• Goya. Tauromaquia. Francisco Esteve Botey, Ramón Loy y La Tauromaquia de Goya. Por Francisco Llorente 2004.

"Francisco Esteve, Ramón Loy y la Tauromaquia de Goya", publicado en: Fernando Llorente García, El grabado en la obra de Ramón Loy: España/Cuba. Tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense, 2004, págs. 68-70. Texto íntegro

Ramón Loy, aquel estudiante brillante de grabado en la Escuela madrileña de Bellas Artes que abandonó España a finales de 1919, se instaló en París con el fin de seguir ampliando sus conocimientos artísticos. Pocos meses después se convertiría, desde la Ville Lumière, a la sombra de Francisco Esteve Botey, en un protagonista anónimo del principal acontecimiento ocurrido para el grabado español de esos años. Nos referimos a la repatriación de las planchas de La Tauromaquia de Goya. Siendo, indudablemente, el grabador Francisco Esteve Botey el auténtico y principal protagonista de esta historia, Ramón Loy participó en secreto en la operación, manteniendo ocultas en su poder las treinta y tres planchas de La Tauromaquia. Ramón Loy desveló este secreto en su artículo “La tauromaquia de Goya”, publicado en 1952 con motivo de la exposición de dicha serie de grabados que se celebró en octubre de ese año en el salón de la General Electric de La Habana: “La exhibición de estos grabados me trae a la memoria que hace muchos años estuvieron en mi poder las planchas originales grabadas por Goya, de La Tauromaquia” (117).

(Ofrecemos una reproducción facsimilar de este artículo con las dos páginas que ocupa en el periódico Alerta en la lámina 68, donde se puede leer el artículo completo). Han sido numerosos los avatares de estas planchas, que han pasado por tantas manos hasta su regreso definitivo a España (118). En 1914 eran propiedad del grabador Ricardo de los Ríos, quien las ofreció en esa fecha al Estado español a través de su ex discípulo Carlos Verger. Eludido el compromiso por el Estado basándose en la dudosa

autenticidad y posible deterioro de las planchas, fue Francisco Esteve Botey quien en 1920, a título personal, viajó a París, se las compró a Ricardo de los Ríos y las ofreció al Círculo de Bellas Artes de Madrid, entidad en la que Esteve Botey presidía la Sección de Grabado (119). La compra se realizó en París en marzo de 1920 y el depósito en el Círculo de Bellas Artes en abril de 1920, de lo que deducimos que en ese intervalo fue cuando intervino Ramón Loy (120).

La intervención de Ramón Loy en esas fechas nos parece muy verosímil, sobre todo al leer y comparar algunas frases escritas por Loy y Esteve Botey.

Algunos años antes de la exposición de La Tauromaquia en La Habana, Loy escribió sobre su amigo Esteve, refiriéndose a su profesor de Grabado en Madrid: “Años después volvimos a encontrarnos en París, y juntos hicimos viajes a Inglaterra y Bélgica, visitando museos para ilustrarnos sobre el arte de esas naciones” (121). El traslado de Loy a París se produjo a finales de 1919; Esteve Botey le escribió

desde Madrid una postal, con fecha 30 de diciembre de 1919, anunciándole su intención de viajar a París, aunque lógicamente, y con mayor motivo por tratarse de un envío sin sobre, no especifica el principal motivo de su viaje (v. lám. 54).

Ramón Loy recuerda en su artículo “La tauromaquia de Goya”: “Viejo amigo mío, Esteve se hospedaba en el mismo hotel que yo” (122).

Loy Continúa recordando: “Teniendo que ausentarse de Francia por varias semanas me entregó las planchas de Goya para que se las guardase hasta su regreso” (Loy, ibídem).

Esteve también escribió que guardó las planchas mientras viajaba por otros países:

Y así, cuando en París llevé conmigo esos 33 cobres en sus tres cajas atornilladas, y lleno de entusiasmo los encerré como preciado tesoro, guardados, mientras viajaba por otros países, con el anhelo de volver presto para admirarlos y poseerlos; queriendo contárselo a todo el mundo, sin atreverme, por bien fundados temores, a decírselo a nadie. (Francisco Esteve, op. cit., p. 60).

Francisco Esteve dice que encerró los cobres guardados mientras viajaba por otros países, pero confiesa su temor a contárselo a nadie. Efectivamente, Esteve nos da pistas en su texto: “los encerré como preciado tesoro, guardados” pero no se atrevió a contar dónde encerró los cobres y quién los guardó. Así como Ricardo de los Ríos puso su confianza en su ex discípulo Esteve Botey para devolver las planchas de Goya a su país de origen, Esteve Botey actuó de modo parecido con su ex discípulo Ramón Loy, del mismo modo que se transmitían los secretos de un viejo oficio artesano, de

generación en generación.

La oportunidad que Esteve ofreció a Loy de conocer de cerca ese tesoro de la calcografía española no fue desperdiciada por Ramón Loy, quien vuelve a recordar emocionado:

La tentación de manosear y estudiar esos cobres que habían sido acariciados por las mismísimas manos del pintor de Fuendetodos, me hacían extraerlos de sus cajas y con religioso respeto pasar mis dedos por ellos. (Loy, ibídem).

Pero si Esteve tenía “bien fundados temores”, los de Loy no fueron menores:

Confieso que no dormía tranquilo pensando que podían robármelos, pero me serenaba pensando que nadie sabía que estaban en mi poder. Cuando semanas después regresó Esteve Botey, le devolví el tesoro que me había confiado y que tanto me sobresaltaba. (Loy, ibídem).

Con la devolución del tesoro a su amigo, Loy descansó de la pesada carga, que Esteve Botey todavía tendría que transportar, atravesando la frontera, lleno sin duda de nuevos temores.

Afortunadamente, la audacia y honradez de estos grabadores ha redundado en beneficio de nuestro patrimonio, posibilitando que actualmente las series grabadas de Goya se encuentren reunidas en la Calcografía Nacional.

NOTAS:

117. Ramón Loy, “La tauromaquia de Goya”, Alerta, La Habana, 9 octubre, 1952.

118. Sobre la odisea de estas planchas y sus poseedores, v. Juan Carrete, “Vicisitudes de algunas

láminas grabadas por Francisco de Goya. Los Desastres de la Guerra. Los Disparates. La Tauromaquia”, Goya, No 148-150, enero-junio, 1979 p. 286 a 293; v. también Juan Carrete, Goya en la Calcografía de Madrid”, en Francisco de Goya en la Calcografía Nacional, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y BMW Ibérica, 1990, p. 64 a 68. Más recientemente José Luis Temes ha indicado otros detalles sobre la adquisición de las planchas por Esteve Botey y su venta al Círculo de Bellas Artes. Temes dice sobre las planchas de La Tauromaquia que “su historia es apasionante” (José Luis Temes, El Círculo de Bellas Artes, Madrid, Alianza, 2000, p. 235). Ninguno de estos dos investigadores hace mención alguna de Ramón Loy, que sigilosamente ha pasado desapercibido, tal como debió convenir con su amigo Esteve Botey.

119. Según el propio Francisco Esteve: “En mi viaje a París, pensionado por el Estado para

ampliación de mis estudios, yo no llevaba representación alguna de este Círculo; ni como artista ni como técnico merecí su autorización para examinar ni para con su peculio adquirir. Yo iba a recoger la obra para mí; a traerla con todos los inconvenientes...” (Francisco Esteve Botey, La Tauromaquia:

conferencia y catálogo descriptivo, Madrid, Círculo de Bellas Artes, 1922, p. 59).

120. Concretando más las fechas diremos que en el certificado extendido por Ricardo de los Ríos

el 16 de marzo de 1920 se especifica: “El recibo de esta cantidad obra en poder del Sr. Esteve desde el 1o de Marzo actual”. El recibo extendido por el Círculo de Bellas Artes a Francisco Esteve Botey data del 25 de abril de 1920. Los documentos de ambas transacciones han sido reproducidos en el libro de Jose Luis Temes, op. cit., p. 234.

121. Ramón Loy, "Pintores españoles de hoy: Francisco Esteve Botey”, El Mundo, 10 agosto,

1947.

122. Loy, cuando recibió la postal de Esteve se hospedaba en el parisino “Hotel de Londres”,

según la dirección que escribió Esteve en la postal (v. lám. 54). Si Loy no cambió de domicilio antes de la llegada de Esteve, debió ser allí donde se alojaron juntos y donde Loy guardó las planchas de Goya.