Respetemos el Derecho a la Identidad de Carlos Gardel
"A muchos porteños siempre les molestó que Irineo Leguisamo fuese uruguayo. Y además, que jamás lo negara y que para él resultara un motivo de orgullo pregonar a los cuatro vientos que había nacido en un modesto y lejano pueblito allá en el norte de su querido Uruguay."
NEBUR
Carlos Gardel en cambio, prefería evadir una respuesta que le hubiera significado además explicar públicamente que Berta Gardes no era su madre, explicación que le hubiera significado más preguntas sobre sus padres y su origen.
En ocasión de su estadía en Montevideo, en 1931, el cantor Gardel fue entrevistado por el periodista Rulam, para la Revista “Cancionera, Nº 18.
La nota lleva el siguiete encabezado:
Nosotros afirmamos
Carlitos Gardel es uruguayo
EN CAMBIO EL MAGO DE LA CANCIÓN CRIOLLA DICE QUE ES “RIOPLATENSE” – LO QUE MANTIENE LA SUGESTIÓN DE QUE FUESE URUGUAYO.
El cronista se pregunta después: ¿ES URUGUAYO GARDEL?
Luego explica las razones que tenía el cantor para resistirse a confesar abiertamente su nacionalidad.
“– En la argentina no le conviene ser uruguayo.”
La nota es de 1931, el testimonio es espontáneo, no tenía ninguna finalidad especulativa.
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Otra nota, una entrevista a Irineo Leguisamo parece reafirmar este concepto. Fue publicada en la revista:
Estrellas Deportivas
Suplemento de El Diario de Montevideo
Martes 17 de julio de 1979
Irineo Leguisamo – El mago de la fusta
Rubén Porro, desde su escritorio de jefe de la página del turf de El Diario, realiza una semblanza sobre algunos momentos vividos con Legui y publica “Algunos pantallazos”, entre los que encontramos el siguiente:
ME SILBAN… PERO ME JUEGAN
"Todos los cracks tienen contras. Es un dicho muy popular y Leguisamo también los tuvo.
Particularmente en Palermo donde, increíblemente, hubo una época en que lo silbaban y abucheaban así hubiese ganado la carrera más hermosa.
Y muchos de ésos que le gritaban tenían boletos cobrables de “El Pulpo” en sus bolsillos.
Algo realmente insólito a lo que Leguisamo nunca le dio importancia, tomándolo más bien en solfa.
Una tarde en San Isidro logró un triunfo magnífico.
En la carrera siguiente corría al uruguayo Profano y quedé absorto cuando al desfilar ante las tribunas eran muchísimos más los silbidos que los aplausos. Sinceramente, no lo podía creer. Fui a la “redonda” y en presencia de Alberto Milia le pregunté que pasaba.Y Legui, sonriente pero con un indisimulado dejo de ironía, me contestó:
“No se preocupe. Son los muchachos que me quieren a su manera. Me chiflan… pero me juegan.”
En nuestro medio, en cambio, siempre fue querido, respetado y admirado.
Allá en Buenos Aires nunca nadie dudó que era el mejor. El dominador absoluto. El que copó Palermo aburriéndose de ganar carreras y estadísticas.
Pero a muchos porteños siempre les molestó que Irineo Leguisamo fuese uruguayo. Y además, que jamás lo negara y que para él resultara un motivo de orgullo pregonar a los cuatro vientos que había nacido en un modesto y lejano pueblito allá en el norte de su querido Uruguay.
NEBUR
Carlos Gardel vivía en Buenos Aires desde los 8 años de edad y amaba la ciudad donde pasó la mayor parte de su vida, y donde comenzó y desarrolló su brillante trayectoria artística. Pero nadie puede cambiar el pasado ni renegar del lugar donde nació.
Leguisamo podía tomar en solfa la silbatina, el Morocho no, porque ambos pueblos estaban enraizados en su corazón.