Hay que descubrir el camino que hay que seguir

Dijo un sabio:“El valor de las cosas no está en el tiempo que duran sino en la intensidad con que fueron usadas”

Por eso existen momentos y personas inolvidables.

Los momentos y las personas que uno recuerda y no olvida son los que le han puesto el sabor a la vida. Son los que hicieron del diario vivir un vivir con sentido, con un fin, con un por qué. Son los auténticos creadores de todo porque supieron orar y escuchar.

Escuchar lo que tu dices, lo que tu necesitas. Y también escuchar lo que Dios quería y necesitaba que hicieran.

Es en el hacer lo que Dios quiere de cada uno de nosotros que la vida tiene un pleno sentido del porque se vive.

Hay que dejar que Dios sea Dios. Que Dios haga de Dios.

Y ello es sólo posible si rezo y escucho: practico y hago lo que Él me sopla.

Como decía San Juan de la Cruz todos seremos juzgados por el amor, lo otro se habrá hecho humo que el viento se habrá llevado.

El que ama transmite generosamente lo que recibe.

Vive dando y dándose. Viven y hacen vivir.

El que ama y da, abre la puerta a la felicidad. La de él y la de los que lo rodean. Todos crecen, todos son más felices.

Cuando faltan santos, cuando faltan hombres buenos en una nación, se oscurece el espíritu de los hombres, y las personas no ven el camino que hay que seguir, afirmaba el Beato polaco Bronislaw Markiewicz.

Existe una forma de ignorancia sumamente peligrosa: la de quien cree saber su camino, cuando en realidad no sabe o sabe mal.

La peor forma de ignorancia, lo explicaba también Platón (al repetir seguramente una enseñanza de Sócrates), es creer saber cuando no se sabe

¿Y cómo sabe el hombre el camino que hay que seguir?

Rezando, escuchando y reflexionando lo que escucha. No hay otro camino. Si no paro la oreja no sabré cual es el camino.

Dios no te preguntará que modelo de auto tenías, sino a cuantas personas te ofreciste llevar.

Dios no te preguntará como era tu casa, sino a cuanta gente abriste tu hogar.

Dios no te preguntará la marca de ropa que usabas, sino a cuantos ayudaste a vestirse.

Dios no te preguntará cuanto fue lo que ganaste, sino si alguna vez vendiste tu conciencia para lograrlo.

Dios no te preguntará que titulo tienes, te preguntará si hiciste todo con tu mejor capacidad.

Dios no te preguntará cuantos amigos tenías, te preguntará cuantos te consideraban su amigo.

Dios no te preguntará donde vivías, te preguntará como tratabas a tus vecinos.

Dios no te preguntará por el color de tu piel, te preguntará por la pureza de tu interior.

Dios no te preguntará por qué tardaste tanto en descubrirlo, si te preguntará a cuantos ayudaste a descubrir a Dios.

Hazte todas estas preguntas y reflexiónalas, pues nadie se escapará de enfrentarse con el rostro de Dios y todas deberán ser contestadas y a Dios no es posible disfrazarle el texto de lo que hayas vivido y como lo has vivido.

Decía Albert Einstein, un sabio de nuestro tiempo:

El secreto de la creatividad está en dormir bien y abrir la mente a las posibilidades infinitas.

¿Qué es un hombre sin sueños?

Hay dos maneras de vivir una vida.

La primera es pensar que nada es un milagro.

La segunda es pensar que todo es un milagro.

De lo que estoy seguro es que Dios existe.

Abre tu mente a los milagros. Para ello deberás orar y escuchar.

Y si oras y escuchas sabrás donde está el verdadero camino, sabrás donde está la verdadera amistad que te hará posible que sean más fáciles contestar las preguntas que Dios te hará.

Salvador Casadevall