EI profeta Jeremías escribió el apasionado librito de Lamentaciones después que los babilonios capturaron y destruyeron Jerusalén. Es una obra profundamente personal, mostrando las crudas emociones del profeta como respuesta a la dureza de Judá. Aunque había pronosticado el exilio de su pueblo y les había reprendido por sus corazones no arrepentidos, sintió profundamente su dolor cuando los extranjeros mataron a muchos de ellos y obligaron al resto a ir exiliados a una tierra pagana.
Este libro se parece al libro de Salmos, lleno de emoción y reflejando el corazón de un líder que desea lo mejor para el pueblo al que una vez influenció. A la vez, capta la mente de un líder que nunca vacila en sus convicciones, ni siquiera cuando tiene que defenderlas solo. A mitad del libro, Jeremías recuerda al pueblo que el arrepentimiento es lo único que Dios demanda y que Él renueva sus misericordias cada mañana (3.22—23).
Jeremías es llamado correctamente «el profeta llorón», y Lamentaciones resume su lloro por la gente. Aprendemos de nuevo que un líder no puede divorciarse de la gente a la cual lidera. Los buenos líderes son modelos tanto del corazón como de la conducta que quieren que otros acepten. Alguien dijo una vez: «No te adelantes mucho a tu gente o te confundirán con el enemigo». Aunque se deben defender los estándares, el líder no puede mantener esos estándares de un modo frío, distante y lejos del sentimiento del corazón de la gente.
Los buenos líderes son algo más que emprendedores. Los emprendedores pueden actuar en solitario, pero los líderes no. Por definición, tienen seguidores a quienes siempre quieren tener con ellos. Jeremías sabía qué era lo mejor para su pueblo, pero no les forzó a cooperar.
Les rogó que obedecieran, pero ellos rehusaron. Como resultado, él lamentó la apatía de ellos y su desperdicio de potencial.
Mientras lees este libro, permite que las emociones de este «profeta llorón» penetren en tu corazón. ¿Te preocupas de la gente que lideras hasta este grado? ¿Te preocupas tanto por «la oveja perdida» que no va en el viaje como por las noventa y nueve que sí van? ¿Realmente amas a la gente que diriges? Quizá Jeremías puede ser nuestro mentor.
Dios debe desempeñar el papel de disciplinador en este libro. Informó a Jeremías de que a menos que los judíos se arrepintieran, caerían en la cautividad. Dios continuó recordando a Jeremías sus normas e imperativos divinos: arrepentimiento y obediencia.
A la vez, Dios comunica su misericordia y se muestra como el Señor que llora por el estado de su pueblo. ¡Qué difícil debió ser para Dios! Él Sabía de antemano el rechazo de su pueblo y lo simple que sería para ellos evitar el desastre, pero decide esperar la decisión y el arrepentimiento de ellos, como un padre que espera el regreso de un hijo pródigo. Este libro no trata solamente del lamento de Jeremías, sino también del de Dios.
Jeremías: profeta de Judá; lamentaba la destrucción de Jerusalén (1.1—5.22).
Pueblo de Jerusalén: juzgado por Dios a causa de sus grandes pecados (1.1 —5.22).
Sedequías.
OTRAS PERSONAS DESTACADAS
Babilonios
Dios debe quebrantar a los líderes con una necesidad antes de que ellos puedan implementar una visión para esa necesidad.
En lugares difíciles, la persona que dirige mejor mantiene la compasión por los seguidores.
Incluso los esfuerzos más nobles fracasan con un liderazgo inmoral.
Los buenos líderes proveen justicia, pero nunca sin misericordia con aquellos que se arrepienten.
LAS LÁGRIMAS DE JEREMÍAS surgían del profundo amor que le tenía al pueblo de Israel (3.48–49). De igual modo, Cristo mismo lloró por la ciudad de Jerusalén, diciendo: «¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!» (Mt 23.37–39; Lc 19.41–44). Si bien Cristo ha de juzgar a los que se rebelan contra él, también siente gran pena por perder a su amado pueblo.
Juicio de Dios por el pecado de Judá (1.5, 8, 18, 20; 3.42; 4.6, 13, 22; 5.16; Dt 28.43; Neh 9.26; Sal 137.7; Jer 14.20; 30.14; 52.28; Ez 16.37; Dn 9.5, 7, 16; Os 2.10; Sof 3.4; Mt 23.31).
Esperanza en la compasión de Dios (3.22–24, 31–33; Sal 30.3–5; Is 35.1– 10; Jer 30.1–31.40; Ez 37.1–28; Os 3.5; 14.1–9; Jl 3.18–21; Am 9.11–15; Mi 7.14–20; Sof 3.14–20; Zac 14.1–11; Mal 4.1–6).
Dios es fiel: 3.22–25; 5.19–22
Dios es bueno: 3.25
Dios es misericordioso: 3.22–23, 32
Dios se aíra: 1.5, 12, 15, 18; 2.1, 17, 20–22; 3.37–39
El título de este libro es derivado de la versión griega de la Septuaginta.
En las escrituras hebreas, este libro es considerado como uno de los cinco libros que componen los escritos sagrados o también llamados de "Los cinco rollos". Que eran leídos en las fiestas solemnes de Israel; entre ellos estaban los libros de Rut, Ester, Eclesiastés y Cantares. Su nombre en hebreo es "Quinot", que significa "Versos".
El libro de Lamentaciones era leído en el noveno día del mes "Ab", que representa la última mitad del mes de julio y en este día recordaba la destrucción de la ciudad de Jerusalén.
La desolación de Jerusalén es tratada de una manera muy clara en este libro que podemos comprender que Jeremías experimentó el dolor y la humillación que sintió el pueblo al ser derrotado y llevado cautivo por Babilonia.
Jeremías tenía en esta época entre cincuenta a sesenta años de edad.
Cuando Jerusalén fue destruida, él sintió profundamente y fue obligado a ir a Egipto donde según la tradición, fue apedreado y muerto; posiblemente el libro de lamentaciones fue escrito en Egipto.
El autor de este libro es el mismo profeta Jeremías.
Este libro fue escrito aproximadamente entre los años 586 a 585 a.C.
El profeta Jeremías escribió una serie de lamentaciones con el propósito de expresar su inmensa tristeza y dolor emocional por causa de la trágica devastación de Jerusalén que está relacionada a:
La caída humillante de la monarquía y de los reinos Davídicos.
La destrucción total de los muros de la ciudad de Jerusalén.
La deportación de los judíos para la distante ciudad de Babilonia.
Cada una de las cinco lamentaciones de Jeremías es definitivamente completa entre sí. Veamos:
La primera.
La primera lamentación describe la devastación de Jerusalén y el lamento del profeta sobre ella; la manera que jeremías clama a Dios con su alma angustiada, da una personificación como si fuera un clamor de la misma ciudad de Jerusalén.
La segunda.
En la segunda lamentación, Jeremías describe la causa de esta devastación como resultado de la ira de Dios contra un pueblo rebelde que se recusó a arrepentirse.
La tercera.
La tercera lamentación es una exhortación a la nación de Israel, y recuerda que realmente Dios es misericordioso y fiel, y que él es bueno para aquellos que esperan en él.
La cuarta.
La cuarta lamentación se refiere a los temas de las tres lamentaciones anteriores.
La quinta.
En la quinta lamentación Jeremías hace confesión de pecados y pide la misericordia de Dios para Judá y pide su restauración.
El libro de Lamentaciones tiene cinco aspectos importantes que caracterizan este libro:
Es el único libro de la Biblia que está compuesto de poesías llenas de lamentaciones.
Su estructura literaria es enteramente poética.
Es el único libro que revela las emociones y sentimientos vividos por una persona que experimentó la catástrofe de la destrucción de Jerusalén.
En la mitad de este libro hay una de las más grandes declaraciones en cuanto a la fidelidad y la salvación de Dios que está en Lamentaciones 3:21-26. A pesar de este libro ser un lamento, termina de una manera apropiada con una expresión de arrepentimiento y esperanza, Lamentaciones 5:16-22.
No hay referencias al libro de lamentaciones en el N.T.
A pesar del libro de Lamentaciones no ser citado en el N.T. tiene realmente mucha relevancia para aquellos que creen en Cristo, así como Romanos 1:18 a 3:20, que hablan sobre la culpabilidad del hombre, el justo juicio de Dios a los judíos y también sobre la ley.
Los cinco capítulos del libro de lamentaciones exhortan a los creyentes a reflexionar sobre la gravedad del pecado y la certeza del juicio divino; hace también recuerdo que por causa de la compasión y de la misericordia del Señor, la salvación está a la disposición de aquellos que se arrepiente de sus pecados y vuelven hacia Dios.
El libro de lamentaciones es una expresión del sufrimiento de Jeremías que lloró por el pueblo que rechazó a su Dios; Jesús también lloró por la ciudad de Jerusalén, Lucas 19:41-44.
El objetivo de este libro no es consolar al pueblo de su sufrimiento, sino mostrar toda la desgracia nacional en consecuencia de su desobediencia como un mensaje de Dios.
El tema principal de este libro es el lamento por la destrucción de Jerusalén y expresar el dolor de Jeremías por el cautiverio Babilónico y por la humillación de su pueblo.
El libro de Lamentaciones está dividido en cinco partes las cuales son:
1.- LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN: Lamentaciones 1:1-22.
a) La descripción de la ciudad destruida, Lamentaciones 1:1-7.
b) La causa de la destrucción, Lamentaciones 1:8-11.
c) La humillación del pueblo, Lamentaciones 1:12-22.
2.- LA IRA DE DIOS Y LA TRISTEZA DE JERUSALÉN: Lamentaciones 2:1-22.
a) La ira de Dios contra Jerusalén, Lamentaciones 2:1-9.
b) La angustia del pueblo, Lamentaciones 2:10-17.
c) La súplica de Jeremías por la misericordia, Lamentaciones 2:18-22.
3.- LA AFLICCIÓN Y LA ESPERANZA DEL PUEBLO DE DIOS: Lamentaciones 3:1-66.
a) Un clamor de desespero, Lamentaciones 3:1-18.
b) Una confesión de esperanza, Lamentaciones 3:19-39.
c) Una llamada al arrepentimiento, Lamentaciones 3:40-42.
d) El sufrimiento del profeta, Lamentaciones 3:43-54.
E) La oración del profeta, Lamentaciones 3:55-66.
4.- EL PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE JERUSALÉN: Lamentaciones 4:1-22.
a) Contraste entre el presente y el pasado de Jerusalén, Lamentaciones 4:1-12.
b) La causa de la asolación de Jerusalén, Lamentaciones 4:13-20.
c) El castigo de Edom y la restauración de Judá, Lamentaciones 4:21, 22.
5.- ORACIÓN POR LA RESTAURACIÓN DEL PUEBLO: Lamentaciones 5:1-22.
a) La necesidad de misericordia, Lamentaciones 5:1-15.
b) La confesión del pecado, Lamentaciones 5:16-18.
c) El pedido de restauración, Lamentaciones 5:19-22.
CÁNTICO FÚNEBRE SOBRE LA DESOLACIÓN DE JERUSALÉN
Aquí vemos el dolor de Jeremías por la ciudad de Jerusalén por la cual él hizo de todo para salvarla, pero él creía que ella se levantaría de sus ruinas.
Esto nos recuerda el lamento de Jesús sobre la ciudad de Jerusalén, Mateo 23:37, 38.
ACRÓSTICO ALFABÉTICO
El libro de Lamentaciones consiste en cinco poesías de las cuales, cuatro de ellas son acrósticas, o sea, cada versículo es una letra del alfabeto hebreo en orden alfabética.
Esta era una forma usada por la poesía antigua de los hebreos; en cada capítulo hay 22 versículos, pero el capítulo 3, tiene 66 versículos, de esta manera interpretamos que cada tres versículos representa una letra, dando a entender la presencia de la trinidad divina en los hechos del cautiverio y en las lamentaciones de Jeremías.
LA DEVASTACIÓN DE JERUSALÉN Y LA IRA DE DIOS
No se puede hablar temas diferentes en cada capítulo de este libro, pues las mismas ideas están expresadas de manera diferente en cada capítulo; el terror de una Jerusalén sitiada, su desolación, etc.
Delante de todos estos acontecimientos, el profeta Jeremías quebranta su corazón y llora inconsolablemente.
Uno de los hechos que se da énfasis especial en este libro es que el mismo pueblo provocó esta catástrofe que sobrevino sobre ellos por causa de sus pecados contra Dios.
La devastación de Jerusalén es atribuida directamente a la ira de Dios.
En Lamentaciones 1:15, Jeremías llama a Jerusalén de "La virgen hija de Judá", que significa su hermosura, su grandeza y deseada entre las naciones; esta Jerusalén fue comparada a Babilonia, a Nínive, a Tebas y a Menfis, que eran grandes y hermosas ciudades situadas a las orillas de ríos; sin embargo, la diferencia de Jerusalén era que ella tenia un cuidado especial de parte de Dios, era favorecida, privilegiada y gozaba de la protección de Dios, además, se creía que sus muros no podían ser derribados tan fácilmente, pero la ciudad de Dios había profanado peor que Sodoma y Gomorra, por eso Dios permitió que ella sea destruida por sus enemigos como prueba de la ira y del castigo de parte de Dios.
LA AFLICCIÓN Y EL SUFRIMIENTO DE JEREMÍAS
Jeremías se queja que Dios no hizo caso de sus oraciones cuando cita Lamentaciones 3:44, diciendo: "Te cubriste de nube para que no pase la oración nuestra".
Jeremías no podía desviar sus pensamientos del terror del cerco a Jerusalén, de los niños que morían de hambre, de las mujeres que lloraban porque sabían que su fin se acercaba, los habitantes padecían de sed, pues los babilónicos cerraron sus fuentes de aguas.
De esta manera, Jeremías lamenta el sufrimiento de Jerusalén diciendo: "Mis ojos desfallecieron de lágrimas, se conmovieron mis entrañas, mi hígado se derramó por tierra a causa del quebrantamiento de la hija de mi pueblo, cuando desfallecía el niño y el que mamaba, en las plazas de la ciudad. Decían a sus madres: ¿Dónde está el trigo y el vino? Desfallecían como heridos en las calles de la ciudad, derramando sus almas en el regazo de sus madres.", Lamentaciones 2:11, 12.
Después de sus sufrimientos, Jerusalén otra vez se levantó, pero no aprendió la lección: después del cautiverio fue reedificada, y en los días de Cristo ya se había tornado otra vez una grande y poderosa ciudad, pero su pecado llegó al extremo al punto de crucificar y matar al hijo de Dios; por eso, Dios una vez más permitió que ella sea destruida y en el año 70 d.C. fue una vez más destruida por los ejércitos de Roma.
EL MENSAJE DE LAMENTACIONES
A través de esta aflicción, Dios enseño muchas cosas a Judá, y trajo consolación a Jerusalén de tres maneras, las cuales son:
Dios los probó y los purificó a través de este sufrimiento, pues el profeta Jeremías dice: "Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré. Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré.". Lamentaciones 3:21-24.
Cuando la obra de Dios esté completa, y los hijos de Israel volvieren a Jehová, entonces él los libertará y no permitirá más el cautiverio. Vea lo que dice Lm 4:22: "Se ha cumplido su castigo oh hija de Sion; nunca más te hará llevar cautiva, castigará tu iniquidad, oh hija de Edom; descubrirá tus pecados". Vea también lo que dice en Lm 5:21: "Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos; renueva nuestros días como al principio.".
Jehová castigará a sus enemigos, y hará con ellos lo mismo que ellos hicieron con Judá. Vea lo que dice Lm 1:21, 22: "Oyeron que gemía, más no hay consolador para mí; todos mis enemigos han oído mi mal, se alegran de lo que tu hiciste. Harás venir el día que has anunciado, y serán como yo. Venga delante de ti toda su maldad, y haz con ellos como hiciste conmigo por todas mis rebeliones; porque muchos son mis suspiros, y mi corazón está adolorido.".
Ciertos detalles presentan dificultades iniciales. Entre ellos están: (1) oraciones imprecatorias de juicio sobre otros pecadores (1.21–22; 3.64–66); (2) la razón por la que Dios no oye la oración (3.8); y (3) la necesidad de un juicio que es tan severo (cp. 1.1, 14; 3.8). Vea «Respuestas a preguntas difíciles» con respecto a estos asuntos.
SETEADB. PROFETAS MAYORES. Editorial La Epístola. Bolivia. 2012.
Maxwell, John. Elmore, Tim. La Biblia de Liderazgo de Maxwell. Nashville: Grupo Nelson; 2016.
MacArthur, John. Biblia de Estudio MacArthur. Nashville: Grupo Nelson; 2011
MacArthur, John. El Manual Bíblico MacArthur. Nashville: Grupo Nelson; 2016