Capítulo 22 - EL REINO DE SACERDOTES

Capítulo 22

EL REINO DE SACERDOTES

(Apocalipsis 20)

¿Quién, entonces, es el que ha hecho estas cosas y ha unido en paz a los que se odiaban entre sí, sino el amado Hijo del Padre, el común Salvador de nosotros, Jesucristo, quien, por su amor, soportó todas las cosas por nuestra salvación? Además, esta paz que él habría de administrar fue predicha desde el principio, porque la Escritura dice: "Volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra" [Isa. 2:4].

Atanasio, On the Incarnation [52]

Hay tres sistemas principales de interpretación en relación con el milenio, los "mil años" de Apocalipsis 20. Los premilenialistas dicen que este pasaje enseña que Cristo regresará y resucitará a los cristianos antes (pre-) del milenio, que serán 1000 años literales con Cristo reinando en Jerusalén como un gobernante político, terrenal, de las naciones. Los amilenialistas dicen que no hay ni nunca habrá un "milenio" de ninguna clase en la tierra; en vez de eso, dicen, Apocalipsis 20 se refiere al estado de los cristianos que han muerto y ahora están "reinando" en el cielo. Los postmilenialistas dicen que el milenio se refiere al período entre el primer y el segundo advenimiento de Cristo; el milenio es ahora, con los cristianos reinando como reyes en la tierra.

¿Cuál de estas tres posiciones es la correcta? Como he tratado de mostrar a lo largo de este libro, la respuesta es de importancia más que casual para nuestras actitudes y acciones prácticas operando para el reino de Dios. También como he tratado de mostrar, la respuesta se da en toda la Escritura. El post-milenialismo - la escatología de dominio - es el mensaje de la Biblia entera. Sin embargo, ahora es el momento de demostrar que se enseña en Apocalipsis también.

La primera resurrección

La clave para la interpretación del capítulo es lo que Juan nos dice sobre lo que él llama la primera resurrección:

Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años (Apoc. 20:4-6).

En primer lugar, podemos despachar la posición amilenial en seguida, señalando lo obvio: esta es una resurrección, un levantarse nuevamente de los muertos. Es maravilloso morir e ir al cielo pero, para lo que eso sirve, no es una resurrección. Este pasaje no puede ser una descripción del estado de los santos incorpóreos en el cielo; además, el contexto en general ocurre en la tierra (ver. v. 7-9).

Segundo, sin embargo, ésta no es una resurrección corporal. Juan nos da una pista en el sentido de que quiere decir algo especial al llamarla la primera resurrección. ¿Qué podría significar esto? En un capítulo anterior, vimos que sólo hay una resurrección corporal, en el fin del mundo. Para encontrar la respuesta, regresamos nuevamente a Génesis, que nos habla de la primera muerte: "Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás" (Gén. 2:16, 17). Como sabemos, Adán y Eva no murieron físicamente el día que comieron del fruto prohibido. Pero ése fue el día de su muerte espiritual, su alejamiento de Dios. Esta muerte espiritual fue heredada por los hijos de Adán y Eva, de modo que nacemos "muertos en delitos y pecados" (Efe. 2:1). La primera muerte es esta muerte espiritual. Y por eso, la primera resurrección es espiritual también:

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos) y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús (Efe. 2:4-6; ver Col. 2:11-13; 1 Juan 3:14).

Es la resurrección corporal, física, la que tiene lugar en el día final, cuando "habrá ciertamente una resurrección tanto de los justos como de los injustos" (Hech. 24:15). Pero, ¿habría usado Juan el término resurrección en dos sentidos radicalmente diferentes en el mismo pasaje? Ciertamente, y con excelente precedente, porque Jesús mismo lo hizo así, en otro pasaje registrado por Juan:

De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán ... No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuado todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación (Juan 5:24-25, 28-29).

Los que creen en Él son ahora partícipes de la primera resurrección, dijo Jesús; y algún día, todos los hombres, justos e injustos, se levantarán de sus tumbas. La primera resurrección es espiritual y ética, nuestra regeneración en Cristo y unión ética con Dios, nuestra re-creación a su imagen. Esta interpretación es confirmada por la descripción en Apocalipsis de los que participan en la primera resurrección: son bienaventurados y santos; la segunda muerte no tiene poder sobre ellos; son sacerdotes (Juan comienza el Apocalipsis informándonos que todos los cristianos son sacerdotes: Apoc. 1:6); y reinan con Cristo (la Biblia dice que ahora estamos sentados con Cristo, reinando en su reino: Efe. 1:20-22; 2:6; Col. 1:13; 1 Ped. 2:9). El mayor error al tratar con este pasaje es no reconocer que habla de las realidades presentes de la vida cristiana. La Biblia es clara: hemos sido resucitados para vida eterna y reinamos con Cristo ahora, en esta era. La primera resurrección está teniendo lugar ahora. Y, por necesidad, esto significa que el milenio está teniendo lugar ahora también.

El encadenamiento de Satanás

Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.

El encadenamiento del dragón expresa en lenguaje simbólico, profético, gran parte de lo que hemos visto en capítulos anteriores: la derrota de Satanás por Cristo. El ángel (mensajero) con la autoridad para controlar el abismo es el Hijo de Dios (ver Apoc. 1:18; 10:1; 18:1), que "apareció para destruir las obras del diablo" (1 Juan 3:8). Como ya hemos observado, nuestro Señor comenzó a "atar al hombre fuerte" durante su ministerio terrenal (Mat. 12:28-29). El Nuevo Testamento (ver Lucas 10:17-20; Juan 12:31-32; Efe. 4:8; Col. 2:15; Heb. 2:14) hace énfasis en que Satanás fue definitivamente derrotado en la vida, la muerte, la resurrección, y la ascensión de Jesucristo. Y es derrotado diariamente en la experiencia de los cristianos, cuando le resistimos (Sant. 4:7) y proclamamos la palabra de Dios (Apoc. 12:11). ¡El reino ha venido!

Debemos notar, además, el sentido específico en el cual se dice que Satanás es atado: es con referencia a su capacidad para engañar a las naciones. Antes de la venida de Cristo, Satanás controlaba las naciones. Pero ahora su dominio mortal ha sido hecho añicos por el evangelio, al difundirse las buenas nuevas del reino por todo el mundo. El Señor Jesús envió al apóstol Pablo a las naciones gentiles "para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados" (Hech. 26:18). Cristo vino a "regir los gentiles" (Rom. 15:12). Que Satanás haya sido atado no significa que todas sus actividades hayan cesado. El Nuevo Testamento nos dice específicamente que los demonios han sido desarmados y atados (Col. 2:15; 2 Ped. 2:4; Judas 6), pero todavía están activos. Es sólo que su actividad ha sido restringida. Y, a medida que el evangelio progresa en todo el mundo, su actividad estará más y más limitada. Satanás es incapaz de impedir la victoria del reino de Cristo. Venceremos (1 Juan 4:4). "Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios, y ellos oirán" (Hech. 28:28). Satanás será aplastado bajo nuestros pies (Rom. 16:20).

Los mil años

Como los otros números de Apocalipsis, el "1000" es simbólico, un número simbólico, grande, redondeado. Donde el número siete denota una plenitud de calidad en las imágenes bíblicas, el número diez contiene la idea de una plenitud de cantidad; en otras palabras, representa la cualidad de muchos. Un millar multiplica e intensifica esto (10 x 10 x 10), y se usa en las Escrituras en forma muy parecida a la manera en que nosotros, con una mentalidad más inflacionaria, usamos el término millón: "¡Te lo he dicho un millón de veces!" (Quizás los "literalistas" nunca hablen así, pero estoy seguro de que el resto de nosotros lo hacemos a veces). Sin embargo, hay una diferencia. Cuando la Biblia habla de 1000, en realidad no es para exagerar, de la manera en que lo hacemos nosotros, sino simplemente para expresar una gran vastedad. Por eso, Dios afirma poseer "millares de animales en los collados" (Sal. 50:10). ¿Pertenece a alguien más el collado No. 1001? Por supuesto que no. Dios posee todos los animales en todos los collados. Pero Él dice "un millar" para indicar que hay muchos collados, y muchos animales. (Para algunos usos similares de 1000, véase Deut. 1:11; 7:9; Sal. 68:17; 84:10; 90:4). De la misma manera - particularmente con respecto a un libro altamente simbólico - debemos ver que los "1000 años" de Apocalipsis 20 representan un vasto e indefinido período de tiempo. Ya ha durado casi 2000 años, y probablemente continuará por muchos más. "¿Exactamente cuántos años?", alguien me preguntó. "Me gustaría poder decirle", contesté alegremente, "tan pronto usted me diga exactamente cuántos collados hay en Salmos 50".

Según algunos, la reino de Cristo comenzará sólo cuando Él regrese en la segunda venida; entonces, dicen, Jesucristo comenzará a residir en Jerusalén, donde habrá un templo restaurado y activo, con verdaderos sacrificios - ¡algunas veces me pregunto si estas queridas personas leen el Nuevo Testamento alguna vez! Ninguna de estas ideas está contenida en este texto (ni en ningún otro, vale decir). Como hemos visto repetidamente, Jesucristo está reinando ahora (Hech. 2.29-36; Apoc. 1:5), y permanecerá en el cielo hasta el juicio final (Hech. 3:2).

Los tronos de Apocalipsis 20:4 representan el reino de los santos, los fieles vencedores sobre el dragón y la bestia (Apoc. 12:9-11). Nuestro gobierno está en vigencia en este momento, en esta tierra (Mat. 19:28; Lucas 18:28-30; 22:29-30; Efe. 2:6), y la extensión de nuestro gobierno coincide con el progreso del evangelio. A medida que éste aumenta, aumenta también el dominio de los cristianos. Los dos van juntos, como dijo Jesús en su gran comisión (Mat. 28:20): hemos de enseñar y hacer discípulas a las naciones, y al ser discipuladas de acuerdo con la orden de la palabra de Dios, los linderos del reino se expandirán. A su debido tiempo, por medio del evangelismo, el reino de los cristianos se volverá tan extenso que "la tierra será llena del conocimiento de Dios, como las aguas cubren el mar" (Isa. 11:9). las bendiciones edénicas abundarán en todas partes del mundo, a medida que la ley de Dios es obedecida más y más (Lev. 26:3-13; Deut. 28:1-14). ¡Qué tremendo motivo para el evangelismo mundial! De hecho, este punto de vista sobre la conversión mundial ha sido la inspiración básica para la actividad misionera durante toda la historia de la iglesia, particularmente puesto que la Reforma protestante (para documentación de esto, véase el excelente libro de Ian Murray, The Puritan Hope: Revival and the Interpretation of Prophecy).

La última batalla

La Biblia no enseña que absolutamente todos en el mundo se convertirán. El simbolismo de la profecía de Ezequiel indica que algunas áreas del mundo permanecerán sin ser renovadas por el río de la vida (Eze.47:11). Y sabemos que el trigo y la cizaña crecerán juntos hasta la cosecha en el fin del mundo (Mat. 13:37-43). En ese punto, al llegar a la madurez el potencial de ambos grupos, a medida que cada lado se vuelve plenamente consciente en su decisión de obedecer o rebelarse, habrá un conflicto final. El dragón será suelto por un poco de tiempo, para engañar a las naciones una vez más en un último y desesperado intento de derribar el reino (Apoc. 20:7-8).

Al describir esto, Juan usa las vívidas imágenes de Ezequiel 38-39, que presentan proféticamente la derrota de los macabeos por los sirios en el siglo segundo A. C.: las fuerzas impías son llamadas Gog y Magog. De acuerdo con algunos escritores populares, esta expresión se refiere a Rusia, y predice una guerra entre los soviéticos e Israel durante la "tribulación". De los muchos problemas con esta hipótesis, mencionaré sólo dos. Primero, Apocalipsis 20 dice que la guerra de "Gog y Magog" tiene lugar al fin del milenio; ¡estos escritores de profecía están colando a Gog y a Magog todo el camino hacia atrás, hasta el punto antes de que el milenio ni siquiera ha comenzado! Segundo, la expresión Gog y Magog no se refiere a Rusia, y nunca lo hizo. Eso ha sido fabricado enteramente de la nada, y simplemente ha sido repetido tantas veces que muchos se imaginan que es verdad.

Regresando a la realidad: Se demuestra que la rebelión final de Satanás es un desastre. Es derribado, sus seguidores son devorados por el fuego que cae del cielo, y él es lanzado al lago de fuego para el tormento eterno (Apoc. 20:9-10). En este punto, el fin del milenio, tiene lugar la resurrección (Apoc. 20:5), y todos los seres humanos son juzgados (Apoc. 20:11-15).

El propósito de Apocalipsis 20 no es dar un bosquejo detallado del fin del mundo, porque eso no cae dentro del ámbito del libro. Apocalipsis se escribió para hablarles a los cristianos del siglo primero de cosas que debían ocurrir pronto, y que trataban especialmente de la lucha de la iglesia contra la bestia, el falso profeta, y la ramera. Todos ellos encuentran su fin cuando llega el fin de la profecía. Pero, por supuesto, detrás de las malvadas conspiraciones de los enemigos de la iglesia está la sombría figura del dragón. Así que Juan da un breve bosquejo del destino del dragón, desde el triunfo definitivo de Cristo sobre él hasta el día final, cuando el dragón y su malvada simiente son destruidos y el pueblo de Dios es plena y finalmente vencedor; cuando el paraíso, en el sentido más completo, es restaurado y consumado.