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El Osario. Pablo Picasso. 1945. El horror de los campos de concentración

CONTEXTO HISTÓRICO

La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) marcó un antes y un después en las conciencias del siglo XX. Antes de la guerra hablamos de una Europa de las vanguardias, la de la primera mitad del siglo XX, donde habían surgido numerosas corrientes artísticas que deseaban renovar y transformar la visión de arte tradicional y arcaica, que había persistido a lo largo de los siglos. La llegada al poder de los fascismos en el periodo de Entreguerra rompió con este proceso creativo. Los artistas fueron  rechazados por los totalitarismos,  consideran sus obras  como un  arte degenerado, poco patriótico. Los artistas tildados como degenerados sufrieron  sanciones. El Tercer Reich lo definía como “productos enfermos de locura”. Nombres conocidos como Marc Chagall, Edvard Munch, Emil Nolde, e incluso Pablo Picasso estaban bajo esa etiqueta.

El fin del conflicto supuso que salieran a la luz los horrores de la guerra. No solo la destrucción material, sino los millones de pérdidas humanas, y no solo en batalla. La existencia de los campos de concentración fue la muestra de uno de los exterminios más despiadados que se recuerda. La sucesión de imágenes, fotografías y documentales mostraban la crudeza del conflicto, e inspiró a algunos artistas. Destacamos por ejemplo el conocido *Osario de Picasso, 1945 en referencia a los campos de concentración.

La II Guerra Mundial supuso una ruptura traumática en el modo de pensar y en la conciencia europea. La ocupación de París por los alemanes desde 1941 y la persecución nazi de este arte en buena parte de Europa supuso el desmantelamiento de gran parte de la infraestructura y las redes de contactos de estas vanguardias, aunque ciertamente no consiguió neutralizarlas. Aunque si se dieron grandes transformaciones.

Podemos concluir sobre la incidencia de la II Guerra Mundial en el arte:

Pollock. Expresionismo abstracto. 1940