CONCLUSION

CONCLUSIÓN

He presentado algunos temas importantes de la teoría económica por medio de la estructura del pacto bíblico. Esta estructura tiene cinco aspectos:

1. La transcendencia de Dios (diferencia total de y soberanía sobre el hombre), y también su inmanencia (presencia constante con el hombre)

2. Autoridad-jerarquía (la estructura jerárquica del hombre bajo Dios)

3. Etica-dominio (Las leyes autentativas de Dios que dan poder al hombre que las obedece)

4. Juicio-castigo (Los juicios prometidos de Dios y los mecanismos enjuiciadores del hombre)

5. Legitirnidad-herencia (El sistema de Dios para la herencia del hombre) ­He intentado de mostrar que los cinco conceptos son todos ineludibles. Cada sociedad tiene que o adoptar o imitar estos principios del pacto bíblico.

En la economía política, estos principios se convierten en las siguientes aplicaciones en relación a Dios:

­1. Propiedad: original y delegada

­2. La autoridad por medio de la obediencia

­3. Las prohibiciones contra el robo

­4. La escasez como una maldición-bendición

­5. La conquista del mundo por medio de la

obediencia

La Biblia enseña que Dios es el Creador y Sus tentador del universo. También la Biblia enseña que sólo Dios lo sabe todo (es omnisciente) y está presente con la creación (omnipresente). Esto coloca a la Biblia en total oposición a toda forma de social

ismo estatal obligatorio. El socialismo moderno pretende para el Estado lo que la Biblia reserva solo para Dios: la omnisciencia (el conocimiento perfecto).

El socialismo moderno también transfiere al Estado una magnitud de poder que la Biblia dice sólo pertenece a Dios: el poder total. El poder total del Estado es un elemento necesario y ineludible de la planificación total. Por lo tanto la teoría socialista requiere un Estado omnipotente.

La Biblia enseña que sólo Dios se puede ser considerado como un planificador central fiable, ya que El es el Creador y Sustentador celestial del mundo. Solo El posee el conocimiento perfecto y el poder total. Toda vez que estos dos aspectos del Ser de

Dios son transferidos a cualquier institución humana, el resultado final es la tiranía. En el caso de la economía, el resultado final es también el caos económico, la pérdida de la productividad, y la creciente desgracia de todo aquel que no es un alto oficial del Estado.

La Biblia establece requisitos sociales que sólo pueden producir una economía capitalista. No es sólo que la ética cristiana coincide con la ética capitalista; mas bien, es que el cristianismo bíblico sólo puede conducir a una sociedad necesariamente capitalista.

El capitalismo es el producto histórico del cristianismo, y donde se abandona al capitalismo, tanto el juicio de Dios como el de los consumidores recaerá sobre el orden económico; Los hombres buscarán formas de esconder lo que ya poseen en vez de pro

ducir aún mas. Los únicos ganadores serán los planificadores estatales, y sólo para unas generaciones, hasta que el capital espiritual y económico de esa sociedad se corroe y se destruye.

El socialista comprende implícitamente que el meollo del capitalismo moderno es el sistema de la propiedad privada y de ganancias y pérdidas. Donde existen las ganancias y pérdidas dentro de la estructura de propiedad privada de los medios de producción, y cuando el gobierno civil no interfiere con la empresa privada, los consumidores pueden florecer y prosperar, se lo proponen. Pero, este sistema se mantiene como un testimonio contra toda pretención que el Estado, o cualquier otra agencia representativa de poder posea las características o las capacidades de Dios Todopoderoso.

Toda vez que se abandona al mercado libre, o sea, cuando el Estado pone trabas para el comercio honesto, surge un cuerpo elitista de hombres que postulan su sabiduría por encima de la de Dios: la soberanía del hombre. Esta es la religión del humanismo.

­Lo que esto realmente significa es la soberanía del planificador central, el nuevo predestinador, el nuevo dios.

Según la Biblia, el poder tiene que ser descentralizado, ya sea el poder político o el poder económico. El mejor medio de descentralización del poder económico es la propiedad privada de los medios de producción, y el incentivo/coerción resultando de las ganancias y pérdidas.

Sin el sistema de la propiedad privada, de ganancias y pérdidas, los productores andan a ciegas, y los consumidores no pueden imponer sus deseos en el mercado. Sin la propiedad privada, los consumidores pierden su soberanía. Todo intento gubernamental de interferir con la propiedad privada de los medios de producción, o con el mercado de libre competencia que permite a los productores sus ganancias y pérdidas, reduce indefectiblemente la soberanía del consumidor, y por ende, la riqueza personal.

Cuando el Estado pone trabas a las actividades del mercado, se arroga mas poder. Cuando los hombres buscan expandir el poder del Estado a fin de robar la riqueza de otra gente, directamente por la tributación o indirectamente por la reglamentación, crean un monstruo que los destruye. El Estado se convierte en el nuevo amo cruel, que reemplaza la soberanía de los consumidores. Al tratar de derrotar el mercado, los votantes reducen su propia libertad y por lo tanto reducen su riqueza personal. Dios no puede ser burlado. El que viola sus principios éticos, recibirá el juicio. El Estado de bienestar es una viola­ción de sus principios éticos. Estamos por .recibir el juicio.

El Estado de bienestar se convierte en heredero ilegítimo. El Estado de bienestar derrocha la herencia de la sociedad. El programa del dominio del hombre bajo Dios requerido por la Biblia se detiene, en la medida que los hombres buscan eludir al Estado o manipular al Estado en vez de conquistar la maldición de la escasez por medio de la mayor producción.

Tanto el socialismo como el Estado de bienestar descapitalizan la sociedad. El socialismo impide el proceso de dominio.

Todas las economías del mundo moderno son Estados de bienestar. Ellos imponen tributaciones a sus ciudadanos de cuatro a seis veces mayores que el diezmo (10%) que Dios requiere. Toda economía mundial está sobrecargada de deuda en una escala

sin precedente histórico. La inflación se ha convertido en un estilo de vida. La prosperidad está amenazada por una serie inminente de catástrofes, algunas económicas, otras no. ¿Cómo podemos escapar? ¿Cómo convencer a Dios que estamos arrepentidos? ¿Cuál es el plan divino de la restauración? ­Y si la sociedad cierra sus ojos ante tal plan, ¿qué debiéramos hacer como cristianos para prepararnos para la reconstrucción luego de un derrumbamiento económico?