Soneto
Olas doradas, campos de trigales,
erízanse los aires invisibles
en busca de horizontes imposibles;
tierras sin fin, de amor leyendas reales.
Susurran las alfombras de maizales;
los álamos navegan, infalibles;
y los arroyos, almas invencibles,
sutiles, van al son de los timbales.
Piensa Castilla al viento, sobria y fría;
mas cálida, susurra acogedora;
al sol, la lluvia o nieve siempre guía.
De honores y virtud se condecora;
cabalgan sus guardianes, noche y día;
el cielo se engalana; pues la adora.