CAPITULO No. 7 LA PREDESTINACIÓN Y LA LEY

CAPITULO No. 7

LA PREDESTINACIÓN Y LA LEY

Ya es tiempo de hablar de los errores de mucho postmilenarismo y sus adherentes

y la razón de su decaimiento. El alma del postmilenarismo es la fe que Cristo por medio de su pueblo consumará y pondrá en vigor las gloriosas profecías de Isaías y todas las Escrituras, que El vencerá a todos sus enemigos a través de su pueblo de la alianza, y que El ejercerá su poder y Reino en todo el mundo y sobre todos los hombres y naciones, para que ya sea en la fe o en la derrota, toda rodilla se doblará ante El y toda lengua confesará a Dios (Romanos 14:11; Filipenses 2:11) Dios expresa a través de Isaías: “Por mí mismo hice juramento, de mí boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua” (Isaías 45:23). San Pablo expresa esto nuevamente como cumplido en la venida de Cristo y a través de su pueblo (Romanos 14:11; Filipenses 2:11).

La primera gran petición del Padrenuestro manifiesta la centralidad de este aspecto de nuestra fe. Se nos exige en verdadera oración orar “así” (San Mateo 6:9), pidiéndole a Dios: “Venga tú Reino. Hágase tú voluntad, com en el cielo, así tambien en la tierra” (San Mateo 6:10). Las oraciones que descuidan esta petición pierde la esencia y alma de la oración como lo requiere nuestro Señor. ¿Cómo es que va a venir el Reino de Cristo? Nuevamente, la Escritura es muy clara y explícita. La gloriosa paz y prosperidad el Reino de Cristo se producirá solamente cuando el pueblo obedezca la Ley de la alianza. Esto se manifiesta con claridad en Levitico 26, Deuteronomio 28 y en toda la Escritura. Habrá paz y prosperidad en la tierra, el enemigo será destruido y los hombres se liberarán de los males solamente “Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra” (Leviticos 26:3). La obediencia de fe a la Ley de Dios produce bendiciones irresistibles: “Y vendrán sobre ti todas estas bendicones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios” (Deuteronomio 28.2). Por otro lado, la desobediencia conduce a maldiciones irresistibles: “Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que Yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán” (Deuteronomio 28:15).

De conformidad con estas y otras declaraciones de la Escritura, la determinación de todas las cosas dentro del tiempo es en términos de obediencia y desobediencia a la Ley de Dios. Esto está claro y detalladamente explicado para las diversas áreas de la vida. Primero, el éxito y la prosperidad urbana, rural y nacional dependen de la obediencia a la Ley de Dios. Segundo, la fertilidad humana es asimismo un área donde la maldición y la bendición de Dios son operativas, y somos malditos o benditos en el fruto de nuestros cuerpos. Tercero, la prosperidad y fertilidad agrícola también están ligadas a la Ley. Cuarto, de igual manera, el clima está relacionado con la Ley, de tal manera que Dios juzga y bendice por medio de la lluvia, el granizo, la nieve, del rocío y del sol. Quinto, nuestra relación con nuestros enemigos también depende de la obediencia. Sexto, nuestras actividades y vidas personales son benditas o malditas en términos de nuestra obediencia a la Ley de Dios.

La doctrina de la predestinación no es fatalismo: No le niega responsabilidad al hombre. Más bien, asevera la coincidencia de la predestinación de Dios y la acción responsable del hombre, de modo que, aunque la causalidad primaria es de Dios, la causalidad secundaria es del hombre. No se niega la realidad de causas secundarias, sino que más bien se establece, por la causalidad primaria de Dios. Yo no soy menos hombre por ser pecador, mortal y producto de mis tiempos; de igual manera, Yo no soy menos hombre responsable y en sentido secundario hombre con libre aunque limitada voluntad (aunque sea una voluntad derivativa y de criatura) porque Dios es la causa primaria de todas las cosas y la única voluntad absoluta y última. La determinación de la historia de parte de Dios está de esta manera claramente descrita en su Ley. Si nosotros creemos y obedecemos, entonces somos benditos y prosperamos en El; si lo negamos y desobedecemos su Ley, somos malditos y abominados. No se nos rapta hacia el éxito al estilo griego.

La idea premilenaria del rapto niega la Ley de Dios y por lo tanto niega a Dios porque su Ley es la parte principal de su palabra escriturada y no podemos llamar al Dios de la Escritura un Dios sin Ley. Los amilenaristas niegan cualquier victoria en la historia y de ese modo niegan la naturaleza y forma misma de la predestinación de la historia de parte de Dios, de tal manera que su doctrina de predestinación se convierte en una concha hueca, formal. Los postmilenaristas antinomianos niegan la vía dada por Dios hacia el Reino de Dios cuando ellos pasan por alto la Ley. En realidad, ellos postulan sin hacer referencia a eso ¡Un rapto! ¿De qué otra manera se va a trasladar el mundo de su depravación actual hacia el orden de Dios? ¿Vamos a flotar en vagas oraciones y espiritualiad de “Vida Superior”? Los postmilenaristas antinomianos no tienen respuesta. A menudo se formula la acusación de que el postmilenarismo del calvinismo colonial y del siglo XIX condujo al Evangelio Social del siglo XX. Nada ha documentado esta acusación, la cual es obviamente falsa. Los Hodges, Warfield, Machen y otros no fueron la fuente del Evangelio Social y fueron hostiles al mismo.

Las raices de ese movimiento están en el arminianismo y muy directamente en ese notable humanista avivamentista C.G. Finney. No obstante, debe agregarse que al menguar el énfasis en la Ley de Dios, por causa del arminianismo del día y la decadencia de los teólogos reformados en apologéticos racionalistas en vez de bíblicos, por omisión la iniciativa en la sociedad cayó en manos de los defensores del Evangelio Social. Solamente ellos tenían una “respuesta” a los problemas sociales. Sin embargo, su respuesta era y es la política humanistica. Así que urgentemente necesario que los cristianos regresen a la Ley como el medio dado por Dios para realizar el orden de Dios. La manifestación de la Escritura es clara: “Y si no te apartares de todas las palabras que Yo te mando hoy, ni a diestra ni a siniestra, para ir tras dioses ajenos y servirles”. (Deuteronomio 28:14). Negar la Ley de Dios es negarlo a El y su Reino y servirle a otros dioses y a otra fe. Esto hemos estado haciendo y llamándolo ¡ “Del Señor”! ¿Es de sorprenderse que estemos bajo juicio? Necesitamos rezar con el salmista: “De tu misericordia, OH JEHOVA, está llena la tierra: Enséñame tus estatutos” (Salmos 119:64). Dios tiene un plan para la conquista de todas las cosas por medio de su pueblo de la alianza. Ese plan es su Ley. No deja ninguna área de la vida ni actividad intacta y predestina la victoria. Negar la Ley es negar a Dios y su Plan para la victoria.