9 estrofas de 4 versos y 1 de 5 versos
Otras alardean de marineras,
cuando ella nunca lo precisa;
veta de oro en Castilla emergida;
Madrid, Villa y Corte.
No desfila el cántico de las olas,
mas bogan los susurros de la historia;
de aconteceres marea alta,
ciudad bulliciosa y noble.
Sobre tejados y cúpulas
vuelan milanos o petirrojos;
junto a las cigüeñas escuchan
el repicar de las campanas.
Villa que se mira en las alturas;
desde abajo afila los ojos
que ante su grandeza brillan;
testigos sabios de pupilas ufanas.
Perviven chotis y verbenas;
animosos circulan los tranvías
en vías de adoquinados recuerdos:
la diosa Cibeles el olvido ahuyenta.
Villa del pasado, en el presente navega
y a la modernidad le baila;
de la ruta castiza no pierde el rumbo,
por eterna, ante el destino invicta.
Real y novelesca, ficción verdadera,
paraíso literario, café de tertulias;
donde escritores dieron al mundo
relatos con esencias de taberna y vino.
Al amparo del Guadarrama;
aires serranos, aguas cristalinas,
luce engalanada aromas a cocido;
a pueblo libre, afable y digno.
Se desata en los mercados la algarabía,
de San Antón a Las Maravillas,
y yace el silencio ocre del Retiro
cuando el Oso a su Madroño sonríe.
Vocea en la Alemana un camarero:
«¡Cañas, bravas y calamares!»
Y una pluma en algún velador dicta:
«Las hay que con el mar hablan;
pero Madrid, Villa y Corte,
al cielo siempre ilumina.»