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¿POR QUÉ NO NIEVA en los trópicos? Ese es un dilema que me persigue, mientras contemplo este mundo invertido. Y vosotros os preguntaréis: «¿Qué quiere decir este iluminado?». Pues bien. Yo tampoco lo sé; pero una cosa sí es cierta: nunca nieva en los trópicos.
Si allí hiciera frío, quizás hablaríamos de un sueño posible; pero no nos podemos engañar: esa zona se encuentra situada en una latitud poco adecuada. Y pienso y sigo pensando; mas por mucho que lo haga, en los trópicos sigue sin nevar. ¡Unos tanto y otros tan poco!
Un simple copo de nieve parece insignificante. Pero si ante nuestros ojos surgiera uno y otro más, hasta formar ya un frío desfile blanco que cayera del cielo, todo adquiriría gran importancia. Ahora, eso no pasa de ser una simple quimera.
Debemos reconocer que el color blanco se contempla a veces en los trópicos. Mas no debemos ignorar que muchos de sus habitantes llevan abundante caspa, y resulta engañoso el efecto óptico producido al agitar sus cabezas, cuando llenan el aire de partículas albas. Y yo sé de buena tinta que algunos, incluso, reservaron en alguna ocasión unos hermosos esquíes; todo para darse cuenta al final de la cruda realidad al comprobar que no podían deslizarse con ellos. ¡Unos tanto y otros tan poco!
Allí continúa el calor; pero no faltan quienes afirman que hace frío en todas las partes. Claro que a mí no se me engaña, porque pienso y pienso… para los animales, que se lo comen.
Si uno se encuentra en tierras cálidas y se marcha de ellas, podrá, en ese caso, ver cómo cambia su situación. Pero si se queda... ¿Qué pasa? ¿Ocurre algo?... No, en absoluto... ¡Pues no me mires así!
Habría una posibilidad de que se solucionara todo este entuerto: llevar los trópicos a otros lugares; aunque ello supondría un traslado muy costoso y poco viable. Además, quienes se encuentran en las zonas más frías, tendrían que compartir la nieve con los foráneos; y se llenarían, además, de la caspa recién llegada.
Ahora, vosotros os seguiréis preguntando: «¿Qué quiere decir este iluminado?». Pues bien, continúo sin saberlo; y como ya me he cansado de pensar, voy a lavarme la cabeza, que también se me ha llenado de caspa. Una vez seca, podré, al menos, recrearme al introducirla en el congelador de mi nevera; en un gesto de conformidad y esperanza.... Pero una cosa si es cierta: nunca nieva en los trópicos.