65. LA FE SALVIFICA
Capitulo 65 LA FE SALVIFICA
LAS GRANDE DOCTRINAS DE LA BIBLIA
por R. C. Sproul
Traductora: Marcela Robaína
65 LA FE SALVIFICA
Jesús en una ocasión señaló que si no tenemos la fe de un niño no podemos entrar en el reino de los cielos. Una fe como la de un niño es un requisito previo para ser miembro del reino de Dios. Existe una diferencia, sin embargo, entre una fe como la de un niño y una fe infantil. La Biblia nos llama a ser niños en la malicia, pero maduros en nuestro entendimiento. La fe salvífica es simple, pero no es simplista.
Como la Biblia nos enseña que la justificación es por la fe sola, y que la fe es condición necesaria para la salvación, resulta imperativo que entendamos en qué consiste esta fe salvífica. Santiago nos explica claramente en qué no consiste esta fe: "Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?" (Santiago 2:14). Santiago está distinguiendo entre la profesión de fe y la realidad de la fe. Cualquiera puede decir que tiene fe. Si bien hemos sido llamados a profesar nuestra fe, la profesión por sí sola no salva a nadie. La Biblia deja bien en claro que las personas son capaces de honrar a Cristo de labios mientras sus corazones están lejos de Él. La fe de los labios para fuera, sin ninguna manifestación del fruto de la fe, no es fe salvífica.
Santiago continúa diciendo: "Así también, si no tiene obras, es muerta en sí misma" (Santiago 2:17). Santiago describe la fe muerta en sí misma como una fe sin ningún provecho. Es fútil y vana y no justifica a nadie.
Cuando Lutero y los demás de la Reforma declararon la justificación solo por la fe, se dieron cuenta que era necesario dar una definición detallada sobre la fe salvífica. Definieron la fe salvífica en función de determinados elementos constituyentes. La fe salvífica está compuesta de la información, el consentimiento intelectual, y la confianza personal.
La fe salvífica implica el contenido. No somos justificados por creer en cualquier cosa. Algunos han dicho: "No importa lo que uno cree, siempre y cuando sea sincero". Este sentimiento es radicalmente opuesto a la enseñanza de la Biblia. La Biblia nos enseña que lo que creemos es muy importante. La sinceridad por sí sola no es suficiente para la justificación. Podemos estar sinceramente equivocados. La sana doctrina, al menos en lo que concierne a las verdades fundamentales del evangelio, es un ingrediente necesario de la fe salvífica. Creemos en el evangelio, en la persona y la obra de Cristo. Esto es una parte integral de la fe salvífica. Si nuestra doctrina es herética en los fundamentos, no seremos salvos. Si, por ejemplo, decimos que creemos en Cristo pero negamos su deidad, no poseemos la fe que justifica.
Aunque es necesario tener un correcto entendimiento de las verdades fundamentales del evangelio para poder ser salvos, un entendimiento correcto de ellas no es suficiente para ser salvos. Un estudiante puede sacar las notas máximas en un examen de teología cristiana, entendiendo todas las verdades del cristianismo, sin afirmar personalmente que son verdad. La fe salvífica incluye la afirmación de la mente a la verdad del evangelio.
Pero aun si las personas entienden el evangelio y afirman o confirman su verdad, todavía pueden llegar a no alcanzar la fe salvífica. El diablo sabe que el evangelio es verdad, pero lo odia con todas las fibras de su ser. Hay un elemento de confianza en la fe salvífica. Implica una confianza y una dependencia personal sobre el evangelio. Podemos creer que una silla va a soportar nuestro peso, pero no exhibimos una confianza personal en la silla hasta el momento en que nos sentamos sobre ella.
La confianza comprende la voluntad además de la mente. Tener la fe salvífica requiere que amemos la verdad del evangelio y que deseemos vivirla. Confiamos de corazón en la dulzura y el amor de Cristo.
Considerada técnicamente, la confianza personal podría ser un corolario o una proyección del consentimiento intelectual. El diablo puede aceptar la verdad de ciertos hechos relacionados con Jesús, pero no los acepta a todos. No acepta el amor de Cristo, ni lo anhela. Pero ya sea que diferenciemos o que combinemos la aceptación intelectual y la confianza personal, el hecho sigue en pie de que la fe salvífica requiere lo que Lutero llamó una fe viviente -una confianza vital y personal en Cristo como el Salvador y el Señor.
Resumen
l. La fe salvífica es como la de un niño pero no es infantil.
2. La mera profesión de fe no es suficiente para justificar a una persona.
3. La fe salvífica requiere la aceptación intelectual de la verdad del evangelio.
4. La fe salvífica implica una confianza personal en Cristo y el amor a Cristo.
Pasajes bíblicos para la reflexión
Rom. 10:5-13