Leti



Continúa en:


¿Apariencias?

No basta no ser malo; es preciso también no parecer malo; pues si pareces malo, aunque no lo seas, te haces mal a ti mismo y haces mal a los demás.

La bondad ha de ser antes que nada interna, de corazón, de verdad, auténtica: has de ser bueno ante tu conciencia y ante Dios.

Pero la bondad requiere ser expresada, visibilizada, manifestada, a fin de que todos los demás se sientan animados también a ser buenos y siendo todos buenos, hagamos al mundo mejor de lo que es.

Pero la bondad de corazón no aparecerá en rostros tristes, alargados, con actitudes de rechazo, en palabras violentas, en negaciones sin sentido; eso no es “aparecer” bueno, sino que es preciso también demostrarlo.

Parecer bueno y no serlo, es hipocresía; serlo y no aparecerlo, es falsedad.

(Adaptado de “Los cinco minutos de Dios”, de Alfonso Milagro)

Cristo nos exige una perfección real y no aparente; no admite en nosotros ninguna falsedad; nos quiere auténticos cristianos. ¿Quién va a abrazar nuestra fe si nuestro testimonio es de personas serias, pesimistas, frías e insensibles? Debemos contagiar nuestra fe con alegría, esperanza, convicciones firmes, y un corazón dispuesto a entregarse a los que nos rodean.

Tenemos que ser otro Cristo, de suerte que el que nos vea, vea a Cristo en nosotros.

Adolescentes “ en crisis”

La adolescencia es una etapa de crisis y de búsqueda de la propia identidad, lo que trae aparejada una necesaria rebeldía.

Situaciones problemáticas

Imaginemos distintas situaciones. Padres que trabajan todo el día y llegan extenuados a sus casas. Están de mal humor, no tienen ganas de hacer nada y menos aún de escuchar los desplantes de su hijo.

Madres desbordadas: sus hijos no les hacen caso, ellas sienten que su esposo no colabora y que ellas solas no pueden. Gritan para que las escuchen.

Madres y padres no se ponen de acuerdo en cómo sacar adelante a su familia y discuten frente a sus hijos. Uno da permisos, el otro no.

Padres o madres permisivos que, por miedo a perder el cariño de sus hijos, o por comodidad, no ponen límites. Pero son límites que los chicos están pidiendo y que pueden ayudarlos a encontrar el rumbo que tanto necesitan.

Padres que ya no se divierten juntos, no dialogan ni tienen un proyecto para su familia. Cada uno se ocupa de su propia vida. No están disponibles cuando sus hijos los necesitan porque tienen cosas “más importantes” que hacer.

¿Cómo mejorar el clima familiar?

Ante todo, recuperemos nuestro lugar de padres, aunque por momentos nos cueste por estar atravesando una situación difícil en nuestro matrimonio. Tengamos presente y claro qué objetivos tenemos para nuestra familia y para cada uno de nuestros hijos.

Lleguemos a un acuerdo sobre cómo vamos a ayudarlos a crecer, que en la adolescencia será de una manera diferente. Nuestros chicos no saben dónde están parados, y si nosotros no tenemos claro cómo ayudarlos, les va a ser más difícil transitar esta etapa.

Los padres somos como el faro que guía a la distancia, y siempre en el mismo lugar. Ellos saben cuáles son nuestras creencias y valores, nuestros criterios y formas de pensar. Quizás en este momento parezcan alejarse, pero no por esto nosotros debemos cambiar nuestros principios. El difícil equilibrio que necesitamos entre paciencia y firmeza, junto con los límites que ellos necesitan, los ayudará a ordenarse y a definir su propia personalidad. Es muy importante no perder la serenidad, y si vemos que en un momento la madre se está llevando muy mal con su hija, quizás es bueno que el padre se haga más responsable de su educación hasta que se calmen los ánimos. Hay que tratar de no erosionar las relaciones.

Saber rescatar lo positivo

Durante la construcción de una identidad propia, y en ese proceso, les cuesta captar lo positivo que tienen. Sería bueno poder conectarnos con lo mejor de su persona para que lo pueda reconocer. Para

eso, debemos compartir vivencias, pasar tiempo juntos y abrir espacios de diálogo que permitan aclararles sus dudas e inquietudes. Lo importante es estar disponibles cuando ellos nos necesiten.

Por Leti. (fuente: Cristo Hoy)