10. VENGANZA DE LA CREACION

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VENGANZA DE LA CREAC1ON

La Séptima Trompeta señalaba que “

el tiempo no seria más” (Apocalipsis 10:6-7). El tiempo se había acabado y la ira grande había venido sobre Israel. A partir de este memento en adelante San Juan abandona la simbología y el lenguaje de la mera advertencia.

La destrucción de Jerusalén era segura, por eso el profeta orienta su mensaje a tratar de su ruina inminente. Al describir la catástrofe de la Ciudad, aumenta la simbología del Éxodo, la cual es

muy extensa en toda 1a profecía. Habla de la “granciudad” (16:19), recordando a sus lectores la referencia previa: “la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado ” (1 1:8). Jerusalén es llamada Sodoma a causa de su apostasía sensual, lujosa (Ezequiel 16:49- 50), y a causa de la total destrucción de ella como un holocausto (Génesis 19:24-28; Deuteronomio 13:12- 18). Pero los metáforas más comunes de San Juan sobre la gran ciudad son repeticiones del modelo en Éxodo: Jerusalén no solo representa a Egipto, sino también a los otros enemigos de Israel. En los últimos capítulos, Juan ha mostrado al Dragón egipcio que persigue a la Mujer hasta el desierto (Apocalipsis 12); un Balac y Balaam reencarnados que buscan con guerra destruir al pueblo de Dios y seducirlo con la idolatría (Apocalipsis 13); los ejércitos redimidos del Nuevo Israel que se reunían en el Monte Sion para celebrar las fiestas (Apocalipsis 14); y los santos triunfalmente puestos de pie en el “Mar Rojo” cantando “El cántico de Moisés” (Apocalipsis 15). A continuación, en el Capitulo 16, los siete enjuiciamientos que corresponded a las diez Plagas Egipcias son derramadas sobre la Gran Ciudad.

Existe también una correspondencia notable entre los juicios de las Copas y los juicios de las Trompetas de los

Capítulos 8-11. ’ A causa de que las Trompetas esencialmente describían advertencias, afectaban solo a un tercio de la Tierra; con las Copas en cambio, la destrucción es total.

1. Sin embargo, la relación no es exacta; y Russell exagera cuando, después de una comparación superficial, declara categóricamente: “Esto no puede ser mera casualidad: es idéntico, y sugiere la pregunta,

¿Por qué se repite mi la visión?”

J. Stuart Russell,

The Parusia: A Critical Inquiry into the New Testamentos doctrine of Our Lord’s Second Coming (Grand Rapids: Baker Book House, [1987] 1983), pig. 476.

Las

Copas

1. Sobre la Tierra, convirtiéndose en ulceras malignas y pestilentes

(16:2). 2. Sobre el mar, convirtiéndose en sangre (16:3).

3. Sobre los ríos y las fuentes, .convirtiéndose en sangre (16:4-7).

4. Sobre el sol, quemando todo (16:8-9).

5. Sobre el trono de la bestia, causando tinieblas (16: 10-1 1).

6. Sobre el Eufrates, secándolo para preparar el camino a los reyes del oriente; la

invasión de los demonios de ranas; Armagedon (16:12-16).

7. En el aire, causando relámpagos y truenos, temblores, y granizo (16:17-21).

Las Trompetas

La Plagas sobre Egipto

1, Sobre la Tierra; 1/3 de la tierra, árboles y hierba verde son quemados (8:7).

2. Sobre el mar; 1/3 del mar se convierte en sangre, 1/3 de las seres vivientes del mar mueren, 1/3 de las naves son destruidas (8:8-9).

3. Sobre los ríos y las fuentes; 1/3 de las aguas se convierten en ajenjo (8:10-1 1).

4. 1/3 del sol, la luna, y las estrellas se oscurecen (8: 12).

5. Langostas demoníacas atormentando a los hombres, (9:1-12).

6. Ejército del Eufrates mata1/3 de la humanidad (9:13-21).

1. Sarpullido con ulceras (sexta plaga: Éxodo 9:8-12).

2. El agua del río se convierte en sangre (pnmera plaga: Éxodo 7:17-21).

3. El agua del río se convierte en sangre (primera plaga: Éxodo 7:17-21).

4. Tinieblas (novena plaga: Éxodo 10:21- 23).

5. Langostas (octava plaga: Éxodo 10:4-20).

6. Invasión de ranas del rió (segunda plaga: Éxodo 8:2-4).

7. Granizo (séptima plaga: Éxodo 9:18-26).

Una gran voz desde el temple” da la orden que autoriza los juicios de las Copas (Apocalipsis 16:1). De nuevo, San Juan destaca el punto básico de su profecía: que estas terribles plagas se originan tanto en Dios como en la Iglesia (15:5-8). Estos son los enjuiciamientos de Dios como respuesta a las oraciones de Sus santos.

Estos siete recipientes se llaman Copas para hacer hincapié en su carácter de

“Sacramento Negativo.” Desde cierta perspectiva, el contenido de las Copas (la ira de Dios, que es “caliente,” en 14:10) parece ser fuego, y los varíes comentaristas han visto dichos recipientes como copas de incienso (como en 5:8; 8:3-5). Pero los impíos son condenados en 14:10 a “beber del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira”; y, cuando se derraman las plagas, el “ángel de las aguas” se regocija por la perfección de la justicia de Dios declarando: “Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tu les has dado a beber sangre” (16:6). Unos versículos mas adelante, San Juan vuelve al tema de la imagen del “ca1izdo del vino del ardor de su ira” (16:19). El ejemplo que se este dando en el cielo para la instrucción de la Iglesia en la tierra es la excomunión final del apostata Israel, cuando la Comunión del Cuerpo y la Sangre del Señor les sea denegada. Los Ángeles-pastores, encomendados con las sanciones sacramentales del Nuevo Pacto, son enviados desde el Templo celestial mismo, y del Trono de Dios, para derramarle la Sangre del Pacto. Jesús advertía a los rebeldes de Israel que les había enviado a Sus mártires para ser muertos, “para que venga sobre vosotros todo la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequias, a quien rnatasteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendió sobre esta generación” (Mateo 23:35-36). Tomar la sangre es ineludible: o los ministros del Nuevo Pacto nos hacen particípales en la Eucarastia, o derramarán sobre nuestras cabezas el contenido de sus Copas.

De la misma manera, siete Ángeles salen del Templo (15:1) y son instruidos para

derramar las Copas de la ira de Dios: la Septuaginta usa este verbo (ekcheo) para referirse al derramamiento de la sangre del sacrificio alrededor de la base del altar que debían hacer los sacerdotes (Levítico 4:7, 12, 18, 25, 30, 34; 8:15; 9:9). El termino es usado en Ezequiel con referencia a la fornicacion del apostata Israel con los paganos (Ezequiel 16:36; 23:8), también se usa en relación con el derramamiento de sangre inocente a causa de la opresión y la idolatría (Ezequiel 22:3-4, 6, 9, 12, 27) y para la amenaza de Dios de derramar su ira sobre ella (Ezequiel 14:19; 20:8, 13, 21; 21:31;22:27). En el Nuevo Testamento, es usado de manera semejante en los contextos que corresponded a los temas mayores de Apocalipsis: el derramamiento de vino (Mateo 9:17; Marcos 2:22; Lucas 5:37); el derramamiento de la sangre de Cristo (Mateo 26:28; Marcos 14:24; Lucas 22:20); el derramamiento de la sangre de los mártires (Mateo 23:35; Lucas 11:50; Hechos 22:20; Romanos 3:15) y el derramamiento del Espíritu (Hechos 2:17-18, 33; 10:45; Romanos 5:5; Tito 3:6; Joel 2:28-29; Zacanas 12:10).

Todas estas asociaciones diferentes constituyen el trasfondo de este derramamiento de plagas sobre el pueblo que ha derramado la sangre de Cristo y Sus testigos, el pueblo que ha resistido y rechazado al Espíritu. Los odres viejos de Israel ya están a punto de reventar.

La Primera Copa

La Segunda Copa

Cuando el primer Ángel derrama su Copa sobre la

Tierra (Apocalipsis 16:2), llega como “una ulcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen.” Las ulceras son una retribución adecuada por la apostasía, donde Dios pone Su sello de ira sobre quienes tienen la marca de la Bestia. Así como Dios derramo ulceras sobre los egipcios, que adoraban al estado perseguidor de Su pueblo (Éxodo 9:8-1 1), así Dios enviaba plagas contra los adoradores de la Bestia en la Tierra de Israel – el pueblo del pacto que se había convertido en perseguidor de la Iglesia, tal como los egipcios.

Esta plaga fue mencionada específicamente por Moisés en su lista de maldiciones del pacto causadas por la idolatría y la apostasía:

“Jehová te heriría con la ulcera de Egipto, con tumores, con sarna, y con comezón de que no puedas ser curado. . . . Te herirá Jehová con maligna pústula en las rodillas y en las piernas, desde la planta de tu pie hasta tu coronilla, sin que puedas ser curado ” (Deuteronomio 28:27, 35).

La Tercera Copa

El segundo Ángel derrama su Copa sobre el mar

(Apocalipsis 16:3), y se convierte en sangre, tal como en la primera plaga egipcia (Éxodo 7:17-21) y en la Segunda Trompeta (Apocalipsis 8:8-9). Esta vez sin embargo, la sangre no esta chorreando, sino que tiene substancia de muerte: grumosa, coagulada y hedionda. La sangre es mencionada cuatro veces en este capitulo; cubre la faz de Israel, rebosando por los cuatro extremos de la Tierra.

Aunque el significado fundamental de esta plaga es simbo1ico, refiriendo a la inmundicia producto del contacto con la sangre y la

muerte (Levítico 7:26-27; 15:19-33; 17:10-26; 21:1; Números 5:2; 14:11-19), no obstante, hay paralelos semejantes con los eventos históricos de la Gran Tribulación. En una ocasión, miles de rebeldes judíos huían hacia el Mar de Galilea de la matanza romana de Tariquea. Intentándose en el lago en lanchas pequeñas y débiles, pronto fueron alcanzadas por las poderosas balsas de las fuerzas de Vespasiano. Entonces, como Josefa relata, fueron asesinados sin misericordia:

“Estos, no pudieron llegar salvos a tierra, no pudieron pelear en el agua en igualdad de condiciones. . . . antes que ellos respondieron o hicieran algo, fueron heridos, derribados y echados al fondo de sus mismas barcas; muchos de los que intentaban huir de los romanos fueron alcanzados por sus dardos y fueron derrabados en sus mismas barcas, a otros los prendían con ellas, cogiendolos en medio con sus embarcaciones.

Los que caían al agua y levantaban la cabeza, o eran muertos con saetas, o eran apresados y puestos dentro de los barcos, y si intentaban desesperadamente librarse nadando, les cortaban la cabeza o las manes, de esta manera morían muchos de ellos, hasta que, siendo forzados a huir, los que quedaron en viola llegaron a tierra, quedando rodeados sus pequeños naves por los enemigos. De los que se echaron al agua, muchos murieron con las saetas –y los dardos de los romanos, y muchos que salieron a tierra fueron también muertos; por esta razón toda aquella laguna estaba llena de sangre y de cuerpos muertos, porque ninguno escapo con viola.

Pasados algunos alias, se levanto en estas tierras un hedor muy male, con una visión muy cruel y amarga para ver: las orillas estaban llenas de barcas quebradas, de hombres ahogados y de cuerpos hinchados. Los cuerpos de los muertos se calentaban y se pudrían, contaminando toda aquella región, de tal manera, que esta cosa no solo parecía horrendo a los judíos, sino también a los provocadores de la masacre. ”

2

2. Flavio Josefo, Las Guerras de Los Judíos

, iii. XIX. pigs. 40-41.

La plaga de la Tercera

Copa (Apocalipsis 16:4-7) se asemeja mas directamente a la primera plaga egipcia (y a la Tercera Trompeta: 8:10-11), ya que afecta “los ríos. . . . y las fuentes de las aguas,” convirtiendo toda el agua potable en sangre. El agua es un símbolo de viola y bendición en las Escrituras, comenzando desde la historia de la creación y el Huerto de Edén. En esta plaga, las bendiciones del Paraíso son transformadas en una pesadilla; lo que era limpio y puro previamente se convierte en contaminación e inmundicia a causa de la apostasía.

El “Ángel de las aguas

” responde a esta maldición alabando a Dios por su justo enjuiciamiento: “Justo eres tu, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas.” No debemos desconcertarnos por un pasaje así. Toda la Biblia esta escrita desde la perspectiva del personalismo cósmico – la doctrina que enseña que Dios, quien es una personalidad absoluta, esta constantemente activo en todas partes de Su creación; presente en todas partes con todo Su ser, llevando a cabo todas las cosas inmediatamente por Su poder y por medio de Sus siervos. No existe la “ley natural”; seria mejor que habláramos de los “hábitos del pacto” de Dios, o el orden habitual que Dios imponga Su creación por medio de las acciones de Sus Ángeles. Nuestras ciencias no son nada más que el estudio de los patrones habituales de la actividad personal de Dios y de Sus mensajeros celestiales.

Esto es, en realidad, precisamente lo que asegura la validez y la fiabilidad tanto de la investigación científica como de la oración. Por un lado, los Ángeles de Dios tienen

hábitos una danza cósmica, una liturgia en la que participa cada aspecto de todo el universo – de lo cuales el hombre puede depender para enfrentar todas las obras tecnológicas mientras ejerce dominio sobre el mundo bajo Dios. Y por otra parte, los Ángeles son seres personales, que llevan a cabo constantemente, Sus mandatos; en respuesta a nuestras peticiones, El- tiene poder y ejerce ese poder para que los Ángeles cambien el curso de la danza.

Por lo tanto,

hay un “ Ángel de las aguas”; y el, juntamente con toda la creación personal de Dios se regocija en el gobierno justo de Dios de todo el mundo. La estricta justicia de Dios, resumida en ojo Por do (Éxodo 21:23-25) se ve en este juicio, porque el castigo corresponda al crimen: “derramaron la sangre de los santos y de los profetas,” exclama el Ángel de las Aguas, “ tu les has dado a beber sangre!” Como hemos visto, el crimen característico de Israel era siempre la matanza de los .profetas (2 Crónicas 36:15-16; Lucas 13:33-34; Hechos 7:52): Jesús nombro este hecho como la razón particular por la cual la seria derramada como enjuiciamiento sobre esa generación (Mateo 23:31-36).

El Ángel de las Aguas concluye con una declaración interesante: se ha derramado la sangre de los apostatas,

“i pues lo merecen!” Este es un paralelo al mensaje del Nuevo Cántico en Apocalipsis 5:9: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tu fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios.”3 Así como el Cordero recibió Su premio por la sangre que derramo, también estos perseguidores recibieron la justa recompense por su injusto derramamiento de sangre.

3. Es que las dos palabras en español merecen

de Apocalipsis 16:6 y Digno de Apocalipsis 5:9– provienen de la misma palabra en griego, axios. Por lo tanto, el paralelo.

Muchos siglos antes Dios había prometido a los oprimidos de Israel que daría el pago a los enemigos según sus malas obras:

(Salmo 121:5-7).

No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiara, y los conducirá a manantiales de aguas” (Isaías 49:10).

Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el Árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echara sus raíces, y no vera cuando viene el calor, sine” que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigara, ni dejara de dar fruto” (Jeremías 17:7-8).

Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su temple; y el que esta sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que esta en medio del trono los pastoreara, y los guiará a fuentes de aguas de viola; y Dios enjugara toda lagrima de los ojos de ellos” (Apocalipsis 7: 15-17).

A través del libro de Apocalipsis, San Juan usa la voz pasiva (como por ejemplo la expresión

fue dado) para indicar el control soberano de Dios sobre los acontecimientos.

Otra vez se destaca la soberanía de Dios al decir que le fue

dado al sol poder para quemar a los hombres; y, en el siguiente versículo, es aun mas explicito: “Dios, que tiene poder sobre estas plagas.” San Juan desconoce a un “Dios delicado” que contempla impotente los eventos del mundo; ni conoce a un “Dios” tan dulce que no puede realizar enjuiciamientos sobre los impíos. El sabe bien que las plagas que caen sobre Israel son “las obras de Jehová, que ha puesto asolamientos en la tierra” (Salmo 46:8).

En su libro sobre la Trinidad, San Agustín asentía lo mismo: “

Toda la creación es gobernada por su Creador, de quien y por quien y en quien fue fundada y establecida. Y de este modo la voluntad de Dios es la primera y superior causa de todas las apariencias y actividades corporales. Porque nada ocurre en la esfera visible y sensible que no sea ordenado, o permitido, de la corte interior, invisible, e inteligente del Emperador altísimo, en esta nación vasta e ilimitada de toda la creación, según la justicia inefable de Sus recompenses y castigos, bendiciones y retribuciones.”

Pero los apostatas rehusaron someterse al Señorío de Dios, como la Bestia de Roma, cuya cabeza fue coronada

con “nombres blasfemos” (13:1) y cuya imagen adoraron, blasfemando el nombre de Dios que tiene poder sobre estas plagas. Y, como el Faraón no arrepentido (Éxodo 7:13, 23; 8:15, 19, 32; 9:7, 12, 34-35; 10:20, 27; 11:10; 14:8), “no se arrepintieron para darle gloria.” Israel se había convertido en Egipto, endureciendo su corazón; y, como Egipto, seria totalmente destruido

Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigara de día, Ni la luna de noche. Jehová te guardará de todo real; El guardará tu alma

El cuarto ángel (Apocalipsis 16:8-9) derramo su Copa sobre el sol, quemando a los hombres con fuego. Mientras que la Cuarta Trompeta resulto ser una plaga de tinieblas (8: 12), con la cuarta copa el calor del sol se intensifico, “y los hombres se quemaron con el gran calor.” Esto también resultaba ser lo opuesto a la bendición básica del pacto que tuvieron en el Éxodo, cuando Israel fue protegido del calor del sol por la Nube de Gloria, la Sombra del Todopoderoso (Éxodo 13:21-22; Salmo 91:1-6). Esta promesa se repite una y otra vez a través de los profetas:

La Cuarta Copa

(Isaías 49:26).

La apostasía de Israel invirtió esto: ahora es Israel, el

Perseguidor por excelencia,que será obligado a beber su propia sangre y a comer su propia came. Esto no es algo figurativa: tal como Dios había predicho por medio de Moisés (Deuteronomio 28:53-57), durante el sitio de Jerusalén los Israelitas realmente se convirtieron en caníbales; las madres literalmente comieron a sus propios hijos.

Por causa de que derramaron la sangre de los santos, Dios les dio a beber su propia sangre (Apocalipsis 17:6; 18:24). Uniéndose al Ángel en la alabanza, se oye la voz del mismo Altar, donde la sangre de los santos y profetas había sido derramada. El Altar se regocija:

“! Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos!”

Los santos reunidos entorno a la base del Altar habían clamado pidiendo la justicia y la venganza de sus opresores

(Apocalipsis 6:9-11). Con la destrucción de Israel esa oración fue contestada; los testigos fueron vindicados. Es más que una casualidad que estas oraciones en Apocalipsis 16:5-7 (también con el texto del cántico de Moisés en Apocalipsis 15:3-4) sean llamativamente semejantes al cántico entonado por los sacerdotes mementos antes de ofrecer los sacrificios. Irónicamente – cuando Dios Mismo prepara el Holocausto del 70 d. de C. – los Ángeles del cielo cantan la liturgia propia de Israel, pero en su contra.

Y a los que te despojaron hará comer sus propias carries, y con su sangre serán embriagados como con vine; y conocerá todo hombre que yo Jehová soy Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob