Familia

El niño es el padre del hombre

De ahí la importancia de los primeros cinco años de vida de todo chico.

Como sean y como viva estos primeros años, así será el hombre.

Los niños constituyen las visiones de nuestros sueños: son la corporización de la vida. De la vida futura, se entiende.

Los adultos estamos mucho más heridos por lo vivido.

La esperanza en su profundidad más pura y la pasión por la vida, solo se puede encontrar en los niños.

Es frecuente encontrarlo en los niños.

En alguna parte del evangelio se nos dice que para entrar en el Reino de los Cielos deberemos ser como niños.

Es que en los niños hasta lo más malo está lleno de pureza.

Sueños, ilusión, esperanza y pureza deben estar en el alma de todo hombre si quiere llegar al paraíso.

Sueños, ilusión, esperanza y pureza son lo que hay en todo niño.

El hogar debe enseñar a guardarse de los riesgos y las degradaciones que amenazan a toda la humanidad.

El papel de la familia en la formación de sus hijos es tan importante que cuando falta difícilmente puede suplirse.

Lo que los hijos no aprendieron de sus padres lo mendigarán toda su vida.

Los padres deben mirar a sus hijos como personas humanas que deben ser moldeadas en el cumplimiento de las leyes de Dios. Difícilmente podrán hacerlo si ellos no viven con su testimonio la voluntad del Padre.

Su primer testimonio de esta responsabilidad la dan con la creación de un hogar donde la ternura, el perdón, el respeto, la fidelidad y el servicio desinteresado son norma de vida.

El hogar es la primera escuela donde se enseñan las virtudes.

Ser abnegado, tener sano juicio sobre las cosas, dominio de sí mismo, sentirse responsables de su libertad.

Todo esto, todo niño debería recibirlo en el hogar.

Si no lo recibe de sus padres toda la sociedad sale perjudicada, toda la sociedad deberá afrontar las consecuencias.

Por el sacramento del matrimonio los padres han recibido la responsabilidad y el privilegio de evangelizar a sus hijos.

El misterio de la fe se deberá iniciar familiarmente. La catequesis familiar precede, acompaña y enriquece las otras formas de enseñanza de la fe.

La parroquia es la comunidad eucarística y el corazón de la vida litúrgica de las familias cristianas, o debería serlo.

Pero de nada sirve que allí cerca de nuestra casa haya una iglesia si en nuestro hogar no reine el propósito de crecer en la fe.

Es en los hogares donde está la semilla que podrá germinar fuera de casa, pero no es posible si el hogar no ha sido antes tierra fértil para crecer en lo que uno quiere creer.

En todo hogar hay un sinfín de riquezas que la mayoría de las cuales pasan desapercibidas.

Y pasan desapercibidas, pasan sin que nos demos cuenta, precisamente porque las tenemos y como las tenemos no las valoramos. No las resaltamos.

Es frecuente en la vida que para valorar una cosa hay que dejar de tenerla.

Yo durante unos años fui un hombre rico. ¿Saben cuando me di cuenta?.

Cuando me arruiné.

Quizás nunca nos hemos detenido a reflexionar sobre la suerte o las muchas suertes que hay en nuestra casa, que hay en nuestra vida.

La buena suerte siempre la gente la mira como algo que no tiene.

No saben mirar las múltiples suertes de las cuales disfrutan cada día.

¿Qué hice yo para nacer en esta parte del mundo donde como todos los días? ¿Saben cuantos millones hay que no comen todos los días?

¿Qué hice yo para tener el padre que tengo?

¿Saben cuantos hay que no han conocido a su padre?

¿Qué hice yo para poder ver los hermosos colores de las flores?

¿Saben cuantos hay que toda su vida será oscuridad y nunca verán florecer una primavera?

Busca tu buena suerte en ti y verás ¡cuantas suertes tienes!

Busca tu buena suerte en tu familia y verás ¡cuantas suertes encontrarás!

Salvador Casadevall

salvadorcasadevall@yahoo.com.ar

Los tres primeros libros de estas reflexiones están a disposición de quien los quiera.