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Pronto llegó el Día del Festival de Medio Otoño, con su clima claro y resplandeciente.
Shi Jin ordenó a sus sirvientes que mataran un carnero grande y cerca de cien pollos y gansos, y que prepararan un banquete.
Zhu Wu, Chen Da y Yang Chun encargaron a sus más fieles servidores resguardar la fortaleza.
Cerca del anochecer bajaron de la montaña con una escolta de cinco hombres, y una espada. Todos iban a pie, pues habían dejado sus caballos en la fortaleza, y fueron directamente hacia la casa.
Shi Jin los recibió, y se saludaron.
El joven señor los invitó a pasar al jardín trasero, donde se había puesto el banquete.
Allí les pidió que tomaran los asientos de honor. Shi Jin se sentó al lado opuesto, y ordenó a sus criados que echaran cerrojo a las puertas de delante y de atrás.
A medida que el anfitrión y los invitados iban bebiendo, los ayudantes llenaban las copas y cortaban la carne de carnero.
Pasado un tiempo, varias copas fueron vaciadas, y la luna llena empezó a elevarse por el este.
Bebieron y disfrutaron del Festival de Medio Otoño, y conversaron sobre asuntos viejos y nuevos.
De pronto escucharon un clamor que provenía del exterior de la casa y advirtieron un resplandor de antorchas. Shi Jin, sorprendido, se levantó de un salto.
— Amigos, por favor permanezcan sentados.
Yo iré y veré qué ocurre
— dijo, y gritó a sus sirvientes —: No abran la puerta — subió por una escalera de mano hasta la parte alta del muro y echó una mirada.
Rodeaban la casa el comisario del distrito de Huayin, dos alguaciles y trescientos o cuatrocientos soldados. Shi Jin y los líderes de los bandidos gruñeron.
El joven señor pudo ver, bajo la luz de las antorchas, un verdadero bosque de afiladas lanzas, alabardas, horquetas de cinco puntas y venablos con púas.
Los alguaciles gritaban:
— ¡No dejen escapar a los ladrones!
Si este destacamento no hubiera venido a arrestar a Shi Jin y a los tres jefes, ¿habría Shi matado a varios hombres y se habría unido con una docena o más de valientes?
En consecuencia los guerreros se congregaron en la espesura de los carrizales, y a la sombra de las hojas de loto guiaron vehículos marciales,
¿Cómo escaparon Shi Jin y los tres jefes de los bandidos?
Lo sabrá si lee nuestro próximo capítulo.