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—¿DÓNDE ME ENCUENTRO? ¿Quién soy? ¡Caramba! He de situarme enfrente de un espejo para saberlo… ¡Si soy Groucho! Uno se despista después de tanto tiempo. Aunque resulta extraño: aquí no hay espejos… ¡Ya lo entiendo! ¡La misión!
—¡Groucho!
—¡Oh! ¿Qué ven mis gafas, que se salen de la montura?... ¡Por todos los cielos! Este nuevo Paraíso Terrenal donde me han enviado empieza a gustarme. ¡Eva! ¡Eres Eva Gardner!
—¡Ja, ja! No. Soy Ava… Ava Gardner. Ya me he dado cuenta: nos han elegido a ti y a mí.
—Sí. Y la felicidad se refleja en el humo de este puro. Si supieras cuánto me envidio en este momento. Pero cuéntame… ¿Cómo estás?
—Muy bien.
—No. Eso salta a la vista. Solo quería saber qué tal te encuentras.
—Muy ilusionada; a mí también me parece una gran elección. Con el tipo de hombres que conocí en la anterior vida, salgo ahora ganando. ¿Y sabes una cosa? No podían haber escogido un escenario más apropiado: este vergel; el riachuelo que corre entre las piedras; y aquellas montañas, al fondo… Desde luego, me río del paisaje de Mogambo... Groucho, vamos a establecer una humanidad mejor que la originada en el otro Paraíso Terrenal. ¿No crees?
—Sí. Solo hay un inconveniente: nos han traído con la ropa puesta.
—¡Qué picarón!
—¿Por qué será…? Estoy a punto de caer en la tentación con esas dos manzanas que insinúas bajo la túnica de Eva al desnudo.
—Todo a su tiempo. Ya conoces las normas: ha de transcurrir un año antes de consolidar nuestra unión.
—Aquí no hay relojes. Nadie se enterará. Ni siquiera Harpo va a chivarse.
—Ten paciencia, hombre. Aparte de ti, ¿quién más habrá que se fije en mí? Aquí solo reinará la paz…
—¡Calla, calla! Eso nunca se sabe… En cualquier momento podría llenarse esto de pensionistas indignados con el gobierno.
—¡Cuánta imaginación desprendes! Pero… ¿qué haces? ¿Flexiones?
—Habré de estar en forma para cuando acabe en tus garras. Por algo te llamaban el animal más bello del mundo.
—¡Qué gracioso! Si en mi interior guardaba mucha ternura. ¡Era muy mimosa!
—Pues yo planté una mimosa en el jardín, y me producía alergia durante la primavera.
—En realidad, los hombres me admiraban; a pesar de que me rebelaba contra el machismo.
—¡Contra el Marxismo! ¡De lo que se entera uno!
—¿Marxismo?
—¡Vaya, vaya! ¡Con que enemiga de la causa! ¡Si fuimos los Hermanos Marx quienes lo creamos! Además, Karl Marx nos lo plagió.
—¡Machismo, con ch, no con x!
—¡Claro! Quitaron la x para dominar al bello sexxo... En la tierra había mucho mujeriego ¡Un infierno! ¡Machistas con ch! ¡A mí que me registren!
—Esperemos que en esta nueva vida se consiga mayor igualdad entre hombres y mujeres. El varón siempre ha querido dominarnos y convertirnos en víctimas.
—Todos menos el vecino del cuarto. La esposa lo martirizaba con sus perfumes, hasta que un día él no pudo abrir las ventanas a tiempo.
—Has de reconocer que a menudo los aciertos se atribuían a la masculinidad; los errores, en cambio, a la condición femenina.
—¡Que desfachatez! En la anterior vida yo siempre hablaba maravillas de ti. Y no me refería solo a tus redondeces carnales; te lo prometo. Aunque tal promesa me cueste mantenerla.
—¿De veras demostraste tanta caballerosidad? ¿Te convertiste en la excepción que incumplía la regla? Y ¿qué decías de mí?
—No. No me refería a tu regla. Tan solo admitía que eras la mujer más maravillosa, y yo el mayor embustero por reconocerlo.
—¡Muy amable por tu parte, ¡pillín! Y ahora una pregunta, querido. ¿Te imaginas qué aspecto tendrán nuestros descendientes?
—Por supuesto. Y mucho más el acto necesario para que aparezcan y se parezcan nosotros.
—¡Anda! ¡Siempre con lo mismo!
—Quizá luzcan un cuerpo como el tuyo; y a la vez, bigotes, gafas y el puro en la boca ¡Venga! Padezcamos tan solo un día de penitencia.
—Un año.
—Un mes de veinticuatro horas, y asunto zanjado.
—¡Impaciente! ¡Alma degenerada… insaciable… promiscua!
—Mucho gusto en conocerte. El mío es Groucho.
—A pesar de todo, siempre he sentido admiración por ti y tus hermanos. No cabe duda de que con semejante ingenio y humor os ganasteis el cielo.
—Si allí no me enteraba de nada. Algún mentecato me dio un somnífero celestial. Según el Crónicas de San Pedro, pasaba los años roncando. Claro que por fin voy a ser feliz contigo… ¡Ava! ¡Ava!
—Dime, Groucho.
—Te voy a confesar un secreto. La única vez que amé a un animal fue al dejarme impresionar por el galope y la mirada de cierta yegua. Sucedió durante el rodaje de Un día en las carreras. Pero en absoluto se podía comparar a ti.
—He de reconocer que te esfuerzas en actuar con galantería.
—Ya sabes que soy tu Adán.
—Cielo..., ¿cuándo lloraste por última vez? No te imagino con lágrimas en los ojos.
—Te equivocas. Sucedió durante una velada con la presidenta de cierto club social, mientras pelaba yo una cebolla. Lo peor de todo es que le gustó demasiado la tortilla, y no me la pude quitar de encima durante un tiempo. Hecho horrible si consideramos el temor que ella sentía por la báscula.
—En cambio, yo sí lloré bastante. No hace falta repetirte que mi vida amorosa fue bastante tormentosa.
—Fácil solución: no me lo repitas.
—Quiero advertirte una cosa: hay alguien a quien no debemos mencionar; ni siquiera las canciones que interpretaba. Ahí radica el verdadero fruto prohibido.
—¡Ya comprendo! Gran voz la de ese postre: Flan sin Nata.
—¡Shh! ¡Cuidado!
¿Confiesas, por tanto, que tus manzanas no causan el problema? ¡Con que un año de espera, eh, traviesilla!
—Te recuerdo que no me he inventado tal prohibición.
—¡Ven aquí, Ava Gardner!
—¿Qué vas a hacer? ¡Quieto! ¡Un año!
—Algo me impulsa.
—No sigas, si tienes principios.
—Este es el final de mis principios.
—¡Que me haces cosquillas! ¡Ja, ja, ja! ¡Detente! ¡Ja, ja, ja!
(Strangers in the night…)
—¡La canción! ¡Se escucha! ¡Te lo advertí! Por tu culpa hemos caído en la tentación ¡Horror! La humanidad se volverá a reproducir con pecado.
—Si a mí me suena a gloria. Gracias, Franky, por ayudarme a quebrantar las leyes establecidas.
—¡Adiós a la virtud!
—No disimules, muñeca.
—¡Me conoces bien; eh, Groucho!
—¡Eureka! ¡Trompetas, sonad! Que algún querubín se acerque a este Edén y traiga champán, que yo pondré las burbujas.
—¡De perdidos al río! Brindemos entonces por un mundo mejor; imperfecto y divertido.
—Así sea, bello animal.
(Lovers at first sight…)