Julio, 2021.
Ramos, F.
Luego de ser nombrado, ingresé a la sala con la mente en blanco. Allí, una mujer robusta, con un aspecto peculiar, me estaba esperando frente a una mesa.
Me sentía inquieto, pues mi corazón latía a más no poder. Algunas gotas de sudor empezaron a resbalar sobre mi rostro y podía oír el golpe que generaban al aterrizar en la mesa; era como si la mirada penetrante de la rubia me estuviese controlando. Unas voces ininteligibles empezaron a sonar en mi cabeza cuando la mujer comenzó a hablar, y empecé a sentir como si me estuviesen devorando por dentro. Me presentó las fotos del cuerpo, y la sangre que lo rodeaba me lo recordó. Sentía sequedad en la garganta y lo único que deseaba obtener era un sorbo de agua.
La antipática no mostraba interés alguno por mis expresiones, ¿sería que me lo estaba imaginando? Preguntas de ese estilo empezaron a rondar en mi cabeza, pero estaba seguro de que, en lo más profundo de mí, sabía qué estaba sucediendo. El miedo me estaba ganando y volvió a manifestarse, pero esta vez acompañado de un escalofrío; seguido de eso, la silueta de una daga se cruzó por mi mente, pero me sonaba muy familiar. Lo único que podía ver era los labios de la ignota moverse, y no se detenían.
Súbitamente, un fulgor comenzó a brillar en mí. La magia de la mujer empezaba a hacer efecto y era imposible de detener. Pero por muy positivo que se sintiese, no lograba ver más que oscuridad al final de ese resplandor. Sentía que algo satánico se acercaba, y cada vez más. Unas palabras oscuras empezaron a subir crecientemente por mi garganta y venían a gran velocidad. Me encontraba muy nervioso.
Finalmente, empecé a hervir hasta que las palabras lograron escapar.
˗ Sí, yo la maté.