Defino no telefoneó a la “señora Berta GARDEL” en presencia de la prensa para expresarle sus condolencias, sino para “hacerle saber” que debía autorizar inmediatamente el traslado de los restos a Buenos Aires. Esta ciudad era la única que le garantizaba el manejo personal de los trámites sucesorios.
La comunicación se corta, Defino está muy nervioso y el cronista agrega:
“Y al transcurso de un instante doloroso de inquietud, la inquietud por la vieja que está en nuestras mentes, vuelve a exclamar la voz de Defino, como hablando consigo mismo:
- Es imposible, no puede hablar, está rota, está deshecha la pobre vieja…
Cuando la comunicación se reinicia, el diálogo que reproduce el cronista es el siguiente:
“¡Mamita! ¡Mamita! Doña Berta. ¿me oye? – Vuelve a repetir De Fino. Y luego prosigue: -Soy yo, De Fino. Mire, UD NO HABLE, DÉJEME A MÍ que le tengo que decir muchas cosas. En primer lugar reciba en nombre de todo Buenos Aires el pésame, todos somos sus hijos ahora, créame, mamita, y tranquila, eh, tranquila!, ¡muy tranquila! hay que resistir nomás… YO ME EMBARCO EL LUNES EN EL MASSILIA, ¿me oye?, me voy en el Massilia a recogerla. Usted allá me espera, que me la voy a traer en el mismo Massilia. ¿Me oyó? Me voy en el Massilia a recogerla… Bueno, otra cosa muy importante… Aquí deja de hablar Defino y escucha ansiosamente…”
… “Después de una breve interrupción que indica que Doña Berta tiene la palabra, vuelve a hablar con voz temblorosa el representante: AHORA QUE SABEMOS QUE UD. MISMA QUIERE QUE SU HIJO DESCANSE EN LA ARGENTINA, en Buenos Aires, le ruego me envíe un telegrama autorizando para que gestione los trámites para traer sus restos… No tenga cuidado, mamita, cuando nosotros regresemos a Buenos Aires, ya estarán los restos aquí… Ánimo, mucho ánimo, no se deje vencer por las circunstancias, la quiero ver más tranquila… Espéreme, adiós, mamita, adiós…”
Como se puede ver, Defino se preocupó por dejar en claro cuales serían los pasos a seguir, especifica “quiere que su hijo descanse en Argentina, en Buenos Aires…” A pesar de las dificultades de comunicación de la época, a poco más de un día de la muerte del cantor, antes de hablar con Berta ya había resuelto su viaje a Toulouse en su busca y reservado pasaje en el Massilia.
La comunicación tuvo por finalidad hacer público que Berta Gardes daba su consentimiento para que él manejara los trámites de repatriación. De haber sido un sentido mensaje de pésame, lo habría hecho privadamente.
¿Por qué tanta urgencia si su apresuramiento no iba a resucitar al cantor? ¿Por qué no respetar durante unos pocos días el duelo de la supuesta madre si estaba seguro de su francesismo?
Le dice al comenzar la comunicación: “Mire, Ud no hable, déjeme a mí que le tengo que decir muchas cosas…”
Cuesta creer que a una mujer que estaba rota, deshecha, que no podía hablar, lo primero que se le ocurrió decir fue que quería que los restos de su hijo descansen en Buenos Aires.
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La nota evidencia la celeridad con que actuó el representante del ídolo, quien evidentemente estaba más nervioso y preocupado por resolver el problema del traslado de los restos antes de que actuara el gobierno de Uruguay, que aturdido por el dolor de la pérdida sufrida.
Le asegura a la “señora GARDEL” que los restos de Carlos estarán en Buenos Aires para cuando ellos regresen juntos de Francia, presumo que ya a sabiendas de que eso sería poco probable, pero con la convicción de que ese argumento la decidiría inmediatamente a trasladarse a la Argentina.
No menciona testamento alguno porque necesitaba asegurarse de que podría convencer a Berta de que decirse francés había sido una decisión de Carlos. Esperaba poder hacerlo personalmente.
El 28 de junio de 1935, al día siguiente de esta nota, aparece en CRITICA una entrevista a Esteban Capot, programada por Armando Defino en la que queda en evidencia que ni Defino ni Capot conocían la verdadera grafía del apellido de Berta GARDES, ni que Charles Romuald Gardes había nacido en 1890.
La trampa estaba en marcha…
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10 dias después, el 8 de de julio de 1835, La Canción Moderma repite la nota de CRÍTICA, pero esta vez, Armando Defino cometió el error de reproducir las palabras dichas por Berta Gardes:
"YO QUIERO QUE LOS RESTOS DE CARLOS DESCANSEN EN SU PATRIA: LA ARGENTINA"