* AMIGOS Y NO TAN AMIGOS DE GARDEL


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Se dice que Carlos Gardel fue amigo de todos e hizo un culto de la amistad.

Al margen de su encanto intrínseco, su excelente sentido del humor, su inmensa generosidad, su informalidad, lo hacían agradable y divertido —tanto para “el mozo de café, el canillita de la esquina o personas que acababan de conocerlo

Pero sus amigos realmente íntimos constituían un reducido grupo y aún con ellos, era muy poco dado a revelar los secretos de su origen o su primera infancia.

No se le conocen amigos de la niñez ni que hayan compartido sus años de escolar.

Descartando los testimonios de Berta Gardes, muy contradictorios porque sus informaciones estaban sugeridas a conveniencia del fraude ideado por Armando Defino para quedarse con la herencia del ídolo, la única que hubiera podido contar cómo era Carlitos cuando llegó a Buenos Aires, muy probablemente con alrededor de 9 años de edad, fue Anaïs Beaux, quien nunca fue entrevistada por la prensa argentina, a pesar de que cuando ocurrió la tragedia de Medellín, era la persona más cercana a Carlitos que se podía encontrar en Buenos Aires.

Esteban Capot decía haberlo conocido en Toulouse cuando Carlitos tenía 3 años de edad y haber viajado con él y su madre a Buenos Aires en el mismo barco dos años después, Sin embargo, el hallazgo del registro de su llegada probó que mentía, ya que viajó a Buenos Aires en mayo de 1889 con su madre, Odalie Ducasse de Capot, un año y medio antes del nacimiento de Charles Romuald Gardes en Toulouse (Diciembre de 1890).

También mintió sistemáticamante Edmundo Guibourg, al decir que vivieron sus infancias en el mismo barrio, el Abasto, y después resultó que Gardel vivió toda su infancia en San Nicolás y recién compró su casa del Abasto en 1927, ya con más de 40 años de edad.

Ambos fueron cómplices de Armando Defino en el armado de la falsa biografía francesa del cantor.

Se conocen algunos amigos de adolescencia, que sabían que Carlitos había nacido en 1884, pero con los que nunca llegó a tener tanta confianza como para confesarles que Berta Gardes era solamente su madre adoptiva, lo que los llevó a creer en el falso origen francés difundido después de su muerte, como es el caso de Manuel Pizarro, quien repetía a quien quisiera oírlo el cuento del "desertor" que habría llegado a Buenos Aires con sólo dos años de edad, sin darse cuenta de que era imposible que un niño francés nacido en 1890, tuviera 10 años más que él, como mencionaba siempre, en coincidencia con la edad de Gardel confesada a sus amigos íntimos Defino, Le Pera, Castellano y Perttorossi en Paris, en diciembre de 1933, junto a y Gardel, al festejar en el famoso “Café de Paris” “sus juveniles 49 años”.

Gardel tuvo una larga lista de amigos verdaderos que , sin embargo, mintieron a la hora de contar su verdadera historia. Algunos, simplemente por ignorancia o ingenuidad, otros, como Armando Defino, directamente traicionaron su confianza para apoderarse de su herencia.

José Razzano (*), a pesar de haber aprovechado la situación creada por Defino, permitió que se lo siga considerando francés. Sabedor del profundo cariño y agradecimiento que Carlos sentía hacia su madre adoptiva, pudo haber mentido para no manchar la memoria de la señora Berta Gardes,  pero siempre sostuvo la fecha de nacimiento elegida por su amigo, 1887, tal vez para dejar abierta la puerta al camino de la verdad, respetando de alguna manera el deseo de Carlos de ser reconocido por su familia como hijo natural de Carlos Escayola y María Lelia Oliva, de una manera menos escandalosa que la de hijo adulterino.

(*) José Razzano intentó primero repatriar los restos de Carlos Gardel al Uruguay (*), pero al ver afianzada la maniobra de Defino, optó por un silencio del que podría obtener un enorme beneficio económico después del fallecimiento de ésta, sin perjudicarla. 

Solamente apoyó la falsa biografía francesa de Gardel, después que Armando Defino le traspasó sus derechos de autor. Como es sabido, misteriosamente, éste vende a Razzano esos derechos por la ridícula suma de treinta mil pesos. 

Este hecho es doble o triplemente curioso porque siempre existió entre ambos una agresividad manifiesta, lo cual no impidió que el donante declare que hizo “renunciamiento de su herencia por monedas y deliberadamente a favor de quien se había cobijado bajo el amparo de Carlos y que lamentaba no tener otros medios de vida y una familia que mantener”. 

A pesar de la ilegalidad que significó ese traspaso expresamente prohibido por los estatutos de SADAIC que no permitían la venta de los derechos de autor, la agremiación, con la presidencia e intermediación de Canaro, logró este imposible.

Duele comprobar cuántas personas se sumaron a la difusión de la falsa biografía, negándole  a Carlos Gardel su elemental derecho a la identidad.

(*) Ver más información en: CARLOS GARDEL Y LA PRENSA - Revista CANTANDO, 18 de junio de 1957

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