LECTIO MAGISTRALIS
EN LA UNIVERSIDAD SAN BUENAVENTURA
DE S. EM. R. PAUL CARDENAL POUPARD
PRESIDENTE DEL CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA
Bogotá, 29 de Enero de 2004
El itinerarium de San Buenaventura y la paradoja de la velocidad.
La propuesta sapiencial de un método
Eminentísimo Señor Cardenal
Excelentísimo Señor Nuncio
Excelentísimos Señores Arzobispos y Obispos
Muy Ilustre Señor Rector General
Ilustrísimos Señores Rectores de Secciones,
Honorables señores decanos y Profesores
Apreciados estudiantes de l a Universidad San Buenaventura.
Con viva emoción y profundo respeto por el primer centro universitario de la actual Colombia, me presento en el que fuera otrora y desde 1715 Colegio Mayor de San Buenaventura.Sabemos que las colecciones Sermones de tempore contenidas en el códice deMilán Ambrosiana A 11 sup., nos comunican el dato que la primera lección que San Buenaventura dictó en la Universidad de París; fue su comentario comolector precisamente después del medio día[1], al explicar el Evangelio de San Juan. Permítaseme, entonces, que en esta tarde tan sugestiva, un antiguo Rector de L’Institute Catholique, es decir, de la institución que continuó la tradición de la Universidad de Paris del 1200 y del Colegio fundado por Roberto de Sorbone en 1257[2], converse con los profesores y nuevos alumnos, repitiendo precisamente, las primeras palabras con las que San Buenaventura iniciaba su primer encuentro universitario como lector: Ecce, intelliget servus meus, et exaltabitur et sublimis erit valde[3]. He aquí: que mi siervo será dotado de inteligencia, exaltado, ensalzado, puesto muy en alto. Palabras del Profeta Isaías, que llenan de vigor a quien experimenta la sed de la sabiduría. Palabras que contienen un tesoro, que será descubierto en la Cruz del Señor. Buenaventura inicia su itinerario académico, precisamente el día de la Exaltación de la Santa Cruz[4], indicando con un texto del Antiguo Testamento, tanto la promesa como la realización de aquello que eleva al hombre. Cristo Crucificado es la llave de este ascenso. Hoy, Buenaventura, junto a la auténtica tradición universitaria de la Paris Católica y a los nuevos alumnos, se vuelven a reunir. No ya en la Rive Gauche del Sena, inmediación de la Colina de Santa Genoveva, sino en el Nuevo Mundo, en un recinto universitario localizado precisamente en la ciudad que lleva por nombre Santa Fe. Fe y Cultura, siguen siendo hoy dos apellidos que debíamos añadir al nombre de Buenaventura. La intervención que les ofrezco hoy, viene articulada en tres momentos: 1) Contexto cultural universitario de San Buenaventura; 2) Retos culturales actuales presentes en la vida universitaria. 3) Conclusiones: la propuesta Buenaventuriana de diálogo cultural.
I.- Contexto cultural universitario de San Buenaventura.
1.-Pinceladas históricas de la Universidad en el Medioevo.
La Universidad es una de las instituciones que se originaron en este período, que aun hoy, sigue siendo piedra de escándalo y joya preciosa del recorrido humano occidental. Junto a excesos de prepotencia, usura, relajación de costumbres y violencia, encontramos una efervescencia de renovación espiritual, académica, institucional, estatal, no vistas en el resto de la historia humana.
La Universidad es uno de estos frutos de intenso movimiento cultural de la Edad Media europea. Que podría ser dibujada con tres trazos: 1) Organización compleja de privilegios jurídicos, papales e imperiales, de fuerte jerarquía magisterial y estudiantil. 2)Centro extraordinario de vida cultural. 3) Foro de impacto social político, donde una clase nueva se configurando: los intelectuales.[5] De estos tres rasgos de la Universidad deseo fijar mi atención en el segundo, la Universidad como centro privilegiado de difusión cultural cristiana, lugar de diálogo entre la fe y la cultura.
El desarrollo de la teología en Monasterios y Fundaciones Capitulares, que intermitentemente se iban conformando en torno a la figura de Maestros reconocidos, precedía la formación de las Escuelas Catedralicias, Fundacionales y Monásticas que dieron origen al concepto de Universidad.
Los antecedentes de la Universidad, Monasterios y Escuelas catedralicias reunían aquellos, que compartiendo la sed de la paz, del Unum, Verum, Bonum et Pulchrum, persiguen el signo de totalidad que lleva la parte, cuya contemplación y fruición encamina y vislumbra hacia la paz perfecta. Una paz que no es ajena al bienestar social, precisamente porque ella misma es difusiva y fuente de todos los bienes. Una beatitud que en modo alguno puede reducirse a la satisfacción económica de un asalariado. Identificar esta paz con el suceso económico de un egresado universitario, sería tanto como ponerle precio a la propia dignidad, y más todavía, reducir a Dios a un ídolo hecho por manos humanas.
El hombre es proyectado en este horizonte, para conocer el Bien, gozar su Bondad, con su Unidad enderezar su dispersión creatural y transfigurarse con su Belleza. ¿Por qué? Porque Dios es el Ser, cuyo resplandor brillando atrae a las criaturas[6].
La Universidad nació como una inquietud intelectual de alumnos y maestros, que desde la fe, dirigían una visión crítica hacia la universalidad de los seres y argumentos, formando ellos mismos una totalidad, universitates scholariorum y universitates magistrorum, que en continua tensión creativa y disciplinar se adentraban en la búsqueda del saber. Recuérdese al respecto la distinción entre studium y universitas, entre la institución como tal y la gestión académica, de las cuales París y Bolonia eran emblemáticas[7].
Sea que la fe buscara entender o que el intelecto buscara creer, la fe dirigía el movimiento gnoseológico, sea como motor que empuja, sea como puerto que atrae. Desde la consistencia de la fe cristiana, los hombres del saber, los eruditos; eran sinónimos de maestros de la fe. Estos, fueron elaborando progresivamente, desde la época carolingia hasta la cumbre del s. XII estadios de un itinerario articulado de conocimiento, que asegurara la transmisión de la sabiduría de los Padres en la interpretación de la Escritura, mediante colecciones, que no se limitaban a reproducir simplemente los textos, sino que, agregaban, breves comentarios explicativos, en los cuales había espacio para una discreta opinión relativamente nueva. Nombres como San Isidoro de Sevilla, San Beda el Venerable y Anselmo de Laón, pertenecen propiamente a este momento. Este método podría definirse con la secuencia latina: littera-sensus-sententia[8], que dió origen a una corriente importante de erudición, en torno a florilegios, extractos, colecciones, sentencias, etc., de diversos autores como: Agustín, Ambrosio, Gregorio Magno.
Así, desde una dialéctica marcadamente platónica, la realidad, que es objetiva y consistente, remite a otro nivel de consistencia, que la funda, la explica y la orienta dinámicamente. De este modo, el método escolástico, identificado no pocas veces como método del glossare, padre de la filología actual, por su comentario de la Sagrada Escritura y Santos Padres, contaba con el auxilio del sentido literal y sentido espiritual, que constituían la concreción no sólo de la coherencia cultural de la época, cuanto la adecuación a la fe cristológica. Estos dos sentidos daban origen a los 4 sentidos más explícitos de la Escritura, diciendo: Littera gesta docet, quid credas allegoria, moralis quid agas, quo tendas anagogia. El literal que enseña los acontecimientos, el alegórico que enseña lo que se ha de creer, el moral lo que se ha de hacer, el anagógico, lo que se espera en la escatología[9].
De la certeza platónica y agustiniana: que la parte refleja el Bien Absoluto, nace la posibilidad de acceder a la Luz, mediante el espejo de las creaturas, a través de los reflejos que los seres creados e inmediatos al hombre, reflejan de Ella. De este modo, multiplicidad y unidad convergen armónicamente, la realidad es simbólica, no como categoría racional, cuanto en su consistencia metafísica. Coincidentia oppsitorum[10] que remite a Cristo. Conocer la Luz es subir a un status de realidad más perfecto y fundante. Nótese que este método medieval reúne tanto la dimensión intelectiva como volitiva.
La relativa autonomía de la universidad como estatuto jurídico, contrastaba con la jerarquía de maestros y alumnos reconocida y privilegiada por la Iglesia. Las facultades , que reagrupaban a su vez escuelas y maestros, se dividían en artes liberales y disciplinas superiores, en cuya cima se encontraba la teología, circundada del derecho, canónico y civil, y la medicina[11].
La ruptura de Pedro Abelardo, vino a trastocar este orden con el problema de los universales. La tensión intellectus quaerens fidem o la fides quaerens intellectum, no se dirige ya a resolver el conocimiento con la filología sola, sino con la especulación abstracta, los nombres dejan de ser sinónimos de seres, y pasan a constituir el lenguaje binario de la época. Ello generó una nueva sistemática en los nacientes manuales de teología; como por ejemplo la famosa obra Quattor libri sententiarum que Pedro Lombardo realizara en 1152. Como es posible imaginar, la tensión y el paso metodológico entre erudición y sistematización racional no fue pacífica, de esta confrontación saldrán victoriosa la Escolástica. De modo particular, esta nueva metodología vino difundida por las Ordenes Mendicantes, que junto a la característica movilidad y acción pastoral, ligó la enseñanza teológica a escritos de devoción y piedad. Fueron especialmente Franciscanos y Dominicos quienes otorgaron este desarrollo, maestros como Alberto Magno, Tomás de Aquino, Buenaventura y Duns Escoto, marcarán esta pujante segunda mitad del s. XIII.
Las Universidades, organizadas en torno a los Magister y ya no en las Catedrales, universitas studentium et magistrorum, conocerán una autoridad superior a la mera glosa de la Sentencias. Constituyendo un estatuto de privilegio Papal o imperial, que ya no eran studium particulare de competencia episcopal, sino studium generalis, ligados solo al Episcopus orbis, el Papa. Serán sin embargo las órdenes mendicantes quienes devolverán la dimensión pastoral de esta naciente institución.[12]
Quizá esta forma de presupuesto metodológicos de la escolástica, anima las críticas contemporáneas, que la juzgan como una forma pre científica, mítica, y prejuiciada de dar vueltas en torno a lo ya conocido, sin agregar novedad sustancial a la ciencia, como forma intolerante de conocer. Sin embargo, la variedad y la fecundidad metodológica de entonces, difícilmente se puede comparar con la de nuestra época.
Por otro lado, el prejuicio metodológico del método positivista de la ciencia contemporánea, es actualmente contestado, en áreas de ciencias sobre realidades humanas: la psicología, la medicina, la sociología, la antropología entre otras, se resisten a estudiar al hombre desde parámetros netamente numéricos, que renuncian a la descripción cualitativa. Las matemáticas mismas, que fundan las ciencias exactas, no pueden renunciar a su principio de abstracción fundamental, donde la unidad y la alteridad del número, sostienen el edificio de todas estas especialidades. Que aún siendo a tal punto desarrolladas, no pueden responder por sí solas a la inquietud de sentido, del ser del hombre.
Este vuelo fugaz sobre el desarrollo de las universidades en las décadas circundantes a San Buenaventura, me permiten enunciar tres elementos constantes de este dinamismo:1) Este movimiento de expansión tanto del saber, cuanto de la erudición, es fuertemente integrador, no dispersa sino reúne. Su fuente no es una intuición sino una certeza, que Jesucristo es la Palabra definitiva del Padre, todo lo explica y orienta. Jesucristo, siendo el Verbo de todo, lo es también Juez de todo. A Jesucristo Verbo del Padre, se le busca en la Escritura y en las Sentencias de los Padres, se trata pues de una expansión que brota y se expresa mediante un estudio filológico. 2) La aportación racional encontraba también espacio, tanto al incorporar discretas innovaciones a la glossa precedente, cuanto en el período de la sistematización, que remplazaba lentamente la erudición filológica, por una vía de conocimiento más dialéctica, como lo eran las disputatio. Permaneciendo sin embargo un canal de continuidad mediante la auctoritas del Magister dixit. 3) Las Universidades poseen un estatuto canónico, que potencia la memoria y la innovación.
Esta descripción del universitario refleja más precisamente la fisonomía de los estudiantes de tales centros, sea porque encuentran en los clérigos de las Escuelas catedrales del Bajo Medievo, su boceto, ya en el método y textos escolásticos de Veda e Isidoro, sea en las grandes escuelas de Alberto, Tomás, Duns Escoto, Buenaventura. Sea en las Universidades del renacimiento, del humanismo.
2.-Retos culturales del tiempo de San Buenaventura.
San Buenaventura tuvo en itinerario académico diversos acontecimientos de peso cultural, entre ellos, la existencia y condenación de los cátaros o albigenses, el conflicto académico entre los glosistas y los sistemáticos, entre el los clérigos y las órdenes mendicantes, especialmente arduo con la corriente de Averroes. Las nuevas exigencias de la orden franciscana que pedían claridad en cuanto a la identidad espiritual, académica, jurídica y doctrinal.
El término cátaro proviene del griego Catharos, que significa «puro», y si por otro motivo son conocidos como albigenses se debe a la región de Albi, situada en el sur de Francia. Se trata de una forma de maniqueísmo, es decir, un tipo de gnosticismo, y por ende dualista, que cree en la existencia de dos principios: el bien o la luz, el mal o la materia. De la percepción negativa y execrable que tenían hacia la materia, llevaban una vida de desprecio del los alimentos, mediante ayunos excesivos, incluso mortales, demostración decían de la permanencia de la gracia; a diferencia de la ascética cristiana que considera las prácticas penitenciales como temporales, y en orden a la caridad. También consideraban la generación de los hijos como abominable, no así la actividad sexual, todo aquello que generara aumento o multiplicación de la materia era dominio del mal. Vivían con excesiva austeridad y piedad sus creencias, predicaban por las vías públicas y eran siempre en compañía de otro adepto, lo cual les atrajo muchos adeptos ante la relajación de costumbres de ciertos clérigos[13]. Terminaron su existencia en el sitio a la fortaleza de Montségur en 1244. Muriendo 210 de los casi 500 cátaros refugiados en el castillo.
Esta herejía que en cierta manera ha reaparecido como actitud cultural, quizá de forma generalizada: Todos somos cátaros en potencia, herejes de pensamiento, conspiradores en la acción y en la división interior del hombre que de allí se deriva. Cegados por la búsqueda de la pureza, cerramos nuestro espíritu a la verdad. Jean Guitton se atreve a preferir lo impuro a lo puro, a fin de salvar lo verdadero.[14]
Salvaguardar la libertad del hombre, no sólo implicaba rechazar el panteísmo de Averroes sino proponer una vía nueva de acceso desde las creaturas a la verdad. El problema de la libertad del hombre requiere necesariamente la referencia a la trascendencia; Averroes lo sabía, de ahí que su postulado de las dos verdades, lo que en las ciencias es verdad puede no serlo en la teología o en la doctrina de fe, o viceversa, es un error tan craso que hoy se identifica su nombre como sinónimo de absurdo. La razón humana, encontrará en la trascendencia tanto su fundamento como su límite.
3.- Tradición o innovación: la cuestión de la identidad universitaria.
La reforma protestante, con todo y que se insertaba en un momento de cambio epocal, potenció una disgregación del campo unificante de la fe, al fundir la confesión personal de fe con la dimensión civil de religión de Estado. Estado y Confesión vienen identificados, son propiamente el preludio de la división interna de la cultura como cristiandad: la institución confesional es externa, la religión es interna. Y aunque nacieron en ámbito protestante diversas y florecientes “universidades protestantes”, la visión católica, integrante de la realidad desde la fe católica, quedó al menos en los países protestantes y luego en la época racionalista y liberal, reducida a la imagen publicitaria de retrógrada y oscurantista.
La consistencia doctrinal de la fe católica que reconoce la pari devoción en torno a la Sagrada Escritura y Sagrada Tradición, en torno a la Revelación divina, es esencialmente distinta de la protestante. Pues donde no hay regula fidei un depositum una traditio viva, ¿Qué otra cosa puede explicar la Santas Escritura si no la propia razón?¿Qué otra autoridad existe sino la de la lógica? Pero como razón y lógica son instrumentos humanos, son creaturales, son en sí mismos expresión pecaminosa de la naturaleza caída y deforme, son expresión del proprio esfuerzo narcisista y prepotente del hombre. Nada más ajeno a la fe que es inocente, gratuita y venida de Dios. De ahí a que la universidad quede a merced del campo terreno, político, estatal es un sólo paso. Pero, atención, no es que el saber protestante sea todo confusión, no, pero digámoslo, carece de un canal de la Revelación: carece de Tradición. Tradición no es una mera polémica de epúrea de abstracción de teólogos, sino la llave de interpretación, del hombre, del Misterio de Dios, de la Encarnación y del mundo, de la Escrituras, de la cultura.
La sana distinción de campos entre Teología, Filosofía y Ciencias, en cuanto a su objeto, su método y servicio, ha potenciado un cultivo más especializado. Pero, el corazón mismo de la identidad universitaria, de la Universidad católica, no ha sido desmentido: Todo desde Cristo. Acceder a la Universidad supondría por ello un grado de conocimiento cristiano a tal punto selecto, que quien ingresa a ella, recorra el camino académico con un patrimonio sapiencial incomparable e irreductible, como lo es la fe en Jesucristo.
No se trata de cuestión gnóstica de algunos “elegidos” o “iluminados” en sentido sectario, mucho menos de integrismo. Se trata de hombre y mujeres que habiendo sido iniciados en el conocimiento sublime de Jesucristo, puedan, no sin trabajos, incursionar en el campo académico de la búsqueda, la investigación y el servicio humanístico, científico, tecnológico y artístico en función de aproximar a sus contemporáneos, al Misterio que los ha seducido.
Una triple convicción ha llevado a la Iglesia a recibir en las aulas de sus Universidades, estudiantes no iniciados seriamente en la fe cristiana: 1)La certeza que la verdad sobre Verbo hecho carne ilumina todo el creado; todo lo creatural remite a Él, de ahí que el estudio serio sea un medio para conocerle. 2) La esperanza de que el trato de los no creyentes con los cristianos, mueva como en otro tiempo a la emulación, buscando la perfecta revelación del Señor de la historia en la propia historia. 3) Compartir e intercambiar conocimientos con otros hombres a fin de hacer más digna la vida humana. No se negaba la trascendencia, pues toda cultura lleva esta impronta intrínsecamente, pero en orden a generar un diálogo, se prefería ser delicados en la presentación del Mensaje Evangélico.
Durante el siglo de las luces, fue el tercer aspecto el que vino privilegiado, paradójicamente el interés por lo únicamente humano, rindió al hombre únicamente in-humano. Ser un ser sin trascendencia, es no ser, es absurdamente ser. Desgraciadamente en muchos ámbitos la fama de las universidades católicas consiste en ser bien apreciadas por sus logros científicos, que en nada son despreciables, pero no alcanzan la estatura propia de su identidad. No significa que el tercer aspecto sea de orden inferior, se trata precisamente que ha sido descoyuntado un elemento indisoluble de la identidad del saber universitario: Se busca el saber, precisamente para saborear lo ya gustado.
Alguno pensaría, ¡pues que le cambien el nombre, así no hay deshonestidades! Sí, es verdad, se le podría cambiar el nombre a uno que otro instituto de ciencias, pero, permanecería la cuestión radical como excluida e inalcanzable: Saber si es verdad que puede existir un centro donde aquellos que creen que Jesucristo es Dios como el Padre y hombre como nosotros, intentan descifrar toda la realidad cognoscible desde lo que ellos han recibido como confesión de fe. Una realidad que supone un encuentro vivo con ese Jesucristo, que ellos afirman está vivo. Hombres y mujeres de ciencia que saben que la victoria sobre el absurdo, sobre la disgregación, es real. Académicos que han palpado con mano esta victoria; y desde esa certeza, se sumergen en el estudio y la experimentación, intentando descifrar los códigos de un enigma vislumbrado, que les vivifica.
II.- Retos culturales actuales en la vida universitaria.
Tres fenómenos inciden sobre la cultura contemporánea, con particular rigor en el campo de la epistemología: 1) La inmediatez como sinónimo de eficiencia y modernidad. 2) El sincretismo religioso como espejismo de religiosidad en un desierto dramáticamente ateo. 3) La dispersión informativa, como fragmentación de ofertas mediáticas.
1.- Inmediatez: Tensión que evade el presente.
Jugar con el tiempo, controlar el tiempo ha sido desde la aparición del hombre en la tierra, uno de los deseos más intensos, manifiestos y buscados del ser humano. El tiempo viene espontáneamente, casi sistemáticamente identificado con la vida. Sin embargo, la vida no se indentifica con el tiempo, por más que esta dimensión de la realidad, la acompañe como un accidente metafísico o como una categoría kantiana. En una sociedad occidental y global, donde independientemente de nuestros deseos, se dirige una lógica interna, regida por la ley del rendimiento y de la eficacia, cuyo parámetro de progreso es la funcionalidad[15]. La velocidad de las operaciones, está en relación a la ventaja de iniciar nuevas funciones, que no tienen otro fin[16], que ocupar la vida en una especie de ilusión de eternidad, nuevos ciclos funcionales, semejan la parodia dramática del corazón del hombre. No perder tiempo, para no morir, pero ocupar el tiempo para no vivir. Detenerse a pensar sobre la vida rompería la fantasía mecánica, evidenciaría la muerte, la acercaría. Por ello no es posible parar, si bien la finalidad no exista, o no pueda ser conocida, o mejor, no interesa ser conocida, porque sería tiempo perdido, y es mejor vivir el absurdo gozando, que contemplar el sentido sufriendo es decir muriendo. Alienarse es la droga de una generación desahuciada. Hoy la carrera de creación de los hardware está marcada por la competencia tecnológica que busca: capacidad de depósito informativo y velocidad, y de las dos la prioridad es la velocidad. Esta razón funcional y sistémica de Habermas, venía delineándose como algo insoportable en la obra Être et avoir de mi amigo y Maestro Gabriel Marcel, al punto de hacer creer al hombre penetrado por esta infiltración masiva, que el sistema es lo más humano que existe, que la prisa, la eficacia, la funcionalidad es lo que hacen humana la existencia de hombres y pueblos.
No es extraño que la globalización informativa dé paso entre otras cosas a modelo culturales funcionales uniformes. La puntualidad no es ya expresión del respeto recíproco, cuanto del frenesí comercial. Tiempo es dinero, y el dinero es el signo de la funcionalidad cíclica que organiza y conforma la vida. La inmediatez, permea incluso las aulas universitarias. Graduarse con anticipación respecto a los coetáneos, se vuelve signo de notable inteligencia, de futuro promisorio; pues, este joven o esta joven si que ha sabido aprovechar el tiempo, si bien el desarrollo de otras áreas de la personalidad sean decididamente descuidadas. Por ello, si el tiempo es idéntico a la vida, y la vida sólo es tal, si se vive en un sistema, el destino de los hombres y mujeres pensionados no es difícil de adivinar. Incluso el de los jóvenes accidentados, el de los que poseen alguna limitación física, etc. . Se han vuelto una “carga para el Estado”, una “rémora para la economía” un “freno para el desarrollo familiar y social”. Prisa, tiempo récord, inmediatez, urgencia, no son sino expresiones de una mentalidad embebida de absurdo. Vivir con fugacidad, en el fondo esconde el ímpetu de no cesar. Es propiamente la alternancia entre reposo e impulso que permiten escapar al aburrimiento. Y sin embargo es precisamente la permanencia en el impulso funcional, la que en este momento, enajena la conciencia existencial del hombre. La Paradoja de la velocidad está cerrada: se busca lo inmediato en función de la vida, entendida como prolongación de las funciones en el tiempo. Se desecha el reposo precisamente como negación de las funciones; cuando, es sólo la pausa que permite reconocer el tiempo y su relativa velocidad y aceleración. Distinguir para conocer sigue vivo. Alguno podría argumentar, que gracias a la “terrible funcionalidad” el avance de la ciencia, la tecnología y la informática, han permitido que cada vez más personas ancianas o desvalidas, tengan acceso a servicios médicos más eficaces en la cura de las enfermedades; lo cual es verdad. Pero, atención, el planteamiento de la inmediatez como mentalidad dominante en occidente, no está puesta en la relación de ética social, cuanto en clave gnoseológica de un fenómeno cultural. El funcionalismo, con todas sus ventajas, está llevando a transformar los medios en fines, y los fines en instrumentos. Las funciones fueron implementadas en subordinación al crecimiento de la integralidad de la vida y ser del hombre, y viceversa. Pero, aún más, la fragmentación entre sentido integral de la vida y trabajo, ha llevado a la exclusión de áreas humanas y a la ignorancia de ellas por parte del modelo educativo. Cosmovisión del hombre sobre sí mismo se ha reducido a un homo pragmaticus, marginando la dimensión de homo contemplativus, de cuya interacción surgiría no un conocimiento científico, cuanto sapiencial, es decir orgánico e integrador de la inteligencia y de la voluntad-afectividad.
2.- El Sincretismo: un paliativo arcaico para un desafío postmoderno.
Durante el 2002 y 2004 el Dicasterio envió un Cuestionario sobre la no-creenciaa Conferencias Episcopales, Universidades, Institutos, Centros Culturales Católicos y no, Ministerios Gubernamentales de Cultura y Educación, Intelectuales, Artistas, etc. , de todo el mundo. De este rico y abundante material ha surgido el instrumentum laboris de la próxima Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio de la Cultura, el mes de marzo del año en curso. La Universidad San Buenaventura, no sólo respondió con puntualidad y seriedad a tal solicitud, sino que elaboró un propio cuestionario, en torno al cual se van implementado diversas acciones de pastoral universitaria[17]. De ahí que mi visita sea un reconocimiento vivo por su solidaridad en la misión del dialogo entre la fe y las culturas[18]. Es precisamente a partir de los datos recibidos de todas partes del mundo, que quiero hacer referencia a la descripción de los cambios culturales en torno a la religiosidad. La secularización del contexto moderno ha dejado una expresión religiosa de tipo subjetivista; despreciando cualquier clase de institucionalización de la esfera religiosa que pretenda proponer la verdad absoluta de su credo. Para algunos, el único canal de supervivencia de la religiosidad se encuentra en la presentación de contenidos religiosos evolutivos y polifacéticos, cualquier clase de desarrollo dogmático tradicional conduciría a la petrificación religiosa y a su anacronismo. Otros observan que la religiosidad permanecerá vigente en la medida que pueda ofrecer, una propuesta seria sobre al sentido de la vida, al que la modernidad no ha podido responder. Por otro lado, los derechos del hombre vienen defendidos, pero sin referencia al Trascendente Personal. Estamos delante de un nuevo humanismo, un humanismo auto idolátrico, narcisista[19], “Yoísta”, diverso del renacimiento, del racionalismo, del idealismo alemán, del marxismo, del existencialismo: Su afirmación es la absoluta subjetividad hermética de cada individuo. La decepción de la razón y su acelerada caída, han afirmado en la nueva religiosidad una ruptura entre creencias profesadas y regla moral. Cualquier pretensión de norma viene visto como atentado[20] a la autonomía moral del individuo.
El hombre ya no es centro de todo, sino el “yo”. El hombre es solo, de ahí que busque una disolución de su soledad en la naturaleza[21], con la cual forma un solo elemento, pero que paradójicamente explota y destruye para lograr el confort, que constituye el valor absoluto de bondad. Desde el ámbito fenomenológico la increencia no se presenta como corriente de pensamiento ateo, mucho menos como fenómeno claramente manifiesto, sino como un dato extendido en la realidad occidental, que no es rechazado por la sociedad, ni contestado por los creyentes. Aparece pues, como una corriente envolvente, una mezcla de apatía, relativismo y tolerancia con respecto a la realidad trascendente. Hablar o no hablar de Dios, es realmente indiferente improductivo. El ateísmo teórico ha sido tan efectivo en las décadas pasadas, que se transformado en un estilo asimilado de vida[22], donde la fe, viene suplantada por el sentimiento religioso, expresión emotiva de la inmanencia. El ateísmo no necesita ya combatir la trascendencia de Dios, hoy se vive el sepelio de Dios en la cripta sentimentalista de la yo[23]. La descristianización no del occidente, no en el número sino en la cualidad de la adhesión a la persona y mensaje de Jesucristo no es neutral culturalmente. Religión en el cristianismo es esencialmente distinto al concepto de asimilación inmanente del hombre a la humanidad o a sí mismo. En el cristianismo la religión no es re-ligación a lo divino sino al Dios Personal, al cual se aplica el termino Santo, como distinción de natural sacro. Proprio del judeo cristianismo es el encuentro con Dios. De ahí que el concepto de civilización no encuentre su motor en la inmanencia creatural[24], sino en la trascendencia divina que inquieta al hombre. Al querer identificar sacro y hombre inmanente, se pretendía “revelar la apabullada condición de Super Hombre”. Sólo que este Super Hombre, del optimismo ateo, ha minando su consistencia misma: los hombres. La radical inmanencia que se reinvindicaba a formado “mónadas errantes”. Baste pensar a la afección desproporcionada hacia los animales. Expresiones frecuentes como: mi perro es más noble que muchos hombres, para que tener hijos si los animales son mi mejor compañía, etc., son una propaganda del concepto decadente de Super Hombre. El paradigma cultural dominante, con todo y que ofrece beneficios de desarrollo científico y tecnológico, a cambio de la polarización económica, ha suscitado una nueva búsqueda de lo religioso, ante las predicciones sociológicas de los décadas 60, 70 y 80.
Sin embargo, este auge de religiosidad, viene tatuado con cifra monista de inmanencia. Lo religioso como reflejo de las ansias de armonía que el “yo” posee de sí mismo, que es el único cosmos aceptable. El regreso del animismo, de la magia, de la superstición con sus amuletos y símbolos cabalísticos, hacen dibujar una parodia cibernética del neopaganismo. La acción social entre los más pobres sigue teniendo una alta estima, pero ya no por efecto de la confesión teológica, cuanto por el modelo de heroísmo que presentan. Un heroísmo cada vez más visto como extremo moral, que como incentivo proprio. De este modo es posible constatar que con la misma velocidad con la que surgen iniciativas de ayuda a los necesitados, con la misma velocidad, se suceden los colaboradores entusiastas que perseveran muy poco en la obra, se realiza como un auto estímulo: “para estar bien consigo mismo”, el necesitado importa, pero en la medida que me hace sentir útil y no en la medida que es. Más conmueve por su indigencia que por su intrínseca condición de persona. La sacralidad la constituye mi sensación, no la alteridad. Como podemos observar, el triunfo del ateísmo es tan efectiva, cuanto inconsciente en la mentalidad hodierna. El paradigma dominante[25] de bienestar, propone la felicidad como autosuficiencia y bienestar individual en materia económica, se erige como el único horizonte creíble de realización humana, para lo cual es preciso renunciar a la identidad histórica, la pertenencia familiar, la memoria regional, el marco de valores tradicionales y todo aquello que suponga un obstáculo a la uniformidad industrial de producción y a la generación económica. Las tradiciones son vistas como mero atavismo ancestral que impide la realización personal, por ello han de ser superadas por nuevas tradiciones, no comunitarias, sino individuales, ligadas a momentos "mágicos" de sentimiento. De este modo se intercambia la dimensión histórica de la fe y los sacramentos cristianos, con la expresión hermética de la propias formulaciones religiosas basadas en la emoción y la mágica fuerza de los amuletos personales. La globalización como instrumento de propagación de este modelo atomizador, ha influenciado grandemente la no creencia, mediante un paradigma de felicidad norteamericano, que relativisa la relación con el Trascendente, recluyéndolo aún más en el ámbito subjetivo, igualando así las diversas formas de valores culturales y reduciendo el impacto y continuidad de la transmisión de la fe.
El resurgimiento religioso parece orientarse en dos direcciones precisas y diversas del desarrollo previo: 1) La negación de la objetividad de la realidad Trascendente, que por lo tanto no puede ser administrada u ofrecida por ninguna clase de institución religiosa; implicando así el desprecio por la dimensión histórica y Reveladora de la fe. 2) El rechazo o indiferencia a lo que signifique alteridad, la divinidad no puede ser “Personal”, ello implicaría diversidad, Autoridad y Obediencia. La vivencia colectiva sólo tiene valor en cuanto los otros sienten lo mismo que yo. La iniciación es válida para estas nuevas formas religiosas en la medida que permite sentirse o reconocerse como protagonista de esta acción o cuando permite tener emociones “fuertes”. Ello explicaría el auge occidental del modelo asiático monista de trascendencia lo humano y lo divino identificados y disueltos[26]. La opción religiosa o de creyente es asunto meramente subjetivo, de elección personal, cuyos efectos son también subjetivos y objetivamente en nada distintos de los que un no creyente experimenta. No hay diferencia entre creer y no creer. La creencia de fe no aporta ningún beneficio o privilegio objetivo, cualquier clase de razonamiento que intente mostrar que la fe da respuestas a lo que el no creyente no tiene, se ve observado como anticuado, iluso y autoritario. Esta situación proviene de la aceptación legal en que los no creyentes poseen valores propios, dignos de respeto e iguales a los cristianos. Solamente cuando la fe es puesta como respuesta histórica al mensaje de Jesucristo, viene vista como objetivamente distinta a los valores de los no creyentes, pero precisamente por ser histórica, pero no viene valorada como opción de superioridad antropológica, sino sólo como una misión en la historia, no diversa del determinismo. Así cualquier expresión radical de la fe es vista como sectaria. Hacer presente la fe en lo cotidiano se vuelve rareza. Del mismo modo la afirmación sin ambages deidentidad católica es criticada como fundamentalismo, del mismo modo que la pertenencia a una experiencia comunitaria eclesial se denuncia como integrismoo gueto. Y esto, no por las demás religiones, sino por los mismos católicos que ha fuerza de contemporizar con el secularismo, ha generado una propuesta católica light.
3.- La Dispersión: una hemorragia letal.
En campo académico, la informática, no sólo a cambiado los instrumentos de investigación e intercambio científico mundial, ha transformado el método y las categorías de valor científico. Nutriéndolas de una velocidad asombrosa, ordenando, conservando y clasificando datos en celeridad, reuniendo descubrimientos aislados, potenciando la búsqueda especializada de forma masiva, compartiendo lecciones, artículos, investigaciones a precio accesible a un pública cada vez más amplio. Sin embargo, este maravilloso instrumento ha detonado una forma de disgregación humana y social, que si bien era incubada desde antiguo en el hombre, nunca como ahora venía individuada con tal intensidad: la dispersión. La agudeza de los jóvenes actuales en campo intelectual[27], viene contrapesada con la fuerte dispersión intelectiva. La habilidad cibernética deja lamentablemente fuera, un sustrato más profundo de conocimiento por explorar. El pensamiento débil da paso a la absurdidad de la vida en el profundo. Las ofertas de los medios masivos de información, posee en realidad una cierta elección banal, ya que tanto en su número casi infinito, como en los contenidos claramente opuestos, la información se ofrece cuantas cabezas existen. No me refiero aquí a la evidente subjetividad del receptor, cuanto a la objetiva variedad e infinitud de propuestas. Variedad y subjetividad son los elementos de un compuesto cultural que genera anonimato y dispersión. La verdad viene identificada con el sujeto, de ahí que elegir o no elegir, es una simple ficción de libertad. No se elige, simplemente se proyecta la opinión, uno no se adhiere a la verdad, porque la verdad soy yo. La expresión de que comunicar es poder, no sólo produce el monopolio de una esfera humana como la económica sobre el resto. La comunicación no es la esfera reinante sobre la política, la religión, el arte, etc.
No, la comunicación en este sentido, es como la cultura, transversal a toda la realidad, pero con una transversalidad instrumental, a diferencia de la cultura que posee una transversalidad fontal. En efecto, es en función de la cultura que brotan las categorías lingüísticas y los convencionales códigos de intercambio. La comunicación en cuanto instrumento vine puesta en el candelero, y la mano que en este momento la sustenta no es la política, sino la economía. Esfera que polariza la vida del occidente. El monopolio sobre los medios de comunicación ha llegado a ser como en otros tiempos, el control de monopolio de los mares, ríos, del acero, del petróleo, entre otros. Hoy sin embargo este cotizado instrumento de poder se enfrenta a la dificultad de mantener su cohesión instrumental, ya que precisamente en el ámbito de la comunicación donde el hombre de las masas está caminando hacia un mundo global, exige paradójicamente una selección informática. Recientemente un diario televisivo europeo, mencionaba que para algunos politólogos, la campaña electoral norteamericana de las próximas elecciones, tendrá como escenario privilegiado, no ya los debates y programas televisivos, sino el internet.
Según los últimos sondeos, afirmaba este noticiero, más de 4,000,000 de sitios Web, hacen mención del actual Presidente del partido Republicano. De los cuales, no es posible saber, qué cantidad lo apoya y qué cantidad lo contestan. Si alguna persona quisiera encomendar a un sistema cibernético, separar construcciones lingüísticas de los sitios Web en torno a la opinión política estadounidense, identificando el apoyo o rechazo político al ejecutivo, tendríamos que admitir, que hoy por hoy, la fineza de la ironía no es campo propio de las computadoras. Sí, la ambigüedad puede ser identificada, pero no interpretada. Paradójicamente la vida humana, no es simple afirmación o negación. Los medios de comunicación mismos reconocen que la saturación informativa no es sinónimo de bloqueo mecánico de sistemas, si no de desinformación. La lucha por mantener la posesión de los medios se enfrenta a su creatura: la dispersión informática. El valor absoluto de individualidad propiciado por la modernidad, que facilitó la multiplicación de información, creando masas de individuos anónimos, se enfrenta al problema de mantener criterios de unificación y selección de información. Habiendo disuelto culturalmente la objetividad, como elemento indispensable de intercambio, han cortado el cable mismo que alimenta la comunicación: la existencia del otro. Una nueva comunicación viene implorada no sólo por los destinatarios de una generación de “monádas errantes”, cuanto por los mismo comunicadores, que habiendo escapado al mismo arte de comunicar, se enfrentan al riesgo de perder el aprecio de la economía, la cual regresa a formas cada vez más incipientes de barbarie, como es la violencia.
III.- Conclusiones: La propuesta Buenaventuriana de diálogo cultural.
Hablar de Buenaventura es hablar de teología simbólica[28]. Al respecto quiero recordar que el símbolo es una realidad que reclama la contra parte que la hace una. Más que en sentido netamente metafísico, platónico o neoplatónico, permítanme que utilice la palabra símbolo de modo etimológico. Me explico más exactamente. Si el panorama cultural presenta en la inmediatez, la fragmentación y el sincretismo, tres desafíos agudos al pensamiento y cultura cristianos, de los cuáles se evidencia una ausencia ¿Cuál podría ser la parte que reclama este hueco cultural? O ¿Es que la realidad histórica es simplemente constatación de hechos que se suceden unos a otros, como secuencia determinada e inmutable donde la libertad es ficticia? He aquí la cuestión de Averroes, que Buenaventura tuvo que confrontar desde el método agustiniano. ¿Será más bien que la respuesta cultural de la Universidad católica, no puede construir nada con el momento presente, siendo necesario destruir todo y partir de cero, restaurando tiempos pasados? He aquí la cuestión de los “puros” de los cátaros.
1.-De la dispersión creatural al Dios vivo, principio de unidad.
Este recorrido fugaz, precisamente en este recinto de la Universidad, me empuja a releer aquí algunos pasajes del Itinerarium mentis in Deum de San Buenaventura. La brevedad de mis alusiones humildes brillos fugaces de una gema preciosa, que conserva en la identidad de esta Universidad, una potencia dialogal impresionante para nuestra época. Deseo voluntariamente detenerme en lo que podríamos llamar prolegómenos de esta obra maestra del Doctor Seráfico. paradójicamente porque permite abordar una cuestión metodológica de talante cultural, tal cual es la posibilidad de conocer a partir de la dispersión.
Conocer desde la dispersión, como problema agustiniano, sigue remitiendo al vigoro dilema parmenideo, el ser es uno o es múltiple. Junto al problema metafísico de la consistencia del Uno, es innegable que la dificultad recae en la prioridad epistemológica de poder conocer el ser, en un primer momento, a fin de poder dilucidar en que consiste esta perfección que parece una y que sin embargo brilla con intensa luz precisamente en la diversidad de lo inmediato y sensible. El problema epistemológico reviste en estos momentos dimensiones casi pre-científicas, ya que la “duda” no viene puesta como piedra de toque y método racional de veracidad, tampoco cómo itinerario de honestidad y precisión exagerada; sino como indiferencia existencial. Conocer no sirve para encontrar la verdad, conocer es un medio de sobrevivir. La epistemología ha dejado lugar a la pragmática economía. De este modo es posible, permanecer en el error, pero si este da dinero, no es deplorable sino digno de emulación. Avoir et non être diría mi querido maestro Gabriel Marcel. Dudar no es sino la cicatriz generalizada de una indiferencia y barbarie neo pagana. Dudar de Dios, no, eso no es novedad, dudar como hábito, como casa y como escuela de aislamiento. Este nuevo escepticismo, ha tomado proporciones planetarias: ¿cómo conocer lo verdadero en la dispersión casi infinita de información electrónica, mass media e internet?. Para que sea posible llegar al Primer Principio que es espiritualísimo y eterno y superior a nosotros, debemos pasar a través del vestigio que es corporal y temporal: y esto significa entrar en nuestra alma que es imagen de Dios, inmortal, espiritual, interior[29]. Se trata de un movimiento de docilidad, he aquí la primera dificultad de léxico cultural, de anacronismo diría alguno. Docilidad supone autoridad, y en los oídos actuales, autoridad es sinónimo de opresión.
Pero nótese, que el movimiento es interior, no simplemente subjetivo. Se verifica en la interioridad, pero no se identifica en su origen con el sujeto que lo percibe. Se trata de una docilidad a Otro que seduce desde lo proprio, desde lo íntimo. La figura de las seis alas del Serafino (en forma de Crucificado) significa entonces las seis iluminaciones graduales que comienzan desde las creaturas y conducen hasta Dios: Al cuál, ninguno puede dignamente acceder si no pasando a través del Crucificado. El siglo de las luces, es decir de la razón a secas, del Iluminismo, el siglo del: ten valor de pensar con la propia razón, se ve antecedido con varias centurias de una forma más integral de acceso a la realidad. Con todo el beneficio científico de la modernidad, hoy más que nunca el hombre experimenta la necesidad de retornar a una impostación sapiencial del conocimiento. Una nueva sed de saber integral invade los ambientes culturales, una sed que responde a la sofisticada postura cibernética e informática del presente. No basta ya conocer, es preciso saborear lo conocido. Alguno podría ingenuamente pensar que este reclamo sapiencial, es una suerte de nostalgia de lo medieval. En realidad el discurso que emprendemos, está tan lejos de rechazar las bondades de la era contemporánea, cuanto de recibirla de formaacrítica. Sin querer hacer exégesis del texto bonaventuriano, deseo fijar mi atención en el contexto interno que el autor mismo coloca al inicio de su obra: Y sucedió por voluntad divina que..me fue concedido retirarme al monte Alvernia, lugar tranquilo, empujado por el amor a la búsqueda de paz. Buscar la paz, es decir el puerto adecuado donde la inteligencia y la voluntad pueden simultáneamente encontrar remanso. Un itinerario que no renuncia al gozo creatural, precisamente por perseguir la fuente misma que hace gozar al hombre: La Beatitud, la felicidad, no es otra cosa sino el gozo del sumo bien; el sumo bien es superior a nosotros; por eso ninguno puede conseguir la felicidad si no sale por encima de sí mismo, no con el cuerpo, sino con el corazón.
2.-La paciencia, una cura para la prisa asfixiante.
Me parece que Buenaventura nos provoca, desde su Itinerarium, al desarrollo de tres elementos que complementan la ansiedad propia de nuestra vertiginosa época. La instantaneidad puede ser completada simbólicamente, con un Itinerarium; con un proceso, con una gradualidad, que incluya contemplación y transformación de la realidad humana. El freno de este ímpetu de urgencia frenética, viene conocido como paciencia, elemento adquirido en la vida cristiana, no como neutralizador, sino como trampolín de trascendencia. Este iter requiere para ser ascendente, ser integral. El homo pragmaticus y el homocontemplativus, no son momentos sino expresiones de una sola realidad. El hombre no se agota en el tiempo, se expresa sensiblemente en él, pero no se identifica con él. Este íter es a tal punto integrador que reúne la metafísica y la historia, la voluntad y la inteligencia, la naturaleza y la gracia, el origen y el destino, el pasado y el presente, los deseos y la realidad. Pues sus grados: en nuestra natura los tenemos plantados, por la culpa deformados, reformados por la gracia, para purificar a través de la justicia, para ejercitar por la ciencia, para hacer perfectos con la sabiduría.[30] Se trata de un verdadero programa ante la cuestión fundamental del ser libremente hombre: ¿Quién soy y a donde voy?
El capax Dei del hombre de San Agustín, se expresa incluso de formas deformes y pasionales, el movimiento muchas veces convulsivo de la búsqueda de armonía, aún en sus formas más aberrantes es un grito desesperado de Amor, de Paz, de Dios. Son estos los puntos de anclaje[31] que en cada época hemos de identificar y reproponer[32] a los hombres y mujeres que nos sean contemporáneos.
3.- El encuentro con Jesucristo, Portador del agua de la Vida.
Pero este íter no es arbitrario ni chabacano, es cuestión de vida o de muerte. Tampoco es incierto en cuanto a su destino, y atención, el hecho que se conozca su destino, no le quita su dramaticidad decisiva. Una cosa es saber hacia donde camino, y otra si llegaré a tal destinación. La absurdidad del conocimiento no está en conocer la respuesta a la pregunta fundamental de donde vengo y a donde voy, sino en fruir, gozar no en la mente, no en la voluntad sino en la entera humanidad de este destino. No es mitología creer en Dios, sino vivir como si jamás lo llegaría a conoce personalmente. La historia, es la clave de distinción entre la interpretación narrativa de los hechos humanos buscando la divinidad, y la fe como encuentro con el Totalmente Otro. La diferencia entre el sacro y el santo, no, lo hace la teofanía geográfica, sino la fidelidad histórica de generación en generación, en la que la iniciativa viene del Otro no del hombre. A este Otro, que se asoma por sus creaturas en la historia, Buenaventura dirige su in Deum.
Y ¿Cuál sería esta flagrante demostración de que Dios ha entrado en la historia? La existencia de un Pueblo; cuya única razón para explicar su supervivencia es la fidelidad de las promesas de Dios. Justamente se me podría rebatir, que no hay sólo un pueblo probado así, que a pesar de injusticias y holocaustos, incluso permanentes, sobreviva todavía hoy. La diferencia está, que en este pueblo, se ha verificado un acontecimiento que confirma en la historia las promesas que se le hicieron en la historia. Revelación y realización se tocan en un punto. Además es a tal punto axial que toca a toda la condición humana: Uno de Israel, que estaba muerto ha Resucitado. El común enemigo de la humanidad ha sido vencido: la muerte. Cumpliendo las promesas de un Mesías, de una libertad absoluta incluso de la muerte, de una Tierra Nueva, de una cercanía absoluta del Dios del Sinaí. La sombra ritual que buscaba la re-ordenación del universo en las religiones cósmicas, mediante ceremonias para enfrentar la muerte, pueden cesar. Israel es testigo de una fidelidad tanto más fuerte cuanto más débil y frágil es este pueblo. O este hecho es verdad, y existe una vía abierta y real de sentido para la vida del hombre, o no lo es, y cada cual se ha de conformar de buscar o esperar a Dios según su singular forma de existir y relacionarse. La segunda constituye la causa existencial del relativismo, del secularismo, del nihilismo, del agnosticismo y ateísmo, del resurgir del panteísmo, animismo tribalneopagano, del sincretismo.
Si en cambio, la primera se ha realizado y verificado, urge ser difundida, porque en ella se juega la vida o la muerte, la libertad o la opresión, la esclavitud o la libertad del hombre, de la mujer, del mundo, de la cultura. La question de l’existence ou de la non-existence de Dieu, est justement, la question de la non-exitence ou de l’exitence de l’homme, viene respondida desde el concepto mismo del hombre y de la la historia integral del mismo hombre, que se tenga. La resurrección de Jesucristo, y los efectos transfigurantes sobre el hombre, sobre su sentido, destino y consistencia, requieren ser ofrecidos en lenguaje cuya inteligencia facilite su acogida, exigen una forma mentis cultural, no sólo devele el misterio substancial de la condición humana, sino que reconozca el peso de la historia, de la originalidad de cada persona y pueblo. Este encuentro en la historia conocido a través del carisma franciscano es la clave de lectura de todo el creado, para Buenaventura: Ora no hay otra vía –para este tránsito a la paz- si no aquel encendido amor del Crucificado, que raptó a Pablo al tercer cielo...-así- las seis iluminaciones graduales que inician desde las creaturas y conducen hasta Dios: al Cual ninguno puede dignamente acceder si no pasando por el Crucificado (Prólogo n..3).
He aquí la más alta dignidad de la Universidad: presentar la Encarnación del Verbo, en la hito histórico de la Resurrección del Crucificado, como llave de sabiduría a la investigación académica de cada época. Alejandro, conoció a Jesucristo a través del hábito del Pobrecillo de Asís, el Doctor Seráfico leyó el evangelio con las grafías del Hermano de Asís, ¿Por que entonces desear otra clave de sabiduría para la Universidad sino la misma del Patrono? ¿Quién enseñará la ciencia? ¿A quién será dado entender lo que ha escuchado? Sólo a los niños destetados, a los separados del seno de la madre. Sólo a los niños destetados e separados de la suavidad de los bienes presentes será dado el conocer las cosas útiles, a los otros no.[33]
Pero estos efectos, de beneficio y penuria, reclaman una forma complementaria[34] de conocer, que sin desechar los logros de más de ocho siglos de vida universitaria, integren una visión sapiencial, sobre Dios, sobre el mundo, sobre sí mismo y el destino proprio y social. A esta forma integral de vivir la llamo cultura cristiana, puerta abierta a todo verdadero humanismo[35]. He aquí la importancia de presentar el itinerario en forma gradual, en clara referencia al aspecto luminoso de cada paso. La iluminación no viene concebida como fruto de las energías solitarias del intelecto, mucho menos como iniciación secreta de algunos elegidos o puros, que incontaminados del la perversión de la materia, pertenecen a otro mundo, que sí los merece. Sino más bien como una humilde pedagogía de recibir explicación del mismo que ordenó lo sensible. Fines y medios vienen explicados por el Creador. Universidad San Buenaventura, ofrece lo que eres, brinda al mundo la tradición de tu Santo Patrón. Regala hoy un ascenso de la ciencia dispersa al conocimiento sapiencial, que nace del Encuentro con Jesucristo. Muchas gracias.
1] Cfr. BOUGEROL Jacques Guy, Introduzione, al Comento al Vangelo di San Giovanni /1, Opere di San Bonaventura, Città Nuova Editrice, Roma, 1990, p. 8.
[2] Cfr. CALOGERO Guido, Università, in Enciclopedia Italiana, Istituto della Enciclopedia Italiana, Roma 1950, p.724
[3] SAN BONAVENTURA, Comento al Vangelo di San Giovanni /1, Città Nuova Editrice, Roma, 1990, Prooemium, n.1.
[4] Cfr. GLORIEUX P., L’insegnement au moyen âge, Archives d’Histoire Doctrinale et Littéraire du Moyen âge, Paris, 43, 1968, 65-186; in BOUGEROL Jacques Guy, Introduzione, al Comento al Vangelo di San Giovanni /1, Opere di San Bonaventura, Città Nuova Editrice, Roma, 1990, p. 8.
[5] Cfr. VERGER Jacques, palabra L’UNIVERSITà, en LE GOLF Jacques, Il Medioevo europeo, Silviana editoriale, Milano, 2003, pp331s.
[6] Cfr. DEL ZOTTO Cornelio B., La teologia dell’immagine in San Bonaventura, Edizioni L.I.E.F., Vicenza, 1977, p. 157.
[7] Cfr. FROVA Carla, voz: Università, en el Dizionario Enciclopedico del Medioevo, Città Nuova Editrice, Roma, 1999, pp. 1991ss.
[8] Cfr. WILHELM FRANK Isnard, Historia de la Iglesia Medieval, Herder, Barcelona, 1988, pag. 157.
[9] Cfr. Idem.
[10] Cfr. DEL ZOTTO Cornelio B., La teologia dell’immagine in San Bonaventura, Edizioni L.I.E.F., Vicenza, 1977, p. 20.
[11] Cfr. VERGER Jacques, palabra L’UNIVERSITà, en LE GOLF Jacques, Il Medioevo europeo, Silviana editoriale, Milano, 2003, pp331ss.
[12] Cfr. WILHELM FRANK op.cit., pag. 161ss.
[13] Además Nunca comían carne «ni queso, ni huevos, ni ningún ser nacido de la carne por vía de generación o de coito». Después de haber recibido el consolamentum, ciertos perfectos se disponían a la endura, es decir, que se dejaban morir de hambre creyendo que la muerte les llegaría en estado de gracia. Ver FISAS Carlos, Extractado del libro "Usos y costumbres en la historia".
[14] WILLIATTE Gonzague, se vea el Prólogo a Lo impuro, de Jean GUITTON, PPC, Madrid, 1992, p. 9.
[15] Cfr. MARDONES José María, Postmodernidad y cristianismo, El desafío del fragmento, Sal Terrae, Santander 1988.
[16] Ibidem Todo ha de servir para algo. Quizá para un propósito que sólo es un medio para otro medio, el cual, a su vez, está encadenado a otro en una rueda sin fin.
[17] Cfr. CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA, Para una pastoral de la cultura, 1999, n. 59s.
[18] Cfr. CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA, La Universidad por un Nuevo Humanismo, Jubileo, Roma, 2000, pags. 15ss.
[19] Cfr. PONTIFICIO CONSEJO DE LA CULTURA, Jesucristo Portador del Agua de la Vida, Libreria Editrice Vaticana, 2003, pp. 44-45.
[20] Cfr. Idem, p. 31
[21] Cfr. Idem, pp. 31-36.
[22] Cfr. UNIVERSIDAD SAN BUENAVENTURA, Respuesta al cuestionario sobre la no-creencia 2002-2003.
[23] Cfr. PONTIFICIO CONSEJO DE LA CULTURA, Jesucristo Portador del Agua de la Vida, Libreria Editrice Vaticana, 2003, pp. 25ss.
[24] “La civilization n’a pas d’autre objet que la realisation d’un ciel terrestre”. FEUERBACH, L’Essence du Christianisme, p. 366 citado por Cfr. FOLSCHEID D., in Op. cit., p. 41.
[25] Ya había sido denunciado por el papa LEÓN XIII, Testem benevolentiae Vaticano, 22 gennaio 1899, § 57.
[26] Explicaría también la indiferencia o apatía generalizada de expresar la dimensión social de la caridad como elemento esencial de la fe. Si bien la sensibilidad internacional frente a las desgracias humanas ha crecido, ésta cooperación es vista como filantropía neutral o sentimiento de solidaridad humana, separada de la fe, aún en católicos activos. La religión universal del sentimiento individual ha marcado ya su signo de superioridad cultural frente a la fe cristiana.
[27] Cfr. POUPARD Paul, Evangelio y cultura en los umbrales del Tercer Milenio, Vida y Espiritualidad, Lima, 1998,pags. 21ss.
[28] Cfr. DEL ZOTTO Cornelio B., La teologia dell’immagine in san Bonaventura, Edizioni L.I.E.F., Vicenza, 1977.
[29] Cfr. Capítulo I, n. 2.
[30] in nobis habemus plantatos per naturam, deformatos per culpam, reformatos per gratiam; purgandos per iustitiam, exercendos per scientiam, perficiendos per sapientiam. N. 6.
[31] Cfr. POUPARD Paul, Conferencia Inaugural Encuentro de responsables de Centros Culturales Católicos del cono Sur, Valparaíso, Chile 17 septiembre 2003 y CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA, Para una pastoral de la cultura, 1999, n. 32.
[32] . POUPARD Paul, Iglesia y Culturas, EDICEP, México,1985, p. 113: En un mundo secularizado, el sentido de la existencia cristiana, tiene necesidad de manifestarse, de renovar el lenguaje de la fe...para renovar la credibilidad del cristianismo en función de las exigencias de la inteligencia presa en la modernidad.
[33] Commentarius in Evangelium S. Ioanis, Proemio, 3.
[34] Cfr. POUPARD Paul, Evangelio y cultura en los umbrales del Tercer Milenio, Vida y Espiritualidad, Lima, 1998, pags. 18.
[35] Cfr. CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA, Fede e Cultura, Antologia di testi del Magistero Pontificio da leone XIII a Giovanni Paolo II, Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano, 2003, v. Indice Temàatico: UMANESIMO e CIVILTà; CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA, La Universidad por un Nuevo Humanismo, Jubileo, Roma, 2000, pags. 15ss.