¿Qué es la vida buena?, se preguntaban los griegos.

Si hay un orden en todo, la vida será buena.

Si hay un orden en todo lo creado, desde la energía hasta los planetas, ¿por qué no la debe haber también en el hombre?

Hay muchos hombres que creen que ellos, por sí, pueden crear un orden propio. Ese orden ya fue creado antes por el mismo Creador de todo.

La vida no la podemos crear. Podremos ordenarla, cuidarla o no, podremos ayudar a que llegue a su plenitud.

Pero el orden de la vida ya fue impuesto por Dios, te guste o no te guste.

Hay teorías que les dan mayor importancia a la justicia, algunas a la solidaridad y otras a la libertad.

El hecho de privilegiar un valor determinado se va a reflejar en el comportamiento que adoptemos al aplicar una determinada filosofía de vida.

La mera invocación de un determinado valor no implica que ese valor sea practicado. Así vemos como en la historia de la humanidad se han cometido muchas injusticias, en nombre de la justicia, y se ha esclavizado en nombre de la igualdad y la libertad.

Hoy en día se invoca a la libertad como un valor prioritario.

Con respecto a este tema, debemos tener en cuenta cuáles son las capacidades personales que cada individuo posee para ejercer su libertad.

La utilización de la libertad requiere de las capacidades necesarias para su ejercicio.

Cuando estas capacidades no existen, es imposible ejercer, como debe ser, el uso de la libertad.

Es lo que tantas veces hemos ya citado. La libertad le fue dada al hombre para ejercer el bien, cuando la usa para el mal, se convierte en un esclavo. Pierde su libertad.

Los filósofos de nuestro tiempo coinciden en afirmar que nunca ha habido una conciencia tan viva de la libertad individual como ahora.

Nunca como ahora se ha defendido el derecho a hacer lo que quiero, a hacer mi vida como quiero y hacerla como yo quiero.

Al mismo tiempo, quizá también nunca como hoy se ha perdido el fundamento y el sentido de la libertad.

Ser libre, pero,………. ¿para qué?.

Víctor Frankl dice que el hombre sólo es capaz de realizarse plenamente en la medida que su vida tenga un sentido.

Lo que actualmente se adolece es de ese sentido en el uso de la libertad.

Se ha perdido el sentido del buen uso de la libertad.

Somos libres, en parte, porque podemos elegir entre una cosa y otra, en hacer algo o no hacerlo.

Ser libre quiere decir auto-determinarse a ser lo que uno quiere ser, lo que uno quiere realizar de valioso.

Es entonces cuando la libertad alcanza su máxima plenitud: determino mi existencia en pos de un fin que vale la pena.

Pero se debe comprender que la libertad humana no es absoluta, sino limitada, por muchos factores.

Hay quien cree que es libre absolutamente porque está desligado de todo compromiso. Es un sentido engañoso: la libertad no es para hacer lo que quiero, sino para hacer lo que debo.

Y si ejerzo la libertad para hacer lo que debo, siempre será para elegir el bien, lo que está bien.

En el decir de Frankl, de empeñarse en algo que es digno de compromiso, en la entrega a una tarea por la que se puede decidir libremente.

Si no hay un fin, una meta, el ejercicio de la libertad podría reducirse a meras elecciones triviales: tomo whisky o cerveza, voy al cine o me quedo en casa.

Pero la libertad trasciende estas alternativas, tiene una finalidad más profunda: somos libres porque podemos tener un proyecto vital propio, un sentido y una orientación de la vida.

El gran desafío de la libertad, entonces, es elegir lo que nos perfecciona, es atreverse a hacer lo que uno debe, aunque me cueste, en vez de hacer aquello que me gusta, aquello que me da placer.

Los que toman esta actitud, sucede en ellos algo muy hermoso.

Lo que empecé haciendo porque debía, termina siendo lo que más me gusta hacer.

¿Por qué sucede esto?

Simplemente porque te atreviste a seguir el sentido por el cual Dios, le dio la libertad al hombre.

La iluminación del cómo debo usar mi libertad siempre nos viene del que la creó.

Algunos se esfuerzan en atreverse, otros miran para otro lado y terminan viviendo engañándose a sí mismos.

Cada uno es lo que desea ser. Lo que se atreve ser.

Algunos ponen esfuerzo, otros no.

¿En qué vereda quieres estar tu?

Salvador Casadevall

salvadorcasadevall@yahoo.com.ar