Siempre el joven ha sido iniciador o modificador de algo

Cuando la historia del siglo XX sea escrita una de las cosas que habrá que incluir es el haber descubierto las nuevas actitudes de los jóvenes. Los jóvenes aparecen en la sociedad de una manera distinta, ocupan parte de lo que sucede.

Los jóvenes pasan a tener aspiraciones y muchos de ellos se preguntan la forma de insertarse en esta sociedad donde frecuentemente encuentran antivalores que no pueden evitar que los absorban o que los influyan.

Es frecuenta que la sociedad adulta presente a la juventud como un problema y muy pocos como un valor.

Cuando la realidad es que no hay un problema de los jóvenes solamente, sino que es un problema de la sociedad toda.

Ellos no hacen más que captar lo que pasa en el mundo adulto, lo que pasa en el mundo de los mayores.

Los jóvenes siempre han sido constructores de algo, quizás una moda, quizás una manera de hablar, de expresarse.

Y siempre, ni el ambiente, ni la vestimenta, ni la forma de hablar coincide con el como lo hacen las personas mayores. De ahí el choque.

En alguna medida este problema ha existido siempre y por eso hay choques, por eso hay rozamientos.

Siempre el joven ha sido iniciador o modificador de algo.

La juventud implica un cierto acomodamiento, va queriendo meterse en una sociedad que le impone límites.

La mayoría de los avisos de la televisión van dirigidos a captar a lo jóvenes, a inducirlos, a conquistarlos para que hagan o usen tal o cual cosa.

Adulan al joven, ¿por qué?

Porque es el principal consumidor.

El mundo ha convertido al consumismo en la gran estrella.

Y los jóvenes son los que más facilitan que ello ocurra.

Por ello se los trata de conquistar.

El alma humana es compleja, sutil y misteriosa. Y esto se manifiesta en su punto más alto en la adolescencia. En esa etapa de todo joven es cuando más se chocan las posturas.

Es cuando más se enfrentan lo bueno con lo malo. Es cuando más existen las dos posturas.

“Amo a mi familia, a mi colegio, pero también los aborrezco”, expresiones frecuentes en muchos jóvenes. El amor y el odio en el joven adolescente, está a flor de piel.

Los jóvenes a los cuales se les enseñan sus derechos, pero poco sus deberes, terminan exigiendo mucho y muy poco en asumir responsabilidades.

Reaccionan contra lo que los limita y contra lo que les exige esfuerzo.

En el mundo de hoy, el rigor obstinado no tiene consenso, no tiene aceptación. Nadie quiere el rigor.

La crisis actual en la relación entre padres e hijos, quizás explique los excesos, pero nada los justifica.

Todo lo que hace a la conducta juvenil podemos discutirlo.

Sin embargo existe una regla de oro fuera de debate: el no ofender a nadie, el no destruir nada y el no perder el tiempo, es válido para todos y para toda circunstancia.

A partir de esto, debemos recrear los valores permanentes.

No por sabido vamos a dejar de nombrar estos valores: trabajo, honradez, esfuerzo y solidaridad. Fuera de ellos no hay futuro posible.

Los adolescentes sienten más fuerte de lo que piensan y en su afán de vivir la vida a pleno, les cuesta discernir entre lo que quieren y lo que pueden.

Tanto la imagen materna como la paterna que tenían un gran peso en la vida diaria de los hijos, han sido eclipsadas por las imágenes de la televisión o de la computadora.

La juventud ya no mira por la ventana: sólo ve por la pantalla.

Casi no dialoga con sus padres, apenas charla con sus amigos, prefiere “chatear” por Internet con desconocidos.

Relegada su educación a lo que hace todo el mundo, va creciendo a la deriva en un mundo donde los adultos no marcan límites, porque tampoco los tienen ellos.

Si los grandes no tienen límites en su hablar, en sus actitudes de todos los días, ¿cómo los van a transmitir? ¿Cómo los van a exigir a otros si ellos no los viven?

De tal palo tal astilla, dice el refrán. Y los refranes son sabios.

Son la sabiduría del ayer, son la sabia de la tradición, son la sabia de lo vivido.

Nunca un padre puede imaginarse que su desidia pueda ser tan dañina para la vida futura de sus hijos y de la comunidad toda. La desidia de un padre lo pagan los hijos. Sólo el ejemplo educa. Sólo lo que se ve vivir, educa.

El mundo de hoy está lleno de padres y personas que hablan muy bien, pero que no viven bien. Si no vivo lo que digo, son palabras que se lleva el viento. Para que calen y se inserten en lo hondo de un hijo, este hijo, debe ver, que su padre, vive lo que dice.

El siglo XX, que ya lo hemos dejado atrás, además de cambalache que cita el tango, tiene una virtud especial: se tragó cualquier cosa y lo llamó creatividad y esto que nació en el siglo pasado lo ha heredado el actual.

Jamás de los jamases, niños y jóvenes, han sido tan “comprendidos” que en nuestro humanista y tierno tiempo.

Y en este vivir comprendiendo resulta que hacen lo que les viene en mente, lo que se les canta, y el resto mira, contempla y aplaude incluso las genialidades de los jóvenes.

Muchos de nuestros jóvenes no saben qué hacer, pasan el tiempo sin saber ¿qué hacer?, por eso se dedican a deshacer.

Las malas decisiones de los adolescentes proceden no de la falta de información sino de la falta de criterio. Información es lo que les sobra.

El camino a la droga frecuentemente está sembrado de aburrimiento.

Cuando la vida no tiene un sentido los deja desnudos, desechos, sólo tienen una cosa: el vacío. Un joven vacío es un joven aburrido.

Durante la última Jornada Mundial de la Juventud, Benedicto XVI señaló que: “En numerosas partes del mundo existe hoy un extraño olvido de Dios. Parece que todo marcha igualmente sin Él. Pero al mismo tiempo existe también un sentimiento de frustración, la insatisfacción de todo y de todos. Dan ganas de exclamar: ¡No es posible que la vida sea así!”.

El individualismo del siglo ignora al ser común y lo reemplaza por un fantasmal ser uno mismo. Los que más se han creído el mito de ser uno mismo y que cada cual “haga su vida” son los jóvenes adolescentes.

Y así de porrazos se van dando. No cabe en ellos el sentir en común, ser en común y por tanto alegrarse en común.

El ser en común, el sentirse parte de la comunidad es lo que produce alegría.

Es lo que hace a una comunidad, una comunidad alegre y solidaria.

Por suerte hay jóvenes que no son atrapados por esa actitud.

Pero seguro que tras de ellos hay unos padres que les enseñaron el camino y se lo pudieron enseñar, porque es el camino que ellos viven.

La juventud será en el fondo lo que ven vivir en los mayores.

No hay otro camino. Te guste o no te guste

RESUMAMOS:

1) "Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad.

Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos."

2) "Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país, si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible.."

3) "Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos."

4) "Esta juventud esta malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura."

.- La primera frase es de Sócrates (470 - 399 A .C.).

.- La segunda es de Hesíodo (720 A .C.).

.- La tercera es de un sacerdote (2.000 A .C.).

.- La cuarta estaba escrita en un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia (actual Bagdad) y con más de 4.000 años de existencia.

RELÁJENSE, QUE LA COSA SIEMPRE HA SIDO ASÍ...!!!!

Salvador Casadevall