Microrrelato
OPRIMIDO POR LAS CUBIERTAS CERRADAS, mi silencio aguardaba otra oportunidad, entre estantes y aroma a papel…
Tal expectativa había desfilado en mi mente con excesiva frecuencia. Pero ahora una mano generosa y lozana ha liberado —esta vez quizá para siempre— a este ser impreso que cobra vida con el vaivén de las páginas.
¡Cuántas palabras cautivas ponen ya voz escrita a personajes antes inertes!, pues de nuevo desfilan a través de esos ojos femeninos que me contemplan. Reflejado, percibo en ellos el arcano espíritu del escritor; que es el mío. Con tal brillo lozano sonríe la muchacha, quien me lee el pensamiento.