los días, como los barcos.

CVADERNOS imaginó una caminata por el puerto de Gualeguaychú de las primeras décadas del siglo XX, cuando aún el puente de hierro no recortaba el cielo y la costanera era apenas el borrador de algunos soñadores.

Recurrimos a los recuerdos y a los apuntes de don Cayetano Magallán.


CON EL LÁPIZ DE LA NOSTALGIA 

Resulta difícil imaginar el puerto lleno de barcos, como el río sin el largo romance del atardecer con la costanera.

Resulta complejo rearmar aquellas jornadas de carreros, aguateros, tranvías  y paseantes. Ingresar en el túnel del tiempo es posible, gracias a los relatos de un hombre que como chiquilín asombrado vivió ese tiempo. Dejemos que don Cayetano Magallán dibuje con el lápiz de la nostalgia el maravilloso paisito de todos los días; aquel de las décadas de 1910 y de 1920 y preguntemos…

El puerto de Gualeguaychú en el año 1925

Mucho movimiento en el puerto... 

El puerto era la expresión de la pujanza, del brioso crecer de una ciudad joven, vital, avasallante.... Desde el puerto se embarcaba el sudor de nuestros campos convertido en semillas y subproductos... Trigo, lino, arroz, maíz... era un himno hermoso y fecundo y el servicio de barcos a vapor llevaba y traía sueños e ilusiones... 

¿Qué sabe de ese pintoresco farol, don Cayetano? 

El tradicional farol del viejo puerto fue hecho por inmigrantes franceses que llegaron a Gualeguaychú. Después de la caída de Napoleón III, la situación política obligó a buscar nuevos rumbos. Llegaron médicos, ingenieros, profesores, hombres de oficios, horticultores... 

Y uno de ellos fue  José Lefevre, hojalatero y periodista que desarrolló el farol utilizando técnicas de diseño y dibujo para llevarlo luego a la chapa...

El barco que se va. La gente que llegó para acompañar la partida.

¿Y cómo funcionaba? 

Se alimentaba de aceite de colza, pero a partir de 1894 se transformó a gas, utilizando los servicios de la usina que se había instalado en Gualeguaychú.

En 1906 la Municipalidad llamó a licitación para la iluminación eléctrica y ya teníamos el muelle de cemento armado, con ocho enormes galpones…

Se veían también, muchos carreros... 

Por  la actual calle Gervasio Méndez bajaban los carreros al río  para hacer abrevar sus caballos, y a la altura de Bolívar llegaban los aguateros. Allí estaba la única playa que tenía el río. 

Los aguateros proveían agua a muchos hogares de la ciudad que carecían de pozos o de aljibes o porque los pozos tenían agua salobre que no servía  ni para lavar la ropa.

Año 1935: Antiguo muelle de madera. Se observa la Chata a vapor "Casci" y los Vapores "Viena" y el "Luna".

¿En qué llevaban el agua?

En una pipa o en un tanque colocado sobre ruedas, tirado por caballos. Así llegaban a la ciudad y vendían la carga. 

Recuerdo que en 1924, por ejemplo, el balde costaba cinco centavos. Al año siguiente se inauguró el servicio de agua y cloacas  y los aguateros dejaron de frecuentar el centro.

También se veían tranvías...

Claro. A principios de siglo se veía el tranvía a caballo, que funcionó más o menos hasta 1917 uniendo el puerto con la estación del ferrocarril.

¿Qué más recuerda de la ribera? 

Mire... A la altura de Gervasio Méndez, antes de la construcción de la costanera, se encontraba el Astillero de Izetta, un varadero donde se  construían y reparaban barcos. 

Muchas veces vi llegar barcos desde Montevideo para reparar sus cascos y veleros. Recuerdo a La Madonna del Carmen cuyo dueño, conocido por Fernandito era de Gualeguaychú. 

Para el servicio de pasajeros entre Gualeguaychú y Fray Bentos recuerdo la lancha Juanita  y el vapor Yerba. En la historia de este barco se recuerdan dos hechos significativos:  

Tras conocerse el asesinato del General Justo José de Urquiza, acaecido el 11 de abril de 1870, el Yerba partió hacia Buenos Aires a comunicar la infausta noticia al  gobierno nacional. Los portadores de la noticia fueron el jefe de la Comandancia Militar de Gualeguaychú, don Leopoldo Villar, el capitán del puerto, señor Borques y un empleado de la Aduana.

El Presidente Sarmiento, al enterarse del levantamiento de López Jordán y del magnicidio, decretó la intervención federal a la provincia y ordenó el envío de las fuerzas federales al mando del Coronel Emilio Mitre. 

El segundo: en una madrugada de 1877, el Yerba se incendió en el puerto. Se destruyó por completo. Sin embargo, esto no se registró en el libro de guardia de la Capitanía. En la localidad se originó un dicho, que se escuchó por mucho tiempo: Sin novedad en el puerto… y se había quemado el Yerba!. 

Por la actual calle Gervasio Méndez bajaban los carreros al río  para hacer abrevar sus caballos, y a la altura de Bolívar llegaban los aguateros.

En aquellos años no existía el puente Méndez Casariego. ¿Cómo se cruzaba el río?

Había tres balsas. La de Bonzón, luego propiedad de Lema, que hacía el cruce desde la actual calle Montiel y Costanera, hasta unos 50 metros de la cabecera del  puente de hierro, en la otra orilla. 

La segunda fue de Miguel Izetta, después  propiedad del señor Barelli, que realizaba el embarque a la altura de la actual calle San Martín hacia lo que es el Club Neptunia. 

La tercera, que fue la última en instalarse, iba desde calle Andrade hasta el actual Club Náutico. Su dueño era don Joaquín Gorosterrazú. La Balsa trabajaba mucho con el establecimiento rural "El Potrero" y así se la llamaba...

La Balsa cruzaba el río. Era antes de que existiera el Puente metálico.

¿Cómo funcionaban?

A través de un cable de acero que unía las dos orillas, sujetado muy firmemente a tierra desde sus extremos. Este cable pasaba por un tambor a carretel dando unas vueltas al mismo, al que se hacía girar por una manivela y desplazaba la balsa de una orilla a la otra. Funcionaron hasta 1931, cuando se inauguró el  puente de hierro que conocemos como Méndez Casariego. Inicialmente y por muchos años se lo llamó La Balsa.

¿Hacia qué otro lugar se realizaba transporte de pasajeros desde el puerto?

Entonces no existía un camino estable y firme. Recuerdo, por ejemplo, que el barco Gobernador Laurencena hacía el servicio de pasajeros, carga y correspondencia entre nuestro puerto e Islas del Ibicuy. Los pasajeros almorzaban a bordo y para ese fin el barco tenía un pequeño salón a popa.

Llegaba a la boca del Ñancay, Salto Grande, Las Ánimas, para luego internarse por el Martínez hasta Villa Paranacito y Brazo Largo. 

Volvía los fines de semana y traía no sólo pasajeros, sino también frutas, tijeras de sauce, álamo, etc. En su origen fue propiedad de Pablo Bendrich, y luego el barco era una forma ágil de comunicación y muchas personas que no viajaban, llegaban al puerto para alcanzar correspondencia o hacer algún encargue...

Año 1925: el Astillero de Izzeta en Calle Gervasio Méndez

Imaginemos aquellas jornadas que describe don Cayetano... 

Detengámonos, por ejemplo, en los aguateros, esos personajes que se llevaría definitivamente el viento del progreso, o en las balsas que desaparecerían con la construcción del puente... 

Pensemos en el muelle, en el crujir del tranvía y el porvenir que se deslizaba lento  …  como el río



OH, EL AMOR...


Pablo J. Daneri

(Pebete)

Sinfonía de la estrella fiel


Siguiendo las estelas de tus rastros

la pasión que en mi pecho has despertado

se eleva como efluvio delicado

hacia el mundo celeste de los astros.


Como un vaso de tenues alabastros

mi corazón amante, ilusionado,

en su cima profunda ya ha guardado

la huella perfumada de tus pasos.


Y en prueba de ese afecto luminoso

del que tanto blasono, alabancioso,

mi pasión a tus plantas se ha rendido


y es de tan emotiva y transparente

como esa estrella fiel que se ha dormido

en el cielo sin nubes de tu frente.


PABLO J. DANERI (1914-1983)

CVADERNOS


le pregunta y

el Profesor

ALMEIDA

responde

NUESTROS ABUELOS LOS GAUCHOS 

Siempre es bueno y oportuno hacer algunas reflexiones con respecto a nuestro gaucho y muy en particular al personaje Martín Fierro del poema de José Hernández. 

El Martín Fierro es una personificación de nuestro gaucho del siglo XIX, subestimado, marginado, perseguido y castigado en la campaña contra la barbarie de entonces y que consistía en perseguir al pobre gaucho, sobre todo al entrerriano, por el solo hecho de no ser obsecuente y servil con el César de turno. 

Se lo hostigaba y perseguía por “bruto”. El único pecado del gaucho de la época era ser pobre y analfabeto y si no dejaba de serlo era porque nadie, ni los gobernantes, se ocupaban de alcanzarle las primeras letras para rescatarlo de su ostracismo. 

Hernández fue hostilizado por haber ejercido el derecho al disenso. Exiliado por causas políticas, volcó sus ansias de escribir una denuncia. La descripción de un infortunio, de una cadena interminable de penas, grita una protesta pero no la suya. 

Su protesta es el lamento de la tierra con sentido telúrico que se corporiza en el hombre; pero en el desvalido, el marginado, el despojado; en el paisano rudo y simple que ha perdido su familia, su casa, su tierra y hasta su identidad. 

El que sólo queda identificado con un número porque es arrastrado por la leva; empujado a la fuerza a una lucha fratricida en la frontera y el que a su regreso, si vuelve con vida, no encontrará ni su familia, ni su rancho y le habrán enajenado su tierra. 

Y allá va a cantar su dolor sin lágrimas; a convertirse en el gaucho desgraciado donde no cabe la justicia ni el lamento. A beberse los vientos para calmar sus rebeldías, donde el derecho no existe y la justicia es artículo de lujo. 

Esto que parece una leyenda va a ser el panorama, el fondo, el tema, el alma que animará al protagonista; que será el gaucho, el hombre. Va a nacer el Martín Fierro. A la Patria la hicieron los gauchos. Los campos de batalla de la Patria fueron regados, en todos los tiempos, por la sangre de los gauchos que integraron los contingentes de la llamada “carne de cañón” que acompañó a San Martín, a Belgrano, a Güemes en sus campañas libertadoras. De gauchos fue “la carne de cañón” en todos los entreveros de las luchas civiles durante el período de la organización nacional y las secuelas de su consolidación posterior. 

Nuestros gauchos, generosos y valientes, empuñaron la lanza para enancarse en aventuras montoneras que muchas veces no tuvieron sabor a Patria. 

Cuando el país necesitó mano de obra para encauzar el progreso por los senderos de la paz y el trabajo, el campo argentino no tuvo suficientes brazos para la labranza, entonces, vino una magnífica falange de “gringos” que llenaron con su esfuerzo y con su canto los campos de Argentina. Pero ella ya estaba hecha y consolidada. De sus artífices sólo quedaba el recuerdo y la mayoría había regado la tierra con su sangre para hacer más fecundo el surco. 

Rescatemos con el mayor respeto su memoria; guardemos en el fondo del corazón no solamente un emocionado recuerdo sino un profundo agradecimiento por quienes gestaron el fundamento y la grandeza de nuestra Patria. 

En mis 42 años de docencia, tuve la enorme satisfacción de ser maestro de campaña durante 20 años al frente de una escuelita rural, perdida entre los montes entrerrianos, y allí pude conocer y admirar al gaucho que vivía y aún vive en mi provincia y quien ha convivido con ellos puede atestiguar la limpieza y grandeza de su alma. 

Si sabemos mirar con más devoción el pasado de nuestra Patria, podemos encontrar allí inspiración, sustancia y fortaleza para rescatar los perfiles de la vieja estirpe y atesorar los valores que nos servirán para enriquecer el arquetipo que ofreceremos a nuestros jóvenes y a las generaciones del futuro. 

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotCarpetas de Andrea SAMEGHINIJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Prof. Manuel ALMEIDA - Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
Digitalización: Museo "Casa de Haedo" :  Natalia Derudi - Danilo Praderio - Pilar Piana - Marianela Muñoz.Edición y OCR del texto: Patricio Alvarez DaneriTRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI – Julio 2021- DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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