El proceso que siguen los sistemas de enfriamiento se basan en el llamado ciclo de Carnot (en realidad es el proceso inverso al de una máquina térmica).

En la nevera hay un circuito por el que circula el líquido refrigerante siempre que el motor (compresor) está en marcha. Una parte del circuito está en el interior –por él circula el refrigerante evaporándose y absorbiendo calor- y otra en el exterior –por él circula el refrigerante que, a través del compresor, se convierte en líquido.

En un frigorífico, el motor conectado a la red eléctrica produce un trabajo que se emplea en extraer un calor del foco frío (la cavidad del frigorífico) y se cede calor al foco caliente, que es la atmósfera.

En el argot de la refrigeración se habla de frigorías como unidad: una frigoría equivale a una “caloría negativa” : es la energía que hay que sustraer a 1 gramo de agua para rebajar su temperatura en un grado centígrado.

El fluido refrigerante se mueve en un circuito cerrado por los tres componentes de la nevera (señalados en el dibujo con números):

    • Compresor (motor), (1)

    • Condensador (tubo con forma de serpentín), (2)

    • Evaporador (también un tubo con forma de serpentín, en el interior de la nevera), (3)

Dicho fluido llega al compresor, (1), como gas (a baja presión y temperatura ambiente); en él se reduce su volumen (se comprime) y esto hace que se caliente. Pasa entonces al condensador, (2), donde se licúa, liberando calor hacia el aire de la habitación (por tanto, se enfría). Este líquido pasa, a continuación, por un estrechamiento, al evaporador, (3). Ahí, al disminuir la presión, el fluido se expande y se evapora, absorbiendo calor (de los alimentos situados en el interior de la nevera). El fluido continúa entonces circulando para pasar al compresor y comienza un nuevo ciclo.

La mayoría de las neveras poseen un termostato: una sonda que desconecta el sistema cuando registra en el interior una temperatura dada, programada previamente.