Soneto
Habla la niña al cómplice sabueso;
fiel compañero, cálido y astuto.
Es clamor y amistad que da buen fruto;
la escucha y lame junto a su gran hueso.
Rectas las patas; rabo pardo tieso;
negros los ojos; brillo sin ser luto;
y la mirada amor bien impoluto
que anida su secreto ya confeso.
Teme que su familia vil la riña.
y le ha dictado el perro con gran tino;
buenas nuevas acerca del destino;
El can la llevará a una buena viña,
forjándole esa huida bienhechora,
donde paciente aguarda quien la adora.