* LEYENDA DEL DESERTOR - Por Ricardo Ostuni

¿QUIÉN CREO LA LEYENDA DEL DESERTOR?

Ricardo Ostuni - Autor del libro "Repatriación de Gardel"

Hasta 1920 no se conoce ningún documento público o privado, ni anotación fehaciente, donde conste un solo dato identificatorio de Carlos Gardel.

Las constancias escolares omiten toda referencia a su fecha y lugar de nacimiento. El contrato que firmara en abril de 1912 con José Taggini, cediendo todos sus derechos y acciones sobre las composiciones de las cuales es propietario y autor. para realizar sus primeras grabaciones, tiene las mismas carencias. El diario El Tiempo de Montevideo en 1915, aludió a su nacionalidad uruguaya aunque sin probanza alguna.

Recién el 8 de octubre de 1920 aparece, oficialmente, la primera constancia de su identidad. En esa fecha Carlos Gardel se presentó, por propia voluntad, ante el Consulado de la República Oriental del Uruguay, peticionando su inclusión en el Registro de Nacionalidad conforme el artículo 85 del Decreto del 17 de enero de 1917 (1). Dijo haber nacido en Tacuarembó el 11 de diciembre 1887 y ser hijo de Carlos y María Gardel -ambos uruguayos y fallecidos-. Juan Laguisquet y su compañero de arte, José Razzano, dieron fe de esos dichos.

Todo hace suponer que hasta entonces, Carlos Gardel estuvo legalmente indocumentado.

A partir de 1920 tramitó y obtuvo otros documentos personales, siempre bajo los mismos datos identificatorios:

El primero fue la Cédula Policial N° 383.017 del 4 de noviembre de 1920.  Dos años y medio más tarde, el 7 de marzo de 1923, solicitó ante la Justicia Federal su Carta de Ciudadanía Argentina. El acta de presentación dice textualmente: "En Buenos Aires a los 7 días de marzo de 1923 ante el señor Juez Federal de la Capital compareció don Carlos Gardel, natural de Uruguay, de 35 años, de estado soltero, de profesión artista, domiciliado en la calle Rodríguez Peña N° 451 y expuso: "Que deseando obtener carta de ciudadanía argentina y encontrándose en las condiciones que determina la ley, solicita del Juzgado se sirva acordársela, previa declaración jurada de los testigos Don Ramón T. Urruchúa y don Luis A. Brenna, quienes presentes en este acto manifiestan que no le comprenden las generales de la ley y que les consta por conocimiento personal que el recurrente es mayor de diez y ocho años y que tiene 15 años de residencia inmediata y continua en el país, agregando por último que lo consideran como persona honrada y de buena costumbre". Hay una firma que dice Carlos Gardel; una leyenda manuscrita, donde se alcanza a leer 11-12-887 Tacuarembó; una impresión del dígito pulgar derecho; la anotación del Certificado de Buena Conducta Nº 218125 y otra no muy legible con la aparente numeración J2343Y4222.

El 9 de mayo de 1923 obtuvo su primera Libreta de Enrolamiento, Matrícula 1717, a nombre de Carlos Gardel, hijo de Carlos y de Berta Gardel, nacido el 11 de diciembre de 1887 en Tacuarembó - R. O. del Uruguay y con actual domicilio en Capital Federal, calle Rodríguez Pena 451.

El 21 de junio de 1927, Gardel cumplió con el nuevo empadronamiento ordenado por ley de ese mismo año. Se le extendió entonces la Libreta de Enrolamiento, Matrícula Individual 236.001, DM 2 Oficina Enroladora Sección 10.

Entre ambos documentos se observan algunas diferencias, por ejemplo en cuanto a su talla. Según el documento de 1923 medía 1 metro y 64 centímetros; en 1927 su altura era de 1 metro y 70 1/2 cm. (***)

En la ficha administrativa correspondiente a este último trámite, obrante en el archivo del Registro Nacional de las Personas, figuran como sus padres Carlos y Bertha Gardel, difiriendo de lo asentado originalmente en el consulado uruguayo.

Una nueva alteración en tal sentido, se produce el 16 de marzo de 1931 al gestionar en París la Carta Valable, requisito exigido a los artistas extranjeros para permitirles actuar libremente en Francia. Asentó en esta solicitud, ser hijo de Carlos, oriundo de Salto (Uruguay) y de María Martínez nacida en Mendoza (República Argentina)

El último documento tramitado por Gardel debió de ser el Pasaporte que se le otorgó en Niza el 13 de diciembre 1932 y que fuera hallado en Medellín entre los restos de la tragedia(2). Allí también figura como nacido en Tacuarembó, República Oriental del Uruguay, el 11 de diciembre 1887.

Estos documentos son pruebas indubitables de la identidad legal de Carlos Gardel, aunque el acta de nacimiento hallada en Toulouse y el testamento ológrafo que se le atribuye, obren como eventuales pruebas de otra identidad. La búsqueda de una explicación que concilie todos estos elementos, llevó a los biógrafos oficiales a crear la llamada leyenda del desertor referida en líneas precedentes. Pero hay sobradas razones que estimulan un detenido análisis de tal postulación cuya verosimilitud no aparece de un modo concluyente.

El razonamiento ordenado obliga a la formulación de este primer in­terrogante: ¿si Gardel necesitaba ocultar su nacionalidad francesa por qué no se declaró argentino?

Esta posibilidad es cuestionada por los defensores de la tesis oficial, señalando que en tal caso hubiera tenido que cumplir con sus obligaciones militares. Dice Edmundo Eichelbaum: (ob.cit) "en Francia, su país de origen o en la Argentina su patria de adopción debía cumplir con el servicio militar. En Uruguay no hay servicio militar obligatorio."

El argumento es inconsistente. Gardel -obvio es señalarlo- pudo recurrir a las influencias de sus muchos amigos y protectores para salvar ese menudo problema. De hecho debió hacerlo para no cumplir posteriormente con lo dispuesto en el art. 21 in fine de la Constitución Nacional Argentina. La ley 4031, reglamentaria de esta obligación constitucional, instituyó la conscripción militar de todos los ciudadanos entre 20 y 45 años.

Como se ve, Gardel quedó comprendido en tales disposiciones legales a partir de 1923 cuando adoptó la ciudadanía argentina. En la página destinada a las Anotaciones Militares de su Libreta de Enrolamiento se lee: "Carta de ciudadanía otorgada por Juez Mariano de Anchorena Acta 218125.1-V-1923. Las obligaciones del causante comienzan desde esta fecha".

De alguna manera -influencias políticas mediante- debió sortear el cumplimiento de las mismas que debía saldar antes de 1932, fecha en que según sus documentos uruguayos cumplía los 45 años de edad.

Creo haber demostrado, sin margen para la réplica, la insolvencia del argumento esgrimido por Eichelbaum, cuya autoría intelectual reconoce diversos autores.

Pero aún hay otra observación convenientemente eludida por los escribas de la biografía oficial. ¿Qué documentos tendría Gardel hacia 1911 cuando comenzaba su periplo de artista? Es lógico suponer la existencia de alguna identificación para acreditarse en viajes (por ejemplo, hacia Brasil en 1915), hoteles, contrataciones y eventuales salidas al extranjero. Pero nada se sabe al respecto. Algunos autores mencionan una cédula de identidad otorgada por mediación de don Alberto Barceló o de Cristino Benavídez, Jefe de Policía de la Provincia de Buenos Aires, donde habría figurado como nacido en Avellaneda. (Nota 2)

Desde 1869 estaba vigente la Ley Nacional N° 346 cuyo artículo 2° del Título II disponía: "Son ciudadanos por naturalización: 1º:- Los extranjeros mayores de 18 años  que residieren en la República dos años continuos y manifestasen ante los jueces federales su voluntad de serlo".Gardel pudo acogerse a los beneficios de esta ley desde fines de 1908 con solo acreditar su nacionalidad francesa y su residencia en el país desde 1893.

¿Por qué no lo hizo? ¿Por qué habría preferido el oblicuo sendero del favor político, recibiendo una cédula de identidad apócrifa cuando pudo obtener carta de ciudadanía en legal forma?

Los incondicionales de la historia oficial alegan, nuevamente, que fue para eludir las obligaciones militares emergentes de la nacionalización. Insisten en la tesis de una extraña patología manifestada en la aversión irresistible e inexplicable “ a toda instrucción militar”.

Pero aunque así lo fuera, ello no hacía sino fortalecer la presunción de que Gardel carecía de toda documentación francesa para acreditarse, ya que en tal caso no habría recurrido al ardid de lograr un falso documento argentino.

¿Cómo explicar lo absurdo de esa conducta? Ni en 1911, ni el 12, ni el 13, ni siquiera a principios de 1914, existían razones válidamente objetivas para justificar el ocultamiento de su origen francés por temor a una convocatoria militar.

Los hechos nos conducen a una posible conclusión: el comportamiento de Gardel sugiere que, además de carecer de documentos, tal vez ignoraba su verdadera identidad. Y hay más interrogantes sin respuesta satisfactoria, que vienen en auxilio de esta presunción.

Según su  biografía oficial Gardel había nacido en 1890, pero al asentar su nacionalidad uruguaya manifestó ser de 1887. ¿Cómo indagar las razones de este supuesto aumento de edad?

El argumento convencional -pero no convincente- sostiene que las causas subyacen en su afán por despistar a la justicia francesa. Al tiempo de esa anotación consular -marzo de 1920- Gardel ya era un artista de cierto renombre que aspiraba a su proyección internacional. Aún aceptando que hubiera querido borrar todos los rastros de su verdadera identidad, no es explicable que, inversamente a lo que sucede en el mundo del espectáculo, agregase tres años a su edad cuando pudo hacer exactamente lo contrario con idéntico fin.

Tampoco deja de llamar la atención que recurrentemente omitiera o deformase todo vínculo filial con Berta Gardes. No la mencionó como su madre en el registro de nacionalidad uruguaya donde declaró ser hijo de Carlos y de María Gardel, ambos uruguayos y fallecidos; alteró su nombre en el trámite de enrolamiento donde hizo constar que sus padres fueron Carlos y Bertha Gardel; y la negó definitivamente en París el 16 de marzo de 1931, al gestionar la Carta Valable

La justificación oficial deriva siempre en el mismo argumento: Gardel falseaba sus verdaderos datos de identidad para protegerse de eventuales acciones de la justicia francesa. Una excusa que persevera en la imagen de un hombre temeroso, casi un delincuente en fuga, necesitado de maquillar sus rastros a cada paso.

Simon Collier (Carlos Gardel, su vida, su música, su época, pág. 68) reflexiona: "¿Qué documentos de identidad poseía Gardel antes de su visita al consulado uruguayo? No lo sabemos. ¿Qué provocó su visita al consulado en octubre de 1920?

Sin duda Gardel ya estaba pensando en posibles visitas a Europa. También pudieron intimidarlo los acontecimientos de la Semana Trágica de 1919, una semana de episodios violentos surgidos de disputas sindicales en Buenos Aires y pensó en regularizar su situación".

Todo indicaría que hasta 1920 Gardel estuvo oficialmente indocumentado y que su anotación en el consulado uruguayo le habría permitido obtener, más que una nacionalidad fraguada como se sostiene, una identidad legal de la que carecía.

Cada investigador razona a su manera este suceso, ya que Gardel nunca dio explicaciones, ni aún cuando suscribió el testamento supuestamente aclaratorio de su verdadera identidad.

Defino, como ya dijéramos, alegó desconocerlas: "solo me preocupé, a su pedido, de aclarar el hecho para que en caso de fallecimiento su señora madre no tuviera inconvenientes" lo que de hecho significa que no existía ningún documento legal que acreditara el vínculo. Pero, sea como fuere la leyenda del desertor resulta insostenible;  Gardel jamás figuró como francés en ningún documento o registro, público o privado, existente en el país.

El supuesto ocultamiento de su nacionalidad y de sus datos filiatorios se remonta a sus años escolares y perdura en la década del 30. En ambos tiempos la excusa de la guerra es pueril e inadmisible.

Tampoco parece lógico pensar, como lo hace Collier, en los problemas internos de la Argentina. La llamada Semana Trágica fue un hecho aislado que no afectó el clima de paz reinante durante toda la gestión del gobierno radical entre 1916 y 1930. En el país, en ningún momento de su historia, hubo persecusión xenófoba de extranjeros. Estas tesis chocan frontalmente con la política de inmigración abierta, que fomentó la Argentina.

Ninguno de los amigos íntimos de Gardel -Razzano, Defino, Guibourg, Leguisamo, Isabel del Valle- intentó jamás dar una explicación.

No existe, en el análisis de toda su vida, una excusa válida que justifique un supuesto fraude de identidad.

 

(1) "los agentes consulares no rehusarán certificados de nacionalidad a los que, careciendo de los- documentos mencionados en el artículo anterior, justifiquen ser ciudadanos de la República por medio de testigos fidedignos, nacionales si fuere posible".

(2) Gardel renovó este pasaporte en Buenos Aires, antes de realizar su último viaje, el 2 de noviembre de 1933.

Recientemente se descubrió la existencia de una cédula de identidad tramitada en Venezuela el 23 de abril de 1935, donde se dice nacido en Tacuarembó, Uruguay, de nacionalidad argentina adquirida.

---------------------------------

Ricardo Ostuni reafirma su opinión sobre la "teoría del desertor" en el foro GARDEL de Club de Tango

1 Enviado el 25/10/2002 :  09:58:08    

--------------------------------------------------------------------------------

"Acerca de la leyenda del desertor se ha escrito mucho y sin fundamento legal. La convocatoria al servicio militar en Francia se cursaba (y se cursa) a todos los ciudadanos aptos y residentes en su territorio o en países vecinos, a los 18 años de edad. Si Gardel -como surgiría de la famosa partida de nacimiento de Charles R. Gardes-hubiera nacido en 1890, su obligación militar habría comenzado en 1908. Nada explica por qué en esos años ocultaría su nacionalidad francesa cuando nada hacía presumir el estallido bélico de 1914, a menos que alguien argumente que ya habría decidido ser un desertor.

En 1908 Gardel -según las leyes argentinas- hubiera estado en condiciones de ciudadanizarse cosa que, de modo inexplicable, tampoco hizo, siendo que la Argentina era su lugar de residencia permanente.

¿Acaso lo de los antecedentes penales graves sería cierto y esto le habría impedido solicitar carta de ciudadanía hasta 1923 en que, por mediación del Presidente Alvear le fuera otorgado el Certificado de Buena Conducta por el Comisario Eduardo Santiago?

De acuerdo con la legislación francesa vigente entonces y ahora, la obligación de los residentes en el extranjero de cumplir con el servicio de armas, variaba según el lugar de residencia. Los que vivían en países vecinos o en aquellos que la ley menciona expresamente (colonias, etc) debían concurrir a prestarlo al recibir la requisitoria. Pero esta obligación no alcanzaba a los que residían en países de ultramar. Si éstos permanecían ausentes de Francia entre los 18 años ( 1908 para Gardel) y los 29 (1919 en nuestro caso) se les difería el cumplimiento durante 11 años a contar de la fecha en que hubieren cumplido los 18 años. Vencido ese plazo si aún permanecían en el exterior ultramarino, se les eximía de prestar el servicio militar en Francia de modo definitivo.

Es decir que para Gardel la obligación legal hubiera vencido en 1919/1920. Curiosamente cuando cesa toda posibilidad de una acción legal en su contra, habría decidido documentarse como uruguayo (8 de marzo de 1910).Los espígonos de la leyenda del desertor argumentar que lo hizo para verse librado de un peso legal que ya no existía !!!!

Por otra parte es interesante consultar un informe de fecha 14 de noviembre de 1961 emitido por el vicecónsul uruguayo en Toulouse en el cual consta que en el Registro de Reclutamiento de esta ciudad, correspondiente a los nacidos en 1890 el llamado Charles Romuald Gardes no figura en el fichero de reclutamiento...Desde el momento en que no figura en dicho fichero es que no fue llamado a filas por no estar incluído en el censo general que la ciudad de Toulouse llevaba en su Alcaidía.(sic)

Y es lógico que no figurase en dicho censo ya que Charles R. Gardes residía en el extranjero desde 1893 lo que implica que jamás habría infringido norma legal alguna respecto del cumplimiento del servicio de armas ya que nunca fue convocado.

Esta averiguación que hubiese sido muy sencilla para sus eventuales parientes con sólo correrse a consultar los padrones de la Alcaidía, o el fichero del censo de reclutamiento, hubiera concluído con que Charles R. Gardes no figuraba en ninguno de ambos, como cualquiera lo puede comprobar ahora con hacer la misma consulta.

Es más curioso aún que despues de ciudadanizarse como uruguayo (país donde no existía el servicio militar) se nacionalizase argentino cuyas leyes le imponían el cumplimiento del servicio de armas hasta los 33 años de edad. Es evidente que, por alguna influencia no cumplió con la ley argentina o fue eximido como lo fueron tantos y tantos convocado a lo largo de los años merced a los buenos oficios de gestores influyentes.

Creo que Gardel no merece que se le siga tildando de cobarde y de traidor a su posible patria de origen con la liviandad que lo hace esa leyenda fabricada que lo muestra como desertor a sus obligaciones militares, temeroso, huidizo durante toda su vida, maquillando su identidad a cada rato como si se tratase de un vulgar delincuente.

Es hora que, si se quiere seguir con la investigación de la vida de Gardel, se lo haga con seriedad, desbrozando la anécdota de la historia y sobre todo, trabajando con absoluta imparcialidad. Después de todo cualquiera sea la conclusión a que se arribe, nada ha de alterar la magia del canto y la personalidad del Zorzal que es lo que verdaderamente perdura de él.

Ricardo Ostuni

25/10/2002"