• Estampa Popular y Ortega, por Juan Carrete.

La Estampa Popular y Ortega

JUAN CARRETE

El Mundo, 27/12/1990 Enlace

En pocas ocasiones las estampas han cumplido más fielmente con su función como las creadas por el grupo Estampa Popular, del que José Ortega (Arroba de los Montes, Ciudad Real, 1921) fue creador y su máximo impulsor. A partir de 1958 la estampa volvió a tomar el carácter de arma social y política. Ante un mercado inexistente la estampa retomó su tradicional objetivo de difundir ideas. El realismo social de Ortega fue el modelo difundido, y su personalidad la que aglutinó a un grupo de artistas utópicos para los que en aquel momento el arte no era sino un compromiso político. En Madrid desde los ocho años, José Ortega se formó en la Escuela Nacional de Artes Gráficas, institución que llegó a ser importante cantera de numerosos artistas gráficos, en donde alternó el aprendizaje del aguafuerte y xilografía con las actividades antifranquistas, lo que le valió ser condenado a diez años de cárcel y la medalla de grabado de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1953. Su biografía es la de un artista de la resistencia. Creado el grupo Estampa Popular en 1957, trabajó en la clandestinidad, a la vez que se da a conocer en la prensa internacional. El Congreso Internacional de Críticos de Arte de Verucchio de 1963, dirigido por Argan, le concedió la medalla de oro por su lucha en defensa de la libertad. El mismo año participó en la exposición «Pintores de España» que tuvo lugar en París, con un cuadro que era un alegato a favor de la amnistía. En 1976 regresó a España tras 16 años de exilio y solamente es autorizado a residir durante dos meses. Al año siguiente volvió a España exponiendo en Almagro una antología de sus obras en 1980. Ortega fue sin duda un apasionado que puso el grabado al servicio de sus ideas pero sin descuidar la forma, es más, dentro del realismo las figuras se van deshaciendo paulatinamente para hacer aún más patente lo expresivo, siguiendo el método oriental aprendido a través del conocimiento de las estampas chinas y japonesas, mientras que en ocasiones incluso puede llegar al puro signo, pero siempre con una vocación de querer transformar la sociedad. Hoy cuando todas estas ideas se cotizan a la baja, esfuerzos y vidas como las de José Ortega son lejanos pero preciosos hitos de la historia del arte español, casi olvidados y que algunos casi prefieren no recordar por demasiado inmediatos, pero que cuando el tiempo depare la sufiente perspectiva se alzarán para ser considerados por lo menos como un momento en que el idealismo y la utopía se sobrepuso al conformismo y a los fáciles circuitos comerciales. Tanto en la pintura como en el grabado tenía una seria preocupación por recuperar los valores artesanales de la pintura clásica, a la vez que en sus últimas obras se encuentran elementos neofigurativistas comunes a los artistas de la vanguardia internacional.