Huevos extraños

Pasatiempos

(nº 19, Diciembre-2002)

Huevos extraños (PS-19)

J. L. López Lasala

La cordera paciente

con el lobo hambriento

hará su ajuntamiento,

y con las simples aves sin ruido

harán las bravas sierpes ya su nido.

Garcilaso de la Vega, Égloga I

Cuando la profesora de Eventos comunicó a la clase que nuestro querido compañero “Isra” había sido atropellado por un camión de cocacolas, todos nos quedamos completamente indiferentes. Sólo “El Troglo”, más sensible, se emocionó al imaginar la sangre de la cocacola manando interminable del camión, como una gran herida abierta al desperdicio. Pero lo más asombroso del caso ocurrió en el hospital: el cirujano jefe se vio incapaz de intervenir al herido, porque, según él, ¡era su hijo! ¡Y todos sabemos que esa persona no es su padre! ¿Cómo explicarías esta paradoja?

La Naturaleza está perdiendo los papeles y yo no sé qué pensar sobre esto: junta animales de la misma familia que nunca llegan a entenderse y dudo que siquiera se reconozcan. A veces, un cirujano jefe cree reconocer a su hijo en el cuerpo malherido de un paciente, pero aquí la subconsciencia ha traicionado al falso padre, que, en el fondo, siempre quiso ver así a su hijo. Lo normal es que los padres no reconozcan a sus hijos, ni los hijos reconozcamos a los padres, ni los padres se reconozcan a sí mismos y que nosotros tampoco nos reconozcamos.

Me consuela saber que existen perros que amamantan gatos, pero, al igual que los rinocerontes y esos pajaritos que les quitan los parásitos de por encima, siempre será, aunque cueste descubrirlo, un entendimiento interesado.

La Ciencia, que ya ha demostrado su incapacidad para aclarar cualquier misterio, jamás podrá llegar a esta conclusión: padres e hijos no se reconocen porque, en realidad, pertenecen a especies distintas. Mientras las hembras veían el final de la Telenovela o los machos la final de la Champions, la Naturaleza se coló en sus hogares y cambió los huevos que distraídamente estaban empollando por otros que sacó de Dios sabe dónde.

Y yo no sé qué es peor: si las consecuencias de este hecho o el hecho de que los padres no se dieran cuenta del cambiazo en su momento, a pesar de lo grande y torpe y ruidosa que es la Naturaleza

El burrito non

¿Te atreves a aclarar el misterio del falso padre? No vale, claro está, la psicológica explicación del “burrito non”, ni otras posibilidades más fáciles como la adopción, el divorcio... o alguna trampa oculta en el texto.

Escríbenos a: rincon.ciencia.erc@gmail.com

[Este problema es una adaptación del que aparece en el libro de Colin Bruce: La paradoja de Einstein y otros misterios de la ciencia (Ed. Granica, 2001).]

SOLUCIÓN