Acción Católica - Breve historia

Los primeros orígenes del apostolado laical

Siempre hubo apostolado de los laicos en la Iglesia, aunque con distintas modalidades y diversa intensidad. En "Hechos" y en "Epístolas" leemos que desde los primeros tiempos, mujeres, incluso niños (Tarcisio), acompañaban y ayudaban a los Apóstoles en su empeño evangelizador. El testimonio cristiano de los fieles, hasta de algunos neófitos recién llegados al cristianismo, alcanzó cumbres de martirio por confesar públicamente su fe. La pléyade de santos laicos -madres, vírgenes, campesinos, artesanos, intelectuales, reyes- que poblaron el caminar de la Iglesia, habla del compromiso personal de tantos y tantos fieles que ayudaron con su vida y con su obra a difundir la Fe y a implantar la Iglesia.

Pero no siempre hubo formas asociadas de apostolado laico. Las primeras asociaciones de laicos tuvieron principalmente un carácter piadoso, orientadas a la perfección personal, o a servicios de caridad: hermandades, cofradías, pías uniones, terceras órdenes, instituciones de beneficencia, etc. Hacia mediados del siglo XIX aparecen asociaciones católicas surgidas por la defensa activa y pública de la Iglesia y del catolicismo ante los ataques de corrientes antirreligiosas, inspiradas en banderas del liberalismo, la masonería, el socialismo o el comunismo.

Coincidiendo en el tiempo, alrededor de los años 1848 y 1850, aparecieron casi simultáneamente Asociaciones Católicas de parecida finalidad religioso-popular-social en defensa de la Iglesia en diversos países de Europa. ("Unión Catholique" en Bélgica, "Catholic Union" en Inglaterra, "Piusverein" en Austria, "Katolischer Verein" en Alemania, "Ligue Catholique pour la defense de l'Eglise" en Francia, "Asociación de Católicos" en España, etc.).

En nuestro país, ese hecho se verifica bajo el liderazgo de José Manuel Estrada y sus contemporáneos, quiénes ven la necesidad de convocar y organizar el "Primer Congreso de los Católicos Argentinos" en 1884, que es el comienzo de una fructífera y notable toma de conciencia laical que, bajo diferentes formas y modalidades, con altibajos y discontinuidades, influye profundamente en lo que es hoy la Iglesia en la Argentina.

La Iglesia universal comienza a sentir la necesidad de organizaciones laicales para afrontar nuevos requerimientos pastorales propios de la época, y se inicia un proceso asociativo impulsado por los Papas a partir de Pío IX (1846-1878), que crece y llega hasta nuestros días con el florecimiento providencial de Asociaciones y Movimientos, tal como lo ha registrado el Sínodo de 1987.

Aparición de la Acción Católica

Dentro de este proceso, diverso en intentos, se va perfilando una forma nueva de vivir el compromiso laical, signada por una preocupación más amplia por toda la misión y la vida de la Iglesia, no dedicada principalmente a la defensa de sus derechos públicos ni orientada específicamente a la realización de obras de caridad o de piedad, sino también interesada en la restauración de todas las cosas en el espíritu evangélico, y en trabajar por la "cuestión social" planteada por León XIII en su magisterio. Surgen así diferentes movimientos laicales que son bendecidos e impulsados por los Papas y se va perfilando una forma asociada que se propone realizar en plenitud una "acción católica", a la que finalmente da especial impulso y ordenamiento orgánico la gran mente y el gran corazón de Pío XI, quien define esta forma asociada como la participación de los laicos en el apostolado de la jerarquía, y la confirma bajo el nombre de Acción Católica tal como se había venido usando.

Esta particular forma de apostolado laical asociado, es profundamente debatida en el Concilio Vaticano II, que en un cierto modo la redefine y la ubica finalmente como "perteneciente al diseño constitucional de la Iglesia" (según palabras de SS Paulo VI). En la Constitución Lumen Gentium (33) al tratar el apostolado laical que tiene su origen en el Bautismo, distingue como un servicio más comprometido (... Además de este apostolado que incumbe absolutamente a todos los cristianos...) el que cumple la Acción Católica en cuanto forma laical llamada a una colaboración más inmediata con el apostolado de la Jerarquía"; en el Decreto Ad Gentes (15) coloca a la Acción Católica como "uno de los ministerios necesarios para la plantación de la Iglesia y el desarrollo de la comunidad cristiana"; en el Decreto Apostolicam Actuositatem, caracteriza a la Acción Católica por medio de cuatro notas que la identifican en medio de la creciente constelación de Asociaciones y Movimientos laicales; y en el Decreto Christus Dominus (17) coloca "señaladamente a la Acción Católica" entre las preocupaciones de los Pastores en orden a urgir a los fieles a ejercer su apostolado propio.

Para comprender el proceso por el que se gesta en el seno del laicado lo que hoy conocemos como "Acción Católica", es conveniente analizar el itinerario que se fue verificando, hasta que el Papado la promueve, al identificar su función y servicio eclesial. Es un proceso que se inicia en el Pontificado de Pío IX, continúa con León XIII, San Pío X, Benedicto XV, y se concreta con la intuición y la decisión de Pío XI, quien la define y la promueve en todo el orbe, iniciando un período de gran difusión y crecimiento, pero también de ensayos diversos según los países y sus modalidades eclesiales.

Los Congresos Mundiales de Apostolado Laico

Durante el pontificado de Pío XII, la Acción Católica alcanza gran auge, y bajo su influencia se despierta una conciencia laica con vigor desconocido hasta entonces en la iglesia, que ve reverdecer antiguas asociaciones y nacer nuevos agrupamientos que reclaman un lugar en la consideración de los Pastores.

Para analizar y discutir este nuevo fenómeno del laicado organizado, se realizan dos Congresos Mundiales de Apostolado laico durante el pontificado de Pío XII. En el segundo de ellos, realizado en 1957, se recibe la sugerencia de ampliar el término de Acción Católica a todo movimiento apostólico organizado y reconocido, cualquiera sea su nombre, y consecuentemente reunirlos en una única federación. Esto significa un cambio profundo hacia el futuro, por lo que el Congreso decidió postergar una decisión al respecto, y encomendó al COPECIAL, realizar una encuesta mundial sobre Acción Católica para estudiar en profundidad el tema.

Las respuestas y el estudio llevaron a desestimar la propuesta de reforma, pero quedó instalada la cuestión sobre la diversidad y complementariedad de formas de apostolado laico, y sobre la identidad que caracteriza a la Acción Católica, cuestión que fue tratada y reflexionada en un largo debate de tres años durante el Concilio Vaticano II.

La Acción Católica en el Concilio Vaticano II

Durante la preparación, la Secretaría del Concilio recibió, previo al mismo, cerca de cuatrocientas proposiciones sobre Acción Católica (opinó la quinta parte del episcopado mundial); sobre tal base se hizo un Esquema preliminar que fue modificado tres veces durante el Concilio. Finalmente se discutió en el Aula y se votó el tercer esquema con 144 intervenciones de Padres Conciliares, 33 de los cuales lo hicieron específicamente sobre la sección dedicada a la Acción Católica. Esto muestra el interés dado al tema. El Decreto Apostolicam Actuositatem en su punto 20 detalla las cuatro notas que identifican a la Acción Católica.

El debate conciliar identificó la "sustancia" de la Acción Católica, y aún las intervenciones más críticas, en general reconocieron validez y eficacia para esta particular forma de apostolado. Cabe señalar aquí que las reticencias o las dudas que fueron presentadas por algunos Padres Conciliares en relación con la Acción Católica, salvo casos excepcionales, no tenían en general un carácter doctrinal sino más bien pastoral. Se referían preponderantemente a la inconveniencia de trasladar determinadas formas de apostolado de un lugar a otro; o al riesgo de favorecer categorías de asociaciones o de reconocer privilegios a unas en desmedro de otras. También se expresó reticencia de usar el término Acción Católica en algunos países (sajones específicamente), porque podía tener resonancias políticas, no conveniente a un movimiento de Iglesia.

El calificativo de "apostolado precioso" finalmente dado por el Concilio al apostolado de la Acción Católica, es una garantía de eclesialidad en el espíritu predominante en el Vaticano II, y una ratificación de su validez como servicio a la pastoral postconciliar.

Luego del Concilio, Paulo VI prácticamente toma a su cargo iluminar en profundidad la naturaleza eclesiológica y pastoral de la Acción Católica con una profusión de mensajes y documentos, que son ratificados y precisados aún más por Juan Pablo II.

La Acción Católica en el Sínodo sobre los Laicos

La VII Asamblea del Sínodo de los Obispos de 1987, al analizar el amplio panorama del asociacionismo laical, produce una recomendación que es asumida textualmente por Juan Pablo II en el Nº 31 de Christifideles Laici cuando, al referirse al reconocimiento explícito y elección de Asociaciones que hace la Jerarquía por exigencia del bien común de la Iglesia para promoverlas de un modo peculiar, dice: "los Padres sinodales han recordado explícitamente diversos movimientos y asociaciones de Acción Católica", y transcribe a renglón seguido la recomendación Nº 13 donde los Padres sinodales caracterizan la Acción Católica con una cuidada conceptualización que actualiza con renovadas expresiones la definición original.

del "Proyecto Institucional de la Acción Católica Argentina"

Editado por el Equipo Nacional de Publicaciones

del Consejo Nacional de A.C.A.