En la naturaleza es muy normal el hecho de competir por la supervivencia. En algunos casos esto implica ser el más rápido, poder camuflarse, tener resistencia o fuerza física notable. Uno de los mecanismos más fantásticos que ha elaborado la evolución es el poder inmovilizar a una presa sin necesidad de perseguirla o mucho menos combatir con ella. Me refiero a la producción de veneno, una mezcla compleja de compuestos químicos que paralizan a la victima y la dejan lista para convertirse en el festín del día.

La taipán es la serpiente más venenosa del planeta. Pertenece a una especie de la familia de las cobras que vive en el este de Australia, su veneno es 800 veces más activo que el de la serpiente de cascabel.

En el caso de las arañas, un caso emblemático lo constituye la viuda negra, que toma su nombre debido a que generalmente se comen al macho después del apareamiento. El veneno de la hembra de este arácnido produce dolores musculares intensos, y en caso que la victima sea un varón, como efectos colaterales produce una prolongada erección para nada deseable en esa desafortunada ocasión.

Sin embargo, no todos los venenos son iguales, ni actúan de manera similar. Esto conlleva a los científicos a formular una pregunta esencial: ¿Cómo es el mecanismo mediante el cual un veneno actúa dentro de un organismo? La respuesta no es simple, pero puede catalogarse dentro de las interacciones moleculares que siguen el principio de llave y cerradura. Para que las sustancias que consideramos como tóxicas actúen en un organismo se necesita de la llave adecuada, el veneno, que interactúa con algún tipo de cerradura que existe en el cuerpo receptor. Estas cerraduras pueden ser de varios tipos: Moléculas fundamentales para la supervivencia, sitios activos en una enzima determinada, o impulsos nerviosos que se ven limitados por la presencia de la molécula llave.

En el caso de la taipán, la principal acción del veneno es obstaculizar la transmisión de los impulsos nerviosos, provocando parálisis respiratorias y cardiacas; aunque también tiene acción destructora en la sangre, interfiriendo en el proceso de agregación de las plaquetas, responsables del proceso de coagulación, lo que produce hemorragias severas e incontrolables. En caso de una mordedura tienes cerca de media hora para despedirte de tus seres queridos.

En lo concerniente a la viuda negra el efecto del veneno en el organismo de su victima causa parálisis en el sistema nervioso central y un dolor que corroe el alma, que aunque suene extraño raras veces ocasiona la muerte. Por el contrario, existe una araña muy peligrosa denominada armadeira procedente del Brasil. Es un tipo de tarántula y constituye la araña más venenosa del planeta. Es una verdadera asesina. En contraste con la viuda negra que es tímida, sedentaria y solitaria, la armadeira es altamente agresiva y produce un veneno cuyo principal componente es un neurotóxico tan potente que solo 0.006 mg matan a un ratón. En el caso de un ser humano el veneno lleva a la muerte en apenas 25 minutos.

Si crees que alejándote de la tierra estarás más seguro, no estas ni tibio. Cerca de las costas Australianas, viven las criaturas marinas mas letales del planeta. Entre los corales se encuentra camuflado el pez piedra, un horrible pez puntiagudo que provoca una dolorosa sensación no mortal, pero que requiere atención medica inmediata. Un poco más hacia el interior, en el gran arrecife de coral, existe un pequeño cefalópodo muy colorido: el pulpo de anillos azules. Su color, al igual que el de algunos anfibios terrestres, significa ¡Cuidado, muy peligroso! Cuando alguien irrumpe en su territorio, es capaz de inyectar una combinación mortal de sustancias que causan bloqueo neuronal, colapso respiratorio y cardiovascular, parálisis y por supuesto la muerte. Una dosis de veneno es suficiente para enviar al otro mundo a 20 personas. No obstante, el mar Australiano aún nos reserva la sorpresa más impactante. Se trata de una criatura conocida como avispa marina, y es una belleza letal. Se cree que es el ser vivo más venenoso del planeta. Su piel contiene una combinación de neurotoxinas tan potente que solo 1,4 mg envían al panteón a un adulto humano. En cuanto a su aspecto es muy parecida a una medusa, con el agravante que es casi invisible en aguas profundas.

Las sustancias químicas componentes de estos venenos van desde neurotransmisores como la acetilcolina, la dopamina y la histamina hasta sustancias realmente peligrosas como la tetrodoxina, cuya acción nociva es 100 veces mas potente que el veneno inyectado por la viuda negra. En definitiva, el veneno generado por estos animales actúa mediante un proceso llave-cerradura, que causa una serie de reacciones en cadena, afectando las condiciones vitales de los organismos que, en caso de no existir antídoto o el tratamiento adecuado, derivan irremediablemente en la muerte.

Fuentes: M. Silberberg. Química; Hill y Kolb. Química para el nuevo milenio; Revista National Geographic Kids. Edición 2008.

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