Satélites

¿Qué se hace con los satélites inservibles?

Aunque el espacio disponible en órbita es muy grande, algunas órbitas, como las geoestacionarias, se están llenando cada vez más a causa de la incesante demanda en aumento de transmisión de datos por todo el mundo, por lo que desde hace ya algunas décadas se idearon una serie de normas que impidieran que un satélite inactivo causara problemas a otros en activo, o que ocupara un espacio útil para otros satélites. Así, todos los satélites modernos son diseñados con una reserva de combustible que utilizan cuando reciben la orden de pasar a inactivo, dando así por finalizada su vida útil.

¿Dónde van los satélites que "mueren"?

Dependiendo de su órbita, los satélites son propulsados hacia diferentes lugares, para minimizar el riesgo de colisión con otros satélites, estaciones espaciales, naves, etc.

Los satélites de órbita baja, dado que están constantemente sometidos a un pequeño rozamiento por parte de la atmósfera y dada su pequeña masa (comparándolos con los mastodónticos satélites geoestacionarios), son decelerados para así provocar su entrada en las capas altas de la atmósfera, desintegrándose así a causa de las enormes temperaturas que se generan por fricción (recordemos que re-entra a una enorme velocidad).

Los satélites de órbita geosíncrona o geostacionaria, dado su gran tamaño y lo peligroso de su maniobra de desorbitado (ya que pasarían por varias órbitas pobladas por satélites, la ISS, o el Shuttle), son propulsados a una órbita superior, llamada también órbita cementerio, donde quedan "ad infinitum" sin interferir con el resto de satélites activos por debajo de ellos.

El problema de la basura espacial es real, y los paneles solares del Hubble y al menos un transbordador espacial han sido impactados por pequeños fragmentos de barniz, pintura, o micro-estructuras de otros satélites o naves, causando daños moderados.

Seguimiento por radar

El Ejército del Aire de los Estados Unidos sigue por radar la posición de todos los objetos en órbita baja con tamaño igual o superior a una pelota de golf, pero incluso un pequeño trozo de pintura puede llegar a poner en peligro la integridad de la ventana de una lanzadera, ya que aunque su masa es pequeña, el impacto puede producirse a 25.000 Km/h.

Es por ello que los controles de calidad en todo lo relacionado con fragmentación de las cargas útiles de los lanzadores modernos son tremendamente exigentes, ya que ha de asegurarse que no dejará ningún fragmento en órbita, por pequeño que sea.

¿Es viable la utilización de "velas" de viento solar para impulsar naves espaciales?

Las velas solares ya fueron propuestas por Johannes Keppler como medio de navegar por el espacio, aunque el motivo de que éstas funcionaran estaba basado en un supuesto equivocado, ya que pensaba que la cola de los cometas estaba impulsada por un viento espacial. Dicho viento espacial podría empujar entonces a una nave equipada con velas.

Lo cierto es que el viento que impulsa estas velas no es más que la luz irradiada por una estrella cercana o por un emisor láser de alta potencia.

Tipos de velas solares

Las velas solares que se estudian hoy en día están compuestas por un material extremadamente ligero de fibra de carbono y se pueden clasificar en dos categorías principales:

Las estabilizadas en 3 ejes: Esto quiere decir que la vela puede mantener su actitud (es decir, se mantiene siempre en la misma posición relativa a 3 ejes). Son velas que requieren una estructura rígida para dar apoyo a la superficie vélica, y podríamos decir que se asemejan a una cometa. De este tipo son las velas que podrían ser propulsadas en un futuro por un emisor láser. El mayor contratiempo que tienen estas velas es su mayor peso y su limitación de tamaño provocada por el tamaño, precisamente, de su armazón de soporte.

Las que giran alrededor de un eje: Nos las podemos imaginar como hélices o discos. Son lanzadas como un cuerpo circular de escaso diámetro. La fuerza centrífuga hace que unos pesos dispuestos en los extremos de cada trozo de vela se vayan alejando del centro de la vela extendiendo así una enorme estructura de estrechas pero larguísimas velas en el caso de los "heliogiros", o de un enorme disco, que son mantenidas en tensión por la rotación de la vela.

La viabilidad de las velas de viento solar

Sobre su viabilidad, mucho se ha dicho, pero poco se ha hecho. Los científicos del Jet Propulsion Laboratory de la NASA afirman que las velas solares podrían ser el futuro del viaje del ser humano más allá de los confines del Sistema Solar, y viendo los resultados de sus simulaciones, no parece que vayan muy desencaminados.

Una sonda propulsada por una vela solar que reciba únicamente potencia radiada del Sol puede acelerar sin parar hasta unos 90 Kilómetros por segundo, alcanzando en tan sólo 8 años a la sonda Voyager 1, que lleva 20 años viajando y es la sonda más alejada en este momento del Sistema Solar.

Lo sorprendente viene ahora, y es que si a esta misma sonda le añadiéramos un emisor magnético (en el caso de una vela magnética, cuyo principio es el mismo que el de la vela solar) o un emisor láser la vela podría acelerar hasta la escalofriante cifra de 30.000 Kilómetros por segundo, ¡que es la décima parte de la velocidad de la luz!