Si Jesús es Dios porque dijo:
¿Padre en tus manos encomiendo mi Espíritu?
Una de las preguntas que más nos hacen los que practican la doctrina de la Trinidad es: si Jesús es Dios porque dijo: ¿PADRE EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU? Debemos entender que cuando leemos una declaración acerca de Jesús es importante determinar si le describe a Jesús como un hombre o como Dios. Además, cuando Jesús habla en las Escrituras un buen estudiante Bíblico debe determinar si Él habla como hombre o si lo hace como Dios. Cuando veamos una descripción de dos naturalezas con respecto a Jesús, no deberíamos pensar de dos personas en la Deidad o de dos Dioses, sino que deberíamos pensar de Espíritu y de la carne.
• “Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.” (Lucas 23:46).
Antes de comenzar este estudio les quiero aclarar que ningún ser humano ha visto jamás a Dios. Sin embargo Dios se ha mostrado de forma encubierta en la antigüedad, y de manera especial se manifestó en Jesucristo. Dice la Biblia: "A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él lo ha dado a conocer." (Juan 1:18). En desarrollo de su Plan para salvar al hombre caído, pecador y condenado al infierno, sin esperanza ("por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" Rom.3:23), Dios, "en el cumplimiento del tiempo" (Gál.4:4) ¡Se manifestó en carne! (1ªTim.3:16).
Ciertamente, fue el Mismo Dios y no otro - Quien "se manifestó en carne". Es decir: "el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad." (Jn.1:14).
La palabra "carne", aquí se refiere a la naturaleza humana. Eso sólo puede interpretarse como que Dios ha asumido plenamente la existencia humana, a fin de llegar a ser igual a los hombres:
• el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz." (Filipenses 2:6-8).
• "Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos. Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré. Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: he aquí, yo y los hijos que Dios me dio. Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo" (Hebreos 2:10-14).
De manera que, en Jesucristo el Dios invisible se hizo visible:
• "El (Cristo) es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación." (Colosenses 1:15).
• "en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios." (2ª Corintios 4:4).
• "el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia (Cristo), y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas." (Hebreos 1:3).
Esas expresiones: "la carne", "su cuerpo de carne", o "su carne", referidas al Señor Jesucristo, significan su Humanidad, asumida ésta por Él, para manifestarse al mundo, y entrando en contacto con el ser humano, de manera directa, demostrando su amor, bondad, justicia, misericordia y perdón, a fin de darnos la salvación eterna. ¡Es la más grande revelación de Dios!
Jesús, en los días de su carne, poseyó la naturaleza de los hombres: fue un ser humano real. Pero eso no lo privó de su Deidad Eterna, no lo limitó en su Poder Divino, no lo confinó a lo meramente terrenal. Fue Dios y Hombre; Divino y Humano; Señor y Siervo; León y Cordero; Rey y Súbdito; Sacerdote, Templo y Sacrificio, Holocausto; Padre, Hijo y Espíritu Santo.
A veces es fácil confundirse cuando la Biblia describe a Jesús en estos dos papeles diferentes, especialmente cuando en la misma historia lo describe actuando en esos dos papeles. Por ejemplo, en un minuto Él podía estar durmiendo y podía calmar la tormenta en el próximo minuto. En un momento Él podía hablar como hombre y luego como Dios en el próximo momento. Sin embargo, nosotros debemos recordar siempre, que Jesús es completamente Dios y no meramente un hombre ungido. A la vez, Él era completamente hombre, no simplemente una apariencia de hombre. Él tuvo una naturaleza dual que le hacía diferente a cualquiera de nosotros, y nosotros no podemos comparar adecuadamente nuestra existencia o nuestra experiencia con la suya. Lo qué parecería extraño o imposible si se aplicara a un mero humano llega a ser comprensible cuando es examinado dentro del contexto de aquel que es a la vez ambos: completamente Dios y completamente hombre.
Parece ser evidente que Jesús tuvo un espíritu humano en cuanto que Él dice sobre la cruz, “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46). La Biblia indica que Jesús tuvo una voluntad humana así como también la voluntad divina. El oró al Padre, diciendo, “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). Juan 6:38 demuestra la existencia de dos voluntades: El vino no para hacer Su propia voluntad (la voluntad humana), sino para hacer la de Su Padre (la voluntad divina).
Aunque sea difícil distinguir entre la naturaleza humana y divina de su espíritu, algunas referencias aparentemente enfocan el aspecto humano. Por ejemplo:
• “Y gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación.” (Marcos 8:12).
• “En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó.” (Lucas 10:21).
• “Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió” (Juan 11:33).
• “Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar” (Juan 13:21).
Jesús tuvo un alma, porque hay muchos textos Bíblicos que así lo demuestran, veamos:
• “Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.” (Mateo 26:38).
• “Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad.” (Marcos 14:34).
• “Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora.” (Juan 12:27), etc.
• “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia.” (Hebreos 5:7-8).
Estos versículos no presentan un retrato de alguien que no podía ser afectado por las emociones de temores y dudas. Más bien, ellos describen a alguien que poseía estas debilidades humanas; Él tuvo que someter la voluntad humana para poder rendirse al Espíritu eterno.
La humanidad de Cristo indica que él: Oraba - Lloraba - Aprendía obediencia - Sufría, etc. La naturaleza Divina estaba en control y Dios era fiel a su propio plan, pero la naturaleza humana tuvo que obtener ayuda del Espíritu y tuvo que aprender obediencia al plan divino. La Escritura demuestra que Jesús era totalmente humano, que Él tenía cada atributo de la humanidad menos la naturaleza pecaminosa heredada de la caída. Si negamos la humanidad de Jesús, enfrentamos un problema con el concepto de la redención y la propiciación. Si no era completamente humano, ¿podría su sacrificio ser suficiente para redimir la humanidad? ¿Podría él realmente ser un verdadero sustituto para nosotros en la muerte? ¿Podría El realmente calificar como nuestro pariente redentor?
El Hijo fue crucificado:
• “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado” (Juan 3:14).
• “Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros. Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir. Le respondió la gente: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre?” (Juan12:30-34).
Y el Hijo murió:
• ”y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él. Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama éste. Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle. Más Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios.” (Mateo 27:40-54).
• ”Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.” (Romanos 5:10).
La muerte de Jesús es un buen ejemplo. Su Espíritu Divino no murió, sino su cuerpo humano. El entrego su espíritu humano. Él era humano en cuerpo, alma, y espíritu con la plenitud del Espíritu de Dios residente en ese cuerpo, alma, y espíritu.
No podemos decir que Dios murió, y entonces no podemos decir que “Dios Hijo” murió. Más sí podemos decir que el Hijo de Dios murió porque Hijo se refiere a la humanidad.
Cuando el Hijo de Dios vino a ser un sacrificio, también vino a ser un sustituto por nosotros. El murió en nuestro lugar, cargó nuestros pecados, y pagó la pena de muerte por nuestros pecados:
• “Más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” (Isaías 53:5-6).
• ”quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.” (1Pedro 2:24).
Él fue más que un mártir; El en realidad tomó nuestro lugar. El probó la muerte por cada hombre (Hebreos 2:9). Por supuesto, Jesús solamente pudo ser nuestro sustituto y morir en nuestro lugar, por haber venido en carne.
Como hombre Jesús se sometió a y recibió fuerza del Espíritu de Dios. En Su naturaleza divina, sin embargo, Jesús es un Espíritu; porque Romanos 8:9 “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.” Vemos claramente que este texto habla del Espíritu de Cristo. Dios recibe los espíritus de los hombres (“y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.” Eclesiastés 12:7), pero Jesús recibió el espíritu de Esteban (“Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu.” Hechos 7:59).
Cuando decimos que Jesús murió en la cruz, queremos decir que Su carne murió en la cruz. Cuando decimos que Jesús vive en nuestros corazones, queremos decir que Su Espíritu está allí.
Dios les siga bendiciendo
Fredy Delgado
Teólogo