CAPITULO 12 - LOS DEBERES DE LA IGLESIA

CAPITULO 12

LOS DEBERES DE LA IGLESIA

Yo conozco tus obras [la Iglesia de Laodicea], que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses río o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. . . . (Apocalipsis 3:15-

17).

­Las iglesias de hoy en día, como todas las demás instituciones, son mas ricas de lo que pudieran haber soñado los hombres de hace un siglo atrás. El gran auge de productividad que el mercado libre ha producido desde los años finales de 1700 nos ha transformado. Según las reglas históricas, somos fantásticamente ricos.

­No obstante, la iglesia es lamentablemente pobre y ciega en la actualidad, tal como era la Iglesia de Laodicea en los tiempos de Juan. No es ni caliente ­ni fría. Ha perdido su impacto en la sociedad. En el campo liberal (izquierdista), las iglesias no pueden competir con los grupos revolucionarios, ni con la política liberal (izquierdista), ni siquiera con la televisión vespertina. En los círculos evangélicos, las iglesias no pueden competir con los grandes ministerios televisivos, llamados la "iglesia electrónica¨ ni con la televisión vespertina.

­Las iglesias fundamentalistas conservadoras están creciendo, y una minoría de estas iglesias han comenzado tentativamente a experimentar con proyectos de acción social (mayormente el problema del aborto provocado), las escuelas cristianas, y la política. Hasta ahora, no han comenzado a tener mucho impacto político especialmente fuera del Sur y Medio-oeste rural de los E.E.U.U., y por cierto ningún impacto económico, en la comunidad en general.

­La iglesia no debe convertirse en la principal agencia de asistencia social. La familia sí. Sin embargo, la iglesia debe cuidar a la familia. Si la familia presenta una dificultad económica, la iglesia tiene que intervenir para averiguar lo que se puede hacer.

Pablo pidió a la iglesia de Corinto que juntase dinero (2a a los Corintios 8) para atender a las familias azotadas por la pobreza en Jerusalén (1a a los Corintios 16:3). Si las familias están teniendo dificultades económicas, los oficiales de la iglesia deben intervenir y proveer dirección.

El Diezmo. ­ La iglesia tiene derecho al diezmo, o diez por ­ciento de los ingresos familiares netos. Esto ha sido cierto desde los días en que Abraham pagó su diezmo a Melquisedec, el sumo sacerdote de Salem (Génesis 14:18-20), lo que después pasó a ser la ciudad de Jerusalén. Por cuanto las iglesias no predican consistentemente este requisito del diezmo, no han podido dirigir el flujo de autoridad hacia ellas. La autoridad fluye hacia las instituciones que toman riesgos sociales y aceptan obligaciones. Las iglesias no han pedido a sus miembros que le entreguen los fondos a los que Dios dice que su iglesia tiene derecho. Con esto, las iglesias, como las familias han transferido el poder al Estado.

­El diezmo es inseparable de las finanzas del hombre. O se lo pagamos a la iglesia, o se lo pagaremos al Estado. La iglesia limita su demanda legal al 10%; el Estado quita todo lo que puede. El Estado de bienestar moderno demanda mucho mas que el diezmo. Por ejemplo: el monto combinado de impuestos de todas las ramas del gobierno en los E.E.U.U. supera el 40% de los ingresos nacionales.

Esto es pecaminoso. Es también el juicio de Dios sobre los rebeldes. Cada vez que los hombres se rebelan contra el diezmo el Estado lo toma. Los impuestos de Egipto en los tiempos de José fueron solamente el 20% (Génesis 47:24). El profeta Samuel llegó ante los israelitas y les advirtió que el rey que ellos querían les quitaría finalmente el 10% de su riqueza: "Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dar a sus oficiales y a sus siervos" (1° de Samuel 8:15).

­­Los cristianos norteamericanos viven en un país, que les quita cuatro veces sus diezmos, y votan a favor de los políticos que prometen aun mas gastos estatales. Están esclavizados, pero no lo reconocen. Están en Egipto pero no se dan cuenta.

­Un Programa de Reconstrucción

­El primer paso que las iglesias necesitan tomar es requerir que cada miembro votante, o cabeza de casa, pague el 10% de sus ingresos después de haber pagado sus impuestos. "Ninguna representación sin tributación." Esto obligará que los hombres tomen en serio los deberes de la membresía. También les obligará a darse cuenta de la importancia de la iglesia como una agencia de asistencia social.

­Segundo, las iglesias debieran tomar probablemente un 10% de los ingresos de los diezmos y ofrendas de la gente y reservarlo para actividades asistenciales. Ellas deben cuidar de los pobres, o trabajar con las iglesias locales que tienen ministerios a los pobres. De esta manera las iglesias también pueden pagar sus diezmos. ­En el Antiguo Testamento, hubo un diezmo especial para los pobres al final de cada tres años. Se tenía que invitar a los pobres, los extranjeros, y a los sacerdotes levitas a un banquete nacional de celebración (Deuteronomio 14:22-29). Se usaba el dinero para sufragar a cada familia en la tierra una celebración especial ante Dios. Algunos comentaristas creen que cada tres años, se apartaba el diezmo entero para los pobres. Otros piensan que era un tercio del diezmo ­­anual. Las celebraciones que se acercan mas a esto en los E.E.U.U. son las cenas de pavos anuales en el Día de Acción de Gracias y la Navidad, cuando se da a la gente pobre ("los vagos") una comida gratis en la misión de rescate local. Los miembros empleados a tiempo completo nunca están presentes.

No es una verdadera celebración comunal.

­Me pregunto: ¿Por qué será que las iglesias no hacen esto? ¿Por qué es que lo hacen los ministerios para-eclesiásticos y no eclesiásticos?

Tercero, las iglesias deben asegurar que la esposa de cada cabeza de familia tenga un seguro de vida de bajo costo a plazo fijo suficientemente extenso para cubrir la vida de su esposo para protegerla a ella y sus hijos. Ella debiera tener la póliza, pagándola de su propia cuenta de cheques. Esto la establece como dueña de la póliza.

¿Por qué debiera ser la dueña? Primero, porque al no ser parte de la propiedad de él, no está envuelto en el impuesto a la herencia. Segundo, ¿qué pasará si él renuncia la iglesia, pide su divorcio, se casa de nuevo? Si él es dueño de la póliza, probablemente nombrará a la nueva esposa como beneficiaria, dejando la primera esposa sin pensión alimenticia en el caso de su muerte. Si es necesario, su marido puede darle el dinero para los pagos. Siendo así, en caso de que él muera, la esposa queda protegida, y la iglesia no irá a la quiebra intentando protegerla.

¿Qué acontecerá si la familia es realmente pobre? Qué será si ellos realmente no pueden pagar por la protección de un seguro mínimo? En ese caso, los ­diáconos podrían intervenir y dar a la esposa suficiente dinero para cumplir con el pago anual a la compañía de seguros. Esto aliviaría a la congregación de tener que mantener la viuda y los hijos en caso de la muerte del esposo. Los diáconos en ese caso estarían actuando en nombre de Dios, de la esposa (quien necesita la protección), del esposo (quien tiene el deber de protegerla), y de la congregación (que también necesita la protección).

Cuarto, la iglesia debe asegurar que cada familia tenga un seguro de salud adecuado. La iglesia pasa a ser responsable en el caso de que ocurra un accidente, y las familias se empobrezcan a causa de los costos médicos. Por lo tanto la iglesia tiene una función legítima de asegurar que cada miembro tenga una cobertura de seguro de salud adecuado. Otra vez, en caso de que la familia sea muy pobre, la iglesia pudiera pagar las primas hasta que el padre se recupere económicamente.

Quinto, las iglesias debieran apoyar ministerios no eclesiásticos que se especializan en ayudar a los pobres: los hospitales, las benevolencias, las misiones de rescate, etc. Deje que los que mejor comprenden las necesidades (y los "cuentos") de los pobres administren los fondos.

Sexto, las iglesias debieran establecer becas escolares para las familias pobres de la iglesia, y para unas pocas familias fuera de la iglesia. Hablando económicamente, según lo que se supone que las iglesias debieran hacer, esto es mucho mejor que el establecimiento de escuelas auspiciadas por la iglesia. ­(A causa de los controles estatales sobre la instrucción, es posible que las escuelas auspiciadas por la iglesia sean una forma de crear una protección a corto plazo para la instrucción cristiana, pero la es cuela manejada por la iglesia debe ser un esfuerzo de último recurso. La instrucción cristiana debiera ser independiente del control de la iglesia, y no se debe pedir a un grupo de miembros que costeen la formación de los hijos de los miembros de la clase media estableciendo una escuela con pagos por de bajo del costo real de la enseñanza.)

Séptimo, las iglesias deben asegurar que las familias atiendan las necesidades de los padres ancianos sin contar con el Estado. Esto no significa que las familias debieran quebrar a fin de sacar a los padres del seguro nacional de salud o sacarlos de las viviendas públicas, pero debieran cortar los gastos familiares al máximo en un intento de reafirmar su obligación para con los padres. Por ejemplo, cualquiera que es tan rico para permitirse el lujo de comprar su propia casa, o tener un interés económico en ella, no tiene pretexto alguno para aceptar ayuda estatal, ni para sí mismo ni para sus padres. El aceptar tales pagos de asistencia estatal es crear una dependencia peligrosa del Estado y afirmar la fe religiosa en el Estado moderno como salvador.

Octavo, los pastores deben predicar consistentemente sobre el tema de la responsabilidad de la iglesia por los pobres. También deben aclarar que tal enseñanza está directamente opuesta a la doctrina moderna de la responsabilidad del Estado por los ­pobres. Deben instar al establecimiento de un servicio de la iglesia, que substituya y no que suplemente al Estado de bienestar moderno. El que predica que haya mas caridad privada sin también pedir la reducción de candad gubernamental está manipulando el popular sentido de culpabilidad y se está haciendo un cómplice de los socialistas.

Noveno, toda ayuda a los pobres debe ser acompañada con la prédica y la enseñanza acerca del deber moral de trabajo de todos los físicamente aptos. Pablo escribió, "Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma" (2a a los Tesalonicenses 3:10). El mundo no debe mantener a nadie que goza de buena salud. Tampoco Dios. El apoyar económicamente la pereza es apoyar económicamente la maldad. La independencia económica debiera ser la meta a largo plazo de todos los programas de pobreza. ­Los programas de pobreza socialistas modernos son precisamente eso: programas para extender la pobreza. Apoyo para los hijos dependientes ha pasado a ser apoyo para madres solteras inmorales. En la actualidad hay recipientes de cheques de asistencia social de tres generaciones en cada Estado de bienestar de los Estados Unidos. Roma tuvo problemas parecidos en la era de la iglesia primitiva. Estos programas quebraron al imperio económicamente, pero Roma había quebrado moralmente mucho antes. La prueba de esta bancarrota moral fue la existencia de la política de "pan y circo." No es nada diferente en la actualidad. Décimo, los pastores deben enseñar los principios ­­del éxito económico: la auto-disciplina, la frugalidad, el trabajo duro, el servicio al cliente, la frugalidad, la orientación hacia el futuro, el ahorro para la jubilación, la frugalidad, la ganancia, la deuda baja o cero, la frugalidad, las horas largas de trabajo, el sacrificio familiar, un estilo de vida reducido, y la frugalidad.

Ellos debieran preparar su gente para lo peor, para que la gente sea capaz de administrarlo mejor, cuando lo peor venga.

­Las iglesias necesitan enseñar a sus miembros la teología y la práctica del dominio cristiano, en cada área de la vida. Estamos destinados a heredar la tierra. En realidad, ya hemos heredado la tierra. Pero aún no la hemos ocupado. Aún no hemos establecido nuestra autoridad. Adán heredó la tierra antes de pecar y la perdió, pero aun en su estado perfecto, tuvo que tomar posesión de su herencia. Recibió el título, pero no lo recibió completo.

Por medio de Cristo, hemos heredado la tierra.

Nosotros también debemos tomar posesión de nuestra herencia. Tenemos el título, pero no se nos ha dado la posesión. Eso requiere un programa de dominio.

De Continuar el Sistema Actual

­La impotencia auto-impuesta por la iglesia, su rehusó de aceptar la responsabilidad han hecho posible el surgimiento del Estado de bienestar social. Los teólogos liberales han aplaudido este cambio de curso, mientras que los cristianos conservadores se han que­­jado mucho pero no han hecho nada institucionalmente para combatirlo.

­Vamos a suponer que continua tal sistema. Será siempre anti-negocio. Los impuestos permanecerán elevados, los déficits gubernamentales continuarán, y finalmente los políticos rescatarán el sistema con la inflación monetaria. El Estado disimulará su quiebra creando dinero. ­Tendremos una serie de crisis económicas devastadoras, tal como tuvo Roma después del año 200, y tal como tuvo Francia un poco antes y durante la Revolución Francesa (1785-1795). La inflación destruirá la fe de la gente en el gobierno, y hará difícil que las familias se sostengan.

Cuando estas crisis lleguen, las iglesias serán sometidas a presiones económicas que no se han visto desde la Gran Depresión de los 1930. Las ofrendas desminuirán a no ser que los miembros sean suma mente auto-disciplinados (y hasta disciplinados por la iglesia). Los miembros perderán su trabajo, o sus ahorros. Se multiplicarán los pobres. Esta vez, a diferencia de los años 1930, el Estado habrá secado toda fuente conocida de ingreso. Luego no habrá "bienestar social" la próxima vez.

¿Qué grupos estarán listos para ofrecer su apoyo, estando dispuestos y capaces de organizar y disponer la caridad? ¿Qué grupos habrán preparado sus miembros para tomar los riesgos y aceptar los deberes necesarios para sobrevivir en una crisis económica?

¿Quién estará listo para dirigir?

Conclusión

­A duras penas las iglesias se están preparando para considerar tal responsabilidad, ni se hable de autoridad. Si un avivamiento acompaña la crisis económica, como yo esperaría, entonces los líderes eclesiásticos tienen que estar listos para contestar las preguntas fundamentales:

­1. ¿Cómo es que la economía mundial ha llegado a semejante desastre?

2. ¿Qué principios económicos bíblicos fueron infringidos, en el Occidente desde 1913 en adelante?

3. ¿Cómo regresaremos a los principios económicos bíblicos?

4. ¿Quién deberá financiar la reconstrucción?

5. ¿Qué debo hacer yo con mi dinero?

6. ¿Qué hago en caso de que pierda mi trabajo?

7. ¿Cómo tendré yo medios para diezmar?

Los pastores y diáconos están casi totalmente sin reparación para tomar el liderazgo hoy día. Nadie espera realmente que ellos lo hagan. La mayor parte de la gente no lo considera necesario. Después de todo, la iglesia que cree en la Biblia no ha tenido nada o casi nada que decir acerca de los asuntos económicos a través de este siglo. Se ha considerado la economía política como tema "vedado" a los predicadores de las iglesias conservadoras.

­Esto cambiará, y cambiará rápido, cuando venga la crisis. En aquel momento, los que comienzan a ejercer su sentido de responsabilidad ahora se colocarán como líderes en la transformación nacional y ­quizá hasta mundial que posiblemente sobrevenga.

Las iglesias deben comenzar ahora a predicar los principios de Dios acerca del éxito, y los principios de Dios acerca de dar responsablemente.