• Goya. El primer manifiesto de la Modernidad.

El primer manifiesto de la Modernidad

JUAN CARRETE PARRONDO

25/07/2002 El Mundo

Las pinturas de Francisco de Goya realizadas en 1798 en la ermita de San Antonio de la Florida no hay duda de que son, en el conjunto del quehacer goyesco, su obra más significativa y sólo equiparable a las llamadas pinturas negras. Es de las más originales obras de Goya, la más marcada por su genial personalidad, y el primer y más relevante manifiesto de la Modernidad.

Las pinturas de la ermita de San Antonio tienen desde el punto de vista del encargo una singularidad que es necesario contemplar con el fin de poderlas entender mejor. Si bien se trata de una obra oficial, pagada con dinero público, en ella pudo expresarse con total libertad, hecho bastante insólito. Es el momento en que sus amigos ilustrados ocupan el poder, aunque por breve tiempo.En 1797 tuvieron lugar los nombramientos de Jovellanos como ministro de Gracia y Justicia, Francisco Saavedra de Hacienda y Mariano Luis de Urquijo como secretario de Estado.

Dado lo singular del encargo y la libertad con la que pudo actuar Goya, el resultado fue una solución original y atrevida en el programa iconográfico, eligiendo dos grandes temas: el de los ángeles y el de la predicación y milagros de San Antonio. Una de las novedades radica en que va a crear un mundo de ángeles un tanto humanos, como los que se veían con frecuencia en Madrid con ocasión de las fiestas religiosas o en los teatros en las comedias de santos. Ángeles que no eran sino jóvenes mujeres disfrazadas y que formaban parte de la fiesta o de la representación teatral. Quizá por esta razón precisamente esos ángeles tan terrenales están en la parte inferior y no en la superior, en la cúpula.Los ángeles forman parte del espectáculo terrenal, y la cúpula es el espacio reservado a lo sobrenatural, aun cuando los milagros que realiza el santo lo sean en la tierra.

Mientras en la cúpula aparece un mundo alucinante y extraño representativo de la condición humana, en bóvedas y paramentos los hombres se han convertido en ángeles, creando un mundo de lujo y belleza.La elección del tema de los ángeles parece obligado al tratarse de una ermita dedicada a San Antonio, pues el culto a san Antonio estaba ligado íntimamente al de los ángeles, según se puede comprobar en las numerosas novenas publicadas en aquella época. Así pues la leyenda de las ángelas queda reducida a un conjunto de bellos rostros y cuerpos femeninos cubiertos de elegantes vestidos de la moda imperio que no son retratos de personas determinadas, sino de mujeres que pertenecen a los modelos que utilizaba Goya para las figuras femeninas. En San Antonio de la Florida los ángeles creados por Goya, en vez de anunciar un rompimiento de Gloria, parece que anuncian un rompimiento del mundo por medio de ángeles humanos, como en los que en determinadas fiestas vería por la calle -niñas y muchachas- que jugaban a los ángeles, para mostrarnos el mundo a través de retratos de ángeles llenos de humanidad.

Posiblemente no le fuera desconocida a Goya la historia de San Antonio, pues era tema que estaba en los ambientes populares y que quizá había tenido ocasión de leer, tanto en Zaragoza siendo niño, como más tarde en Madrid. La idea popular que se tenía sobre San Antonio era la de que se trataba de un santo que a lo largo de su vida había realizado numerosísimos milagros: «un ciego abría los ojos a la luz, allá un tullido se levantaba ágil, a un lado se le caían escamas a un leproso, a otro quedaba libre un endemoniado, a una parte se levantaba un muerto resucitado», tal como dice un libro de devoción del siglo XVIII.

Pero también era lugar común el auténtico furor que levantaron sus sermones, pues enfervorizaban a los fieles, hacían que los pecadores se arrepintieran y los herejes adjuraran de sus falsas ideas y abrazaran la fe cristiana. Por lo cual nada tiene de extraño que Goya decidiera dedicar la cúpula precisamente al tema de San Antonio predicando y, a la vez, a sus milagros, muchos de ellos realizados entre los mismos asistentes a sus sermones.Pues San Antonio predicaba no sólo a un público ya entregado a la fe cristiana, sino a los enemigos, herejes y descreídos a los que el santo lograba convertir por medio tanto de sus enfervorizadas palabras como por los milagros que obraba in situ. Por todo ello es fácil de entender que el programa iconográfico de la cúpula no sea, como se dice repetidamente, el milagro concreto de la resurrección de un muerto en Lisboa, sino la síntesis de la predicación del santo durante la cual hacía milagros.

Juan Carrete Parrondo fue responsable de la Calcografía Nacional y dirige ahora el Centro Cultural Conde Duque