Vengan todos a escuchar / siquiera un corto momento
que de un valiente yo intento/ aquí, su hazaña narrar,
o aunque sea bosquejar / quién era Olmedo el valiente
que cayó, infaustamente / como bravo y como honrado
pero dejó bien sentado / su valor eternamente.
Fue Olmedo un buen sargento/ que cumplió con su deber
pronto se dio a conocer / como altivo y como atento
en todo trance violento / y riñas en que se halló
con decencia se mostró / admirando su bravura
y al ver que de la cintura / jamás su arma sacó.
Y si alguna vez lo hizo / no abrigó su corazón
ninguna mala intención / ni se llenó de despecho
no solo por el derecho/ en que se hallaba invertido
nunca fuese desoído/ como lo requiere el caso
que de un certero balazo/ dejó el asunto concluido.
………………………
Como dos años hacía / que se había retirado
del servicio y colocado / como a todos nos decía
a ver si así conseguía / pasar su vida mejor;
era él, buen rondador / que el señor Dasso, tenía
a ver si así conseguía / ahuyentar al carneador.
Olmedo, constantemente, /fue centinela avanzada
en noche oscura y callada / y borrascosa inclemente
así, hasta el sol naciente/ con su fulgor la bañaba
entonces se retiraba/ ya cumplida su misión
a la estancia del patrón / quien tanto lo estimaba.
Ya no entraban los cuatreros/ a hacer sus buenas carneadas
ni destrozar las majadas/ arriando hasta los terneros,
ya los nocturnos troperos/ la hacienda no visitaban,
contra de Olmedo maullaban/ sin dudas, mil amenazas
porque su traviesa caza/ de pronto paralizaban.
Pero al fin llegó la hora/ llegó el fatal momento
que un suceso sangriento/ vino a descubrir la aurora
del que hasta hoy se ignora/ el porqué de la pelea,
cuáles eran las ideas/ que llevaron al entrar
si es que iban a tropear/ o a matar al buen Olmedo.
…………………………….
Más de una cuadra luchó / como león, enfurecido
dejando uno mal herido/ que a los cuatro días murió
a otro en el suelo tendido / con un balazo en la frente
que expiró instantáneamente / derramando a raudales
la sangre en los pastizales / formando rojas corrientes.
Pero al bravo Eusebio Olmedo / le tocó la mala suerte
de que una herida de muerte / recibiera en la pelea
y es de creer que así sea / pues sino habrá que dudar
que lo pudieran matar / a ese hombre tan valeroso
tan diestro, tan vigoroso / y de una vista ejemplar.
Este héroe, mal herido / y extenuado de cansancio
por los hermanos Carrancio/ al fin haya fallecido
mas la sangre que ha perdido / lo tenía que postrar
y él solo para peliar / con un número mayor
aunque tuviese valor / lo tenían que ultimar.
Así murió este varón / de más noble y pecho ardiente,
sin que temiera a la muerte / tan altivo corazón,
hoy con justa aflicción / lo recuerda el paisanaje
al que fue puro coraje / sin desmentir en la tierra
el que peliara en las sierras / y en el Chaco, con salvajes.
Con el alma lacerada / y con hondo sentimiento
le hacen su acompañamiento/ hasta la última morada
y sin omitir en nada / de gastos para enterrar
a aquel que supo cuidar / como león su posición,
el generoso patrón / no mirará en gastar.
* Jano del Oeste. El cieguito y otros personajes suburbanos de Gualeguaychu a principios del XX. (2019) Recopilación y estudios críticos María de los Milagros Casanova Denegri – Silvia Alicia Razzetto. Ediciones del Cle.