Cuaderno Nº 93

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 4 de Agosto de 1996CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 93
DEL FOLKLORE DE GUALEGUAYCHÚ  (Andrea Sameghini)- Fantasías en la campiña entrerriana-  La solapa-  El sutil-  Los duendes-  La vieja de la bolsa CARLOS ALBERTO ERRO  (Nati Sarrot)ALMACÉN “DEL INDIO” Y UN ROMANCE CON MEMBRETE (Fabián Magnotta) CVADERNOS PREGUNTA… EL PROFESOR ALMEIDA RESPONDE..-  ¿Cuáles son las tareas del arqueólogo? ¿Sus sensaciones? LOS HABITANTES DE LA MANSIÓN IV (Edición Impresa)-  Entre Letras y Pinturas (Carlos María Castiglione)-  Platería, un culto universal – Crow Creamer- (Aurelio Gómez Hernández)

DEL FOLKLORE DE GUALEGUAYCHÚ

Con lo que aterrorizaban las viejas 

hace cien años o más…

Andrea Sameghini

FANTASÍAS EN LA CAMPIÑA ENTRERRIANA 

ENTRE RÍOS, con sus montes y lomadas, ríos y arroyos, ha desarrollado  un folklore rico,  expresión identitaria de su tierra y de sus habitantes.

Quizá por el aislamiento natural en que vivió tanto tiempo, sea poco conocido por no difundirse como el de otras regiones. 

Los seres fantásticos tuvieron una vida peculiar en la campiña entrerriana; sus pobladores fueron supersticiosos y con una imaginación inspirada en la profunda tranquilidad del lugar. La originalidad con que adecuaban la fantasía y la realidad del medio ambiente, muestra como estaban persuadidos de poder encontrarlos en una siesta en la que el sol caía a pleno, o en las noches sin luna. 

Estos relatos interminables de Solapas, Duendes, la Vieja de la Bolsa, el Sutil, eran escuchados en las cocinas, junto al fogón, narrados por contadores que agregaban o quitaban situaciones según las circunstancias y el auditorio.

La solapa 

Se la personificaba como una mujer vestida de blanco, alta, robusta.

Habitaba en los montes; se alimentaba con pájaros y frutas.

Salía a la hora de la siesta, cuando los padres descansaban y no vigilaban a sus niños. Trataba de tomarlos desprevenidos, para secuestrarlos y llevarlos a su guarida secreta. (1)

Los duendes 

Estos eran unos personajes enanos; persuadidos de su origen diabólico, hacían mil travesuras para molestar a la gente. Se mostraban como humildes niños vestidos con el hábito franciscano. (2) 

La vieja de la bolsa 

La imaginaban fea, con nariz larga y encorvada, dientes agudos, enormes y manos armadas de garras.

Se aparecía envuelta en un mantón, solo se veían sus ojos; se apoyaba en un grueso bastón y llevaba una bolsa al hombro. Vivía en medio del campo entre los trigales y maizales, de donde salía a la siesta para cazar a los niños que a esa hora no dormían y jugaban al sol. (3) 

El sutil 

Así llamaban en el campo a un personaje que tenía la virtud de acercarse sin ser oído. Sus pasos y el movimiento cauteloso de su andar no producían ningún ruido. Cuando llegaba a las casas los perros no ladraban ni se movían. Más aún, cuando se acercaba, lo miraban sin desconfianza. Esta rara virtud se acompañaba con un defecto: su modo de vivir.

El Sutil guardaba en su rancho tientos, maneas, rebenques, cabestros y otros mil objetos ajenos, de diversas especies, para vender en su provecho. (4)

CITAS
(1) ARCHIVO INSTITUTO NAC. DE ANTROPOLOGÍA. Encuesta Nacional de Folklore de 1921.  Informante Irene Monteverde, Maestra de la Escuela Nacional Nº 54. Larroque. Legajo 112.(2) Ídem.(3) ARCHIVO INSTITUTO NAC. DE ANTROPOLOGÍA. Encuesta Nacional de Folklore de 1921. Informante  Amalia Forni, Maestra de la Escuela Nacional N° 88.  Estación Almada.  Legajo  57(4) ARCHIVO INSTITUTO NAC. DE ANTROPOLOGÍA. Encuesta Nacional de Folklore de 1921.  Informante Celia Gaillard, Maestra de la Escuela Nacional Nº 10  Gualeguaychú  Legajo 65

CARLOS ALBERTO ERRO

Nati Sarrot

Intersección de calles 9 de Julio y Luis N. Palma esquina noreste

En de la intersección de calles 9 de Julio y Luis N. Palma esquina noreste, una placa recuerda que allí vivió Carlos Alberto Erro

Había nacido en Gualeguaychú el 27 de julio de 1903. Escritor, pensador  que profundizó el estudio sociológico y filosófico del argentino. 

Obtuvo el Premio Municipal de Literatura de Buenos Aires por su obra Diálogo Existencial, en 1937. Además publicó Medida del criollismo, Tiempo lacerado, El sujeto y el derecho, Qué somos los argentinos, Filosofía existencial y meditación argentina. Colaboró con el diario La Nación y la revista SUR. Fue representante de Argentina en el Congreso Internacional de La Haya en 1936. 

Intervino en entidades culturales ocupando la presidencia de la Sociedad Argentina de Escritores, desde 1948 a 1950. Además, fue miembro de la Academia Goethana y del Instituto Sarmiento de Sociología e Historia y de la Comisión de Homenaje a Esteban Etcheverría. 

Presidió la Asociación Cultural Argentina para Defensa y Ganadería (1938-1940), fue Secretario de la misma; de la Comisión Nacional de Olivicultura; del Instituto Nacional del Tabaco; Comisión Nacional de Forrajes, etc. 

Al cumplirse un año de su muerte, ocurrida el 4 de agosto de 1968 en Buenos Aires,  José P. Barreico expresó que  Carlos Alberto Erro,

“figura en la nómina ilustre de los más altos artesanos del pensamiento argentino. Con capacidad para la lucha, con un heroísmo civil que no sabía ni de fatiga ni de miedo.” 

Fermín Estrella Gutiérrez  calificó que fue, 

“un ideólogo que, en el momento preciso, deja la pluma y las especulaciones más hondas y más desinteresadas del espíritu, para incorporarse a las fuerzas actuantes y rectoras que orientan y empujan a los pueblos hacia la realización de sus altos destinos (...)  mantuvo en años difíciles el fuego sagrado de su credo, esencia y fuerza impulsora de nuestros más severos e incontaminados ideales democráticos...”

Y Victoria Ocampo,  

 No hemos perdido solo a un amigo; sino algo de todo lo bueno que se le puede dar a este país.” (1) 


CITA:
(1) LA PRENSA, Buenos Aires 9 de agosto de 1969. Homenaje de la SADE en el primer aniversario de su fallecimiento.  
En la casona de la esquina de 9 de julio y Luis N Palma vivió su infancia Carlos Alberto Erro. Sobre la segunda calle se lo recuerda. 

ALMACÉN “DEL INDIO”

Y UN ROMANCE CON MEMBRETE

Fabián Magnotta

Quizás puedan unirse la vida de un almacén y el encanto de un enamoramiento.

La historia de las ciudades al fin y al cabo, está llena de comercios; y la historia del mundo por suerte, grávida de romances. El relato puede parecer una breve anécdota, pero es algo más. 

Andrés Pedro Gusmeroli había nacido en 1854 en Fusini, Italia. Era hijo de Andrés Gusmeroli y María Aíli. Como tantos otros gringos, Andrés Pedro llegó a la Argentina en la primavera del siglo XIX. Se estableció sin familia en Gualeguaychú, una localidad que tal vez presentaba un atractivo especial para los inmigrantes.  Nadie supo por que optó  por el sur entrerriano. Lo cierto es que la elección señaló la línea de sus días. 

En la esquina de las actuales Luis N Palma y República Oriental, el joven Andrés instaló  almacén, tienda y mercería Del Indio. Uno de los clientes era el estanciero Juan Badano, quien contaba con un crédito abierto. 

De la “libreta” de Badano se deduce no solo los gustos del consumidor, sino también lo que usualmente compraba la población. La lista de mercaderías es la prolija pintura de un tiempo. Don Juan anotaba en octubre de 1887,  tabaco de  hoja, tabaco negro picado y papel, arroz Piamonte, kerosén, camisetas de tartán, pañuelos de seda, alpargatas, hongos, escobillas, latitas de conserva, varas de bombasí, de bramante y hasta números de rifa. 

Lo curioso es que entre compras y ventas, entre facturas y pagos, Gusmeroli se enamoró de la hija de don Juan, la joven Segunda Badano.  Él  tenía 32 años y ella 22 cuando se casaron en Gualeguaychú. El matrimonio tuvo cuatro hijos. Acaso las vueltas del mundo y las miradas extra comerciales unieron a Andrés y Segunda. 

“Cuando es para uno, hasta de Roma viene” dijo alguna vez un filósofo de barrio con el estilo de belleza simple, digno de Evaristo Carriego. 

Ella falleció antes que él. Andrés Gusmeroli partió a los 83 años, en la década del ’30. 

Detrás del membrete “Del Indio” asoma una época. El tiempo de los inmigrantes, de los almacenes que concentraban en sus estantes diversos artículos de primera necesidad, del amor juvenil en un Gualeguaychú diferente. Detrás de la simple factura de compra de un almacén, espía la historia, se nos antoja el compromiso de un largo matrimonio.

CVADERNOS


le pregunta y

el Profesor

ALMEIDA

responde

¿Cuáles son las tareas del arqueólogo? ¿Sus sensaciones?

 

La Arqueología es una apasionante aventura. Nos ubicamos en la cuarta dimensión e iniciamos un viaje imaginario en el tiempo para retroceder y hurgar en el fondo de los siglos en busca de gestas olvidadas. Las cortinas del tiempo se descorren y vemos cómo vivieron los hombres en los albores de la historia. 

Los pueblos de nuestros antepasados tuvieron su momento en la historia y luego se perdieron en el pasado. La madre tierra recogió amorosamente en su seno los restos de sus hijos conservando en sus entrañas y a través de los siglos, el testimonio de su existencia. 

La madre tierra nos brinda ese mudo testimonio del monumento que llega hasta nosotros, con su mensaje desde el fondo de los siglos. 

Su exhumación nos convoca, nos incita y nos apasiona. Allí está la vieja historia en millares de páginas inéditas que, en manos prudentes y movidas con amor, nos devolverán las mil secuencias del gran escenario prehistórico. 

Rescataremos hilvanada y restaurada la epopeya perdida, reivindicándola para nosotros y para ofrecer a las generaciones del futuro el precioso don del pasado. 

El monumento encierra siempre un mensaje. Descubrir, interpretar, develar o traducir ese mensaje, es el principal objetivo de la investigación. 

Recordamos que es monumento todo resto o testimonio que nos ha quedado de la presencia o actividad del hombre en el pasado. Es el documento claro y convincente para la reconstrucción histórica. Testimonios mudos donde ha de jugar la prudencia, la intuición y la deducción a fin de ir colmando espacios, poner nuevamente en ellos vida, movimientos y sentido para hacer surgir de las ruinas informes el verdadero panorama del proceso humano. 

Cuando introducimos las manos en la tierra en busca del monumento, sentimos que las enterramos en el tiempo y hasta en el rumor del zapapico hurgando en los estratos nos parece percibir los primitivos ecos de la actividad del hombre que labora, su canto a la vida y al trabajo y el mismo bullicio de los pájaros, se nos antoja un coro de voces infantiles que nos llega desde las entrañas de la tierra. Es el reclamo de este suelo que “agarra”, atrae y da vértigo. Es el amor del hombre por su tierra lo que empuja con una curiosidad insaciable, con fervor y una paciencia inagotable en el afán de evocar la vida primitiva de los hombres que habitaron este suelo. 

El período ocupado por la historia escrita es sólo una fracción de nuestros anales. La Arqueología permitirá asistir al primer acto para levantar la bruma que aún cubre el horizonte y pueda conocerse la verdadera dimensión en el tiempo, del desarrollo humano.

Y... ¡allá vamos!... ¡con la pala!...

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotCarpetas de Andrea SAMEGHINIJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Prof. Manuel ALMEIDA - Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
Digitalización: Museo "Casa de Haedo" :  Natalia Derudi - Danilo Praderio - Pilar Piana - Marianela Muñoz.Edición y OCR del texto: Patricio Alvarez DaneriTRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI – Junio 2021- DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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