¿Estar angustiado es lo mismo que estar deprimido?

No, no es lo mismo. Una cosa es estar angustiado en la vida y otra es estar deprimido.

Un joven puede estar angustiado porque la próxima semana tiene que rendir un examen en la facultad que es vital para seguir su carrera.

Un padre de familia puede estar angustiado pensando como estirar el sueldo para llegar a fin de mes y cubrir sus necesidades.

Pero ambos a pesar de sus angustias mantienen una llama de esperanza.

El joven se pasará las noches estudiando y el padre hará sus cuentas nuevamente y empezará por cubrir lo más elemental: la luz para que no la corten o el gas o el teléfono. Y aquello que no lo necesito ya, lo pasaré al mes que viene.

Muchas veces he contado que yo era un hombre rico y no me di cuenta que era rico, hasta que me arruiné y desde aquel momento aprendí que en la necesidad, solamente hay que comprar lo que necesites hoy. Si puedes dejarlo para mañana, no es necesario que lo compres hoy.

El hombre que tiene una angustia por una circunstancia cualquiera, enfrenta la situación y ve como puede capear el temporal. Saca fuerzas para enfrentar la situación que tiene por delante.

En cambio el hombre deprimido, es el hombre que sufrió un colapso, es el hombre abatido, es el hombre que por su depresión no tiene iniciativas, perdió todo su afán de lucha y lo peor que tiene el hombre deprimido es que siempre vive recordando los males pasados.

Estos síntomas ¿no están instalados en nosotros?

¿No están presentes también en nuestra familia?

¿Qué queremos decir con esto?

Que a veces no nos damos cuenta porque todo exteriormente anda bien, pero a lo mejor hemos perdido la capacidad de encontrarnos.

Por ahí hemos caído en la rutina y nos hemos apoltronado en nuestro diario vivir. Ya no hay iniciativas que aviven el ansia de vivir.

Se llora rememorando cosas pasadas, que ya no se pueden cambiar.

Lo vivido, vivido está y el como lo haya vivido, si sirve para deprimirme, mejor es olvidarlo, dar vuelta la pagina y ponerle tierra encima. Cuanto más enterrado esté, mejor.

Si el recordar cosas que hayas vivido, sirve como experiencia de lo que no debes hacer, alégrate porque creciste y aprendiste en el saber.

El hombre deprimido es un hombre que naufraga en la vida.

¿Por qué naufraga? Porque siempre habla con vacilación. Y actúa dudando, actúa negativamente. Su actitud siempre es de perdedor.

Es alguien que siente que es: ”el pobrecito yo”

El hombre deprimido es alguien que está siempre afligido.

Y nosotros los cristianos, los matrimonios cristianos, las familias cristianas, somos responsables de la imagen que damos.

Los cristianos reflejamos a cristianos.

Los matrimonios debemos ser reflejo de matrimonio y la familia debe ser imagen de familia. “Familia sé lo que eres” dijo Juan Pablo II. No seas otra cosa. Sé lo que eres.

Y a veces, aunque no nos pase nada, reflejamos aflicción.

Transmitimos imagen de afligidos.

Para algunos estar con cara de afligidos es una necesidad para ir a misa.

Parece que si no estamos afligidos, Dios no nos va a dar bolilla.

El hombre puede estar preocupado. Yo padre de familia, puedo estar preocupado porque tengo un hijo enfermo. Puedo estar preocupado y angustiado porque tengo que resolver un problema.

Pero no permanentemente afligido y deprimido,

La aflicción permanente es síntoma de depresión.

El hombre deprimido no tiene una tristeza local, sino que tiene una tristeza vital. Está siempre triste .No tiene ningún motivo, pero está triste. Un hombre triste es un hombre replegado, es un hombre que no hace nada para salir de su tristeza. ¿Está metida en mi vida la tristeza? ¿Está metida en mi matrimonio la tristeza?

Hay personas que les preguntas y siempre les va mal. Eso si, salen de vacaciones todos los años, cambian el auto, se van de viaje de cuando en cuando. Pero dicen que las cosas van mal.

Y transmiten pesimismo en abundancia.

El cristiano tiene la obligación de no transmitir pesimismo.

Que lo haga uno cualquiera, va y pase. Pero un creyente, no le está permitido. Dios me va a pedir estrecha cuenta de la tristeza que he desparramado, así como me premiará por la alegría que haya repartido

Si de verdad evangelio quiere decir alegre nueva; cristiano, significa alegre y repartidor de alegría.

La persona que cambia de actitud puede equivocarse, pero la que no cambia nunca, vive equivocada.

Decía Santa Teresa de Ávila, doctora de la Iglesia: “Tengo más miedo a una persona triste que a una legión de demonios.”

Nada nos hace tanto daño como vivir tristes. Hoy hay que huir de la tristeza como de una enfermedad. ¡Qué nada nos haga perder la alegría¡

El hombre podrá vivir angustiado, pero el hombre valiente siempre enfrentará el como seguir para adelante.

Muchas veces hemos dicho que si algo necesita el mundo de hoy es del cristiano que se distingue por su afán de ver el lado bueno de las cosas.

Ya decía Juan XXIII “hay tantos que solo ven el lado malo, que hay que contrarrestar esta actitud, mirando lo bueno.” ¡Que hay mucho que mirar!

Y si no lo haces tú, que crees en Dios y María Santísima,

¿Quién lo va a hacer?

El cristiano tiene que transmitir con alegría lo que Dios le enseña.

El Señor invita, nos invita a todos, que realmente nos alegremos, no porque las cosas nos van bien, sino que nos alegremos realmente porque anunciamos lo que EL nos dice.

La alegría es un tema muy amplio para reflexionar, es una alegría asentada en el ser cristiano. No la alegría de la carcajada, sino la alegría de nuestro ser cristiano, que implica vivir siempre en la esperanza.

El cristiano sabe muy bien que después del Viernes Santo siempre viene la Pascua de Resurrección.

El cristiano sabe, se lo dice su alegría de ser cristiano que esta historia de los tres días Santos de la Semana Santa, vividos por Jesús, se volverán a repetir a lo largo de nuestra vida.

Ahí se asienta nuestra esperanza y esta esperanza es la que yo nunca debo de cansarme de irradiar.

El cristiano sabe que todo dolor humano termina con una alegría celestial.

Los que creemos en el más allá, debemos estar alegres de divulgarlo.

Haciendo un poco de broma, decía el Cardenal Martini, que en el más allá no hay malas noticias, lo cual para los que todavía vivimos en el más acá, ya es una buena noticia.

Decía Aristóteles en la “Ética a Nicómaco”:

“El ser humano solo consigue plenitud cuando encuentra duros obstáculos y los supera.

La vida es una carrera con vallas. Si no hay vallas, no hay vida.

Si las vallas son demasiado altas, falla la vida.

Sólo si las vallas son altas y finalmente superadas, florece la vida.”

Salvador Casadevall

salvadorcasadevall@yahoo.com.ar