Carta a los recien casados

ANGEL ENRIQUE LEDESMA MENDEZ

TÉCNICO EN ORIENTACION FAMILIAR

UNIVERSIDAD AUSTRAL

Queridos Esposos:

Larga y dura es la tarea que van a emprender, porque los desvelos que trae la construcción de una familia son grandes y permanentes.

Ya han dejado de ser de Ustedes mismos, para ser del otro. Ya no son dos, sino una sola carne. La lucha será entonces para llegar a ser a través de los años, un solo espíritu.

No es cierto que los esposos, sean dos condenados a llevar toda la vida la carga del matrimonio y que tengan que vivir sin alegría por el resto de sus vidas. Se casan para ser felices, porque se aman y del amor que se entreguen cada día y en todo momento, vuestros hijos recibirán las señales y vivirán ellos en alegría. La cantidad de besos y caricias que los esposos intercambian entre si en toda ocasión, es directamente proporcional a la alegría que reciben los hijos. La alegría en el hogar permite tener estabilidad emocional y criar hijos sanos y felices.

De todos los placeres que el hombre como persona humana puede experimentar, nada hay que pueda igualarse al placer sexual. Es el placer de los placeres, el mayor placer y fíjense que Dios hace bien las cosas. Es la familia una tarea tan difícil de llevar a cabo, que cuando en los viejos diccionarios se daba la definición de familia, siempre se colocaba la imagen de un carro de grandes ruedas y encima del carro iban los hijos, los nietos, los padres y los abuelos y tirando del carro, de la madera que cruza la vara y que se llama yugo, iban los esposos, que por que tiran del mismo yugo, se llaman cónyuges. Cuando se casan, todo cambia, todo es entrega, trabajo, sacrificio, desvelos por los hijos, por la casa, por lo que hay que comprar y hacer. Es tanto el trabajo y el cansancio, que para mantenerlos unidos, Dios les dio la bendición de que puedan disfrutar del mayor placer. Eso los mantendrá unidos. Si saben darse el uno al otro, con generosidad, con dulzura, con olvido de si mismo, cuando el otro lo necesite, cuando el otro lo requiera, cuando el otro lo insinúe; porque el mayor don que pueden hacerse los esposos, son ellos mismos. De esa felicidad que se proporcionen, con la castidad y la prudencia que el amor honesto sabe dar, nacerán los hijos que, concebidos por amor y con amor, serán queridos, esperados y bienvenidos. Quítenle eso, quítenle la entrega y la donación de cada uno de vosotros al otro y no serán uno, serán dos. El matrimonio perderá fuerza, aparecerán los egoísmos, la alegría se fugará asustada ante las rencillas, que pronto se convertirán en una hoguera, que devorará la alegría del hogar. Hasta para las cosas más espirituales, el hombre necesita del cuerpo. Nada hay del cuerpo que sea malo, el egoísmo es malo en si mismo. El matrimonio se funda en la donación de uno hacia el otro, “todos los días de mi vida”. El matrimonio no vive por la pasión, vive por la caridad. LA PASIÓN, PIDE, EXIGE, LA CARIDAD DA, LA CARIDAD ES ENTREGA SIEMPRE. LA PASIÓN SOLO TIENE SENTIDO EN LA MEDIDA QUE DA FELICIDAD AL SER AMADO.

“No separe el hombre, lo que ha unido Dios”.(Mt 19,6) Uno separa en el matrimonio cuando pone el egoísmo y el yo entre yo y el otro. Cada vez que yo me niego, rompo la unión. Rompo el pacto de fidelidad que juré en el altar. A nadie se le ocurriría reclamar lo que ha regalado, de la misma forma ya no puede decidir sobre él mismo, porque en el momento que dijo sí en el altar, dejó de ser su posesión para ser del otro. “No tiene propiedad la mujer sobre su cuerpo, sino su marido, ni tiene propiedad el hombre sobre su cuerpo, sino su mujer. No se defrauden, ni se nieguen el uno al otro, a no ser de mutuo acuerdo, para dedicarse sosegadamente a la oración”, dice el Apóstol San Pablo.(1 Cor 7,4) “Así como la promesa de matrimonio implica el que ninguno de los cónyuges tenga comercio carnal con otra persona, asimismo implica la obligación mutua de hacer uso del matrimonio, siendo esto lo principal, como algo que dimana de la potestad que uno a otro se han dado sobre sus cuerpos; y por ese motivo ambas cosas pertenecen a la “fidelidad” (Santo Tomás – Summa Theológica Supl.q. 49 a.2,3)

En esta entrega total de si mismo, hallarán la felicidad en vuestro matrimonio. Nada ha podido inventar el hombre, que lo haga más feliz, estando casado, que sentir su cuerpo rodeado por los brazos del ser que ama, que es su esposa, a la cual dedicará todo su trabajo y sacrificios. Por eso San Josémaría Escriva siempre decía “con las dos manos bendigo el lecho matrimonial”, y también por eso en su Tratado sobre la Lujuria, Santo Tomás a la negación de acostarse con el esposo o esposa, lo califica de pecado y le llama “pecado de insensibilidad”. Tengan en cuenta que cuando uno quiere acusar a una persona de algo realmente duro, dice de ella, “es un insensible”, que quiere decir, no se conduele de la necesidad del otro. La Madre Superiora de las Hermanas Pías, me decía “es más Angel, si un esposo se ha negado a entregarse, comete infidelidad, y pone al otro en ocasión de pecado, por eso no puede venir a comulgar, el mismo está en pecado grave, es el pecado de falta de caridad, el más duro de los pecados. Cuando mueran serán interrogados por esto “En la tarde de la vida, serás examinado en el amor” dice San Juan de La Cruz. La caricia del ser amado, es la muestra del amor de Dios en la tierra, por eso Angeles Silesius, dice “La novia al besar, merece más el cielo, que un varón con horas de oración.” Refiriéndose al amor que se puede dar en un beso. El amor humano, entre los esposos, “es bueno, muy bueno” (Catecismo) y prepara a los esposos para el encuentro del amor divino.

Filosóficamente hablando, el amor se demuestra de dos maneras. Con palabras y con caricias. Ámense, no se cansen de intercambiar besos y caricias, construyan una unión fuerte para cuando vengan los hijos. Que la tarea de criar los hijos encuentre vuestro hogar construido sobre firmes cimientos rellenados con amor. Si el amor es la base, los embates de la vida, como olas embravecidas a veces, no podrán conmover la casa.

Miren la foto de vuestro casamiento. Allí están padres, hermanos, abuelos, tíos, amigos: todos seres queridos. Pero ahora deténganse un momento a reflexionar y analicen los amores que sienten por ellos y verán que cada uno tiene una característica particular. Todos los amores son diferentes, y el amor matrimonial no tiene parecido con ninguno. El gran peligro de los esposos es que llegan al matrimonio con la noción del amor que le dieron los padres, sin reflexionar que el amor de los padres, cómo es una muestra del amor de Dios, reflejo de Dios e infundido por Dios, parecería que es infinito (sobre todo el amor de las Madres). Pero cuando se casan ya no están unidos por un vínculo superior como el de padre - hijo, sino por un vínculo a su mismo nivel, que nace de la elección propia. El amor de los esposos siempre nace del placer estético de ver a la persona amada, que luego al conocerla aprendo a amarla y me nace el deseo de compartir con ella toda la vida. Por eso el Apóstol San Pablo dice “la obligación del hombre casado es atender las cosas del hogar y de cómo agradar a su mujer. La obligación de la mujer casada es atender las cosas del hogar y de cómo agradar a su marido” (Cor 1 7,35). Una regla debe reinar en vuestro matrimonio: El amor matrimonial es como una cuenta corriente en un banco: NADIE TIENE DERECHO A RECLAMAR NI UN BESO NI UNA CARICIA, QUE NO HAYA DEPOSITADO DE ANTEMANO Y LOS PRESTAMOS SE OTORGAN A NO MÁS DE UN DÍA.

Cuiden del amor, cuyo peligro mayor es la desatención y la rutina. Recréenlo permanentemente. Protéjanlo del daño que el egoísmo suele tender al amor. El Demonio quiere decir el que divide. El egoísmo es hijo del demonio, todo lo divide. El matrimonio es una unión de amor casto. ¿Qué es la castidad conyugal?. Es un llamado al amor delicado, de donación. DEFINICIÓN DE CASTIDAD CONYUGALLa castidad es, en suma, aquella energía espiritual que sabe defender el amor de los peligros del egoísmo (no quiero, no tengo ganas, estoy cansado, me duele la cabeza, etc) y de la agresividad, (no querés, ya vas a ver) y sabe promoverlo hacia su realización plena” (Pontificio Consejo para la Familia : SEXUALIDAD HUMANA: VERDAD Y SIGNIFICADO –Página 2 – Vaticano 8 de Diciembre de 1995. )

No busquen los ideales materiales porque pronto los alcanzarán y se darán cuenta que no valían la pena, pero en la búsqueda habrán perdido años. No cifren tampoco vuestro amor en la sexualidad porque pasa pronto y los deja vacíos. Utilicen la sexualidad como una forma de darse íntimamente para producirse verdadera alegría y cuando hayan disfrutado de ese don que Dios les dio, porque la “sexualidad es fuente de alegría y de agrado entre los esposos. . .y asegura los bienes del matrimonio” “En el matrimonio, la intimidad corporal de los esposos viene a ser un signo y una garantía de comunión espiritual” “Por la unión de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de los esposos y la transmisión de la vida. No se pueden separar estas dos significaciones o valores del matrimonio sin alterar la vida espiritual de los cónyuges, ni comprometer los bienes del matrimonio y el porvenir de la familia. Así el amor conyugal del hombre y de la mujer, queda situado bajo la doble exigencia de la fidelidad y la fecundidad”(Catecismo de la Iglesia Católica 2360 2362 y 2363).

Recuerden que sólo en la fuente del amor, puede la familia, que es fruto del amor, permanecer unida y una familia permanece unida cuando reza unida.

Nunca dejen que vuestro rencor, vea la caída del sol. Que la noche con la tranquilidad les traiga la paz de la reconciliación.

Les pido desde el corazón, que cada noche, cuando pase la efervescencia del amor humano, se recuerden del amor Divino y junten sus manos para agradecer al Señor, por la persona que les ha puesto a vuestro lado.

Esposa, con tus besos, tus caricias, tus atenciones, tu arreglo, tu dedicación, eres responsable de la felicidad de tu marido. Nada quiere él en la casa más que a ti.

Esposo, con tus besos, tus caricias, tus atenciones, tu arreglo, tu dedicación y con una paciencia grande que te ayude a comprender que las mujeres son muy sensibles y frágiles, serás el responsable de la felicidad de tu esposa. A nadie quiere ella, más que a ti.

Esposos, ambos son responsables del crecimiento espiritual del matrimonio. Ya no busquen mirarse constantemente, tómense de la mano y miren juntos hacia el futuro, y así inicien el camino de la vida en familia, que cuando llegue el momento final los encuentre unidos e imitando al Apóstol puedan decir “He librado el buen combate, he mantenido unida y alegre mi familia, he mantenido mi fe. Gracias Dios mío, por ésta compañía que me has dado y que me cuidó cuando estaba enfermo, me dio de beber cuando tenía sed, me tapó cuando tenía frío, me consoló cuando sufría, nunca fue indiferente a mis necesidades. Todo lo hizo por amor. Cumplió lo que tú pediste. Cuando termine su vida, te pido que la recibas en su reino. Yo doy testimonio de su amor y de su entrega a su familia”.

Repitan siempre: Gracias Señor por la familia que nos diste y de la que hoy nosotros somos sus iniciadores, te prometemos que los hijos que nos des, los cuidaremos con amor y los educaremos en la Fe, para que aprendan a amarte. Nos amaremos y los amaremos a ellos con tal intensidad, que el amor que TÚ nos tienes, será para ellos algo natural y por reflejo de nuestro amor, te encontrarán y te sentirán Padre. Que ese sea vuestro objetivo, porque es muy difícil a los hijos encontrar a Dios que es amor, si el amor ha faltado a su mesa, toda la vida pasada con los padres.

Les deseamos sinceramente que sean muy felices, que el Señor los premie con hijos, que les de salud y larga vida, que vuestros amigos, que son un privilegio de los hombres honrados, los vean disfrutar de una vida de amor, y que en su ancianidad puedan disfrutar de la corona de los justos, que son los hijos de los hijos.

El matrimonio es indestructible, porque Dios es indestructible. Por eso deben buscar en Dios la fuerza de vuestro amor. Desprovisto del amor de Dios no se puede convivir, por eso San Pablo le llama al matrimonio el “gran misterio”. Esa es la razón de nuestro regalo.

El Señor para que presida vuestro matrimonio, les dé sabiduría y les muestre el camino de la salvación. La Divina Misericordia para que les recuerde siempre que el Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo está lleno de Misericordia y a él pueden volver siempre en busca del perdón y de la paz; y la Virgen para que como Madre Amorosa los acompañe siempre y les dé todas las gracias que devotamente le pidan.

“Que el manto de la Inmaculada, los cubra, los proteja y ampare y que jamás el Demonio tome posesión de Vuestras almas”. Amén.

En Cristo y María, los saludan.

P.D.(Todos los entrelineados, encomillados y destacados, me pertenecen)

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