CAPITULO 03 - EL HURTO

­III. Ley/Dominio

­CAPITULO 3

EL HURTO

­No hurtarás (Éxodo 20:15).

­El tercer principio del pacto bíblico es el principio de la ética-dominio. La fuente de toda autoridad a largo plazo es la obediencia a la ley de Dios. Este principio del dominio por la obediencia moral impacta la economía política de muchos modos, pero ninguno tan claro que la prohibición de la Biblia contra el hurto. El octavo mandamiento (el séptimo para los católicos y los luteranos) prohibí el hurto. Incontrovertiblemente ésta es la base de toda defensa de la idea de la propiedad privada.

Más importante, según nos enseña el Décimo Mandamiento, la ley de Dios requiere la protección de la propiedad familiar. El décimo mandamiento prohíbe la codicia de lo ajeno. Prohíbe el origen mental de la maldad avariciosa y codiciosa. El octavo prohíbe el hurto — una manifestación visible de la codicia. Establece para siempre que es ilícito e inmo­ral hurtar la propiedad que pertenece a otro. Como veremos, es igualmente ilícito en los ojos de Dios hacer que el Estado hurte para nosotros. El mandamiento no dice, "No hurtarás, salvo por voto de la mayoría."

La Fruta Robada

El ejemplo mas importante de hurto que tenemos en la Biblia es cuando Adán y Eva roban el fruto del árbol de la ciencia del bien y mal (Génesis 3). Dios estableció un límite legal en torno a ese árbol. El les dijo que podían comer de cualquier árbol en el huerto, salvo este árbol particular (Génesis 2:16-17). La prueba de la responsabilidad de los hombres ante Dios fue claramente una prueba de su respeto por la propiedad de otro. ¿Permitirían ellos que Dios mantuviese posesión de esa propiedad en su ausencia? El no estaba allí para hacer cumplir su derecho de propiedad. ¿Entrarían ellos para hurtarla, pese al hecho que se les había dicho que no les pertenecía, y tenían prohibido absolutamente tocar o comer de ese árbol?

Satanás se les acercó, específicamente a Eva, y los tentó que violasen la Palabra de Dios. Les dijo que no serían castigados como Dios había dicho, que no morirían en el día que comiencen. Todo lo que tenían que hacer era ir y tomar una fruta. ¡Facilísimo!

Entre líneas, insinuaba Satanás: "¿Quién va a notar que falte algo? Dios no está aquí. La fruta se ve bien, y no hay razón que los hombres no la debieran tomar. Dios es un monopolista. Está monopolizando ­el árbol. ¿Por qué debiera tener Dios el derecho de negar algo importante a los hombres? ¿Por qué es que El actúa como un avaro, pretendiendo que tiene el único control legítimo sobre esa propiedad? Es tiempo que el hombre afirme sus derechos. Es tiempo que el hombre rete a este propietario monopolizados Dios Todopoderoso, quien no es en realidad tan poderoso. Confíen en mí. Verán que tengo razón."

El resultado, desde luego, fue el juicio. Dios juzgó tanto a Adán como a Eva, y también Satanás. El dominio del hombre sobre la tierra se hizo infinita mente mas doloroso y difícil desde entonces. También la familia quedó afectado, ya que Caín mató a Abel, negándole el derecho de propiedad de su propia vida.

Generaciones mas tarde, el faraón robó la liber­tad de los esclavos hebreos (Éxodo 1), y la tierra que su propio antepasado había entregado a los hebreos (Génesis 47:5-6). Los esclavizó, tal como el secuestrador secuestra a los indefensos. Esto ocurrió nuevamente muchas generaciones después, cuando los asirios capturaron a las diez tribus del norte, es decir el reino del norte de Israel, y luego, cuando los babilonios capturaron al reino del sur: las tribus de Judá y Benjamín. Esta es algo común en la historia. Una y otra vez, los tiranos han intentado hurtar la libertad y la propiedad de sus subditos y la de sus vecinos.

Sin embargo, el hurto ocurre de muchas maneras. La Biblia dice, "No hurtarás." La Biblia no dice, "No hurtarás, salvo por el voto de la mayoría."

­Ahab y Nabot

Cuando los individuos aprovechan de la democracia, para obtener los bienes de su prójimo por medio del voto, no difieren en principio del maligno rey de Israel, Ahab, cuyo reinado se narra en el libro Primero de Reyes. En el capítulo 21 de ese libro, está el relato de Nabot, dueño inocente de una viña. Se veía su viña desde el palacio y el rey Ahab la codiciaba.

Cuando Nabot rehusó vendérsela al rey, porque su propiedad era la herencia de sus hijos, el rey se enojó. Su esposa Jezabel, le preguntó porqué estaba enojado, y el rey le dijo. Entonces ella contrató a falsos acusadores quienes pretendieron haber es cuchado a Nabot maldecir a Dios y al rey. Así los jueces lo llevaron fuera de la ciudad y lo apedrearon, como requería la ley bíblica. Luego el rey confiscó la propiedad de Nabot. (Hoy día, esto se haría "en el nombre del Pueblo.") Todo se hizo bien legalizado.

Por eso el Señor destruyó a Ahab y Jezabel. Ahab había sido un rey corrupto desde el principio, y había desafiado a Dios a cada oportunidad, pero fue este pecado el que resultó en su ruina (1° de los Reyes 21:17-19).

Tomen nota los socialistas. Presten atención los defensores del impuesto progresivo, los partidarios de altos impuestos a la herencia, de la redistribución de los bienes por medio del voto mayoritario. En su codicia de confiscar la propiedad de otros, uds. han llegado a ser los acusadores falsos de millones de sus compatriotas, cuyo único crimen es producir lo que satisface a los consumidores.

­La Cooperación Voluntaria por Interés Propio

­¿Por qué es que la propiedad privada es tan importante? Hay muchas razones. Una de las mas importantes es que la gente se hace productiva gracias a su motivación de aumentar y disfrutar su propiedad, transfiriéndola a sus hijos o a aquellas organizaciones que mejor representan sus metas, ideales, y sueños. De ese modo, los hombres se disciplinan y sirven al mercado.

Adán Smith, el gran economista del período de 1770, sostuvo que no es a nuestras necesidades que apelamos cuando queremos los servicios del carnicero o panadero (a menos que seamos mendigos), sino al interés propio del carnicero o panadero al satisfacer nuestras necesidades. La apelación al interés propios es en realidad el medio — el medio motivador — por el cual nosotros, ganamos la cooperación de nuestro prójimo. Es un medio, no de controlarlos, sino de recompensarles. Es la forma por la cual atraemos su atención en el mercado. Les ofrecemos ventajosas oportunidades de servirnos y en tal manera servirse a sí mismos.

¿Esperaríamos que los hombres trabajasen toda una vida y sacrificasen sus placeres presentes al ahorrar para el futuro, si esperasen que al final de sus vidas, vendrían otros hombres a confiscar su propiedad? ¿Esperaríamos que ellos se esforzaran en dominar las destrezas tan difíciles que se necesita en tantas profesiones, si creyesen que todas las ganancias y la mayor parte del salario que ellos ganaran al ejercer tales artes servirán para apoyar a gente ­perezosa e irresponsable que ellos ni siquiera conocen? La respuesta es clara: \no\ De saberlo, ellos dejarían de hacer sacrificios (inversiones) de largo alcance. Y con eso la sociedad sería privada de los beneficios y las bendiciones de estas inversiones de capital.

Si Dios hubiese querido que funcione el mundo según "la cooperación por la caridad/5 nunca habría limitado su requisito del diezmo al diez por ciento de los ingresos. Si El hubiese deseado "la autoridad por medio de la mendicidad/5 no habría dado a los hombres las reglas de propiedad privada y del crecimiento económico cultural. El quiere que su pueblo escape la mendicidad, no que construyan su civilización en base a ella (Deuteronomio 28:1-14).

La Religión del Socialismo

El socialista asume que (1) toda la propiedad debería pertenecer a la sociedad, o sea, el Estado; (2) no debería haber propiedad privada; y (3) los hombres trabajarán para "la sociedad en general" con la misma clase de intensidad y dedicación que trabajarán para sus propias familias o para sí mismos. Estas creencias fracasan cada vez que se las pone en la práctica, lo que, desde luego, no cambia la mentalidad del socialista.

La razón por la cual no cambia de parecer es que el socialista es una persona profundamente religiosa. El tiene una perspectiva muy específica de Dios, el hombre, y la ley. El tiene una opinión bien definida de la naturaleza del hombre. Lo que él dice es que la ­sociedad, puede transformar la naturaleza misma del hombre a través de la inauguración de la propiedad socialista y de los medios de producción socialistas.

Esto es fundamental en el sistema marxista, y está sobreentendido en íodas las demás sistemas socialistas. Presupone una de dos cosas: (1) el hombre es muy diferente de lo que la Biblia dice que es y de lo que sabemos que es, o (2) el Estado puede rehacer al hombre para conformarlo al modelo socialista, la perspectiva socialista del hombre verdaderamente dedicado y completamente altruista (no egoísta).

Hay otra cosa a considerar. Si un individuo cree que el Estado puede confiscar sus bienes con facilidad, tratará de tomar el poder sobre los bienes de sus vecinos por medio de la política y la burocracia. El control de la propiedad del prójimo por medio de la política llegará a ser mucho mas importante para muchos que producir algo. De este modo, no sólo declinará la productividad económica sino que los recursos de la gente, el tiempo, la energía y el cuidado, serán utilizados para perfeccionar los medios del hurto político mas bien que para producir bienes y servicios para los consumidores.

¿Suena esto como el siglo 20? Claro que sí.

Hurto Contra Dominio

A la medida que el hurto aumenta, lo que es un desafío a la ley de Dios, se reduce la capacidad de la sociedad de ejercer un mayor dominio. La gente se asusta. Comienzan a esconder lo que poseen. Comienzan a gastar dinero en cerraduras y alarmas contra ­ladrones. Los hombres de negocios dejan de producir tantos bienes para los consumidores y comienzan a producir cerraduras y alarmas contra ladrones. Entonces los consumidores terminan con mas cerraduras y menos bienes. Compran menos herramientas. Tienen que trabajar mas duro para proteger los bienes que tienen, y la cantidad y el valor de esos bienes disminuye cada vez mas. El hurto reduce la riqueza actual de la gente honesta. Mas importante, termina por reducir la capacidad de compraventa de la gente.

El hurto reduce la productividad jutura.

La gente se preocupan mas por retener lo que tienen en vez de idear nuevas maneras de aumentar lo que tienen por medio del dominio legítimo. En otras palabras, se preocupan menos por suplir las necesidades de la comunidad en general, porque tienen miedo de quienes andan de noche por la calle.

A medida que aumenta el temor, la gente dedica mas dinero a la prevención del robo y del crimen. Esto reduce la base de capital de la sociedad. A la medida que la inversión de capital disminuye, disminuye la cantidad de herramientas disponibles a los obreros y disminuye también la capacidad del pueblo para sojuzgar la tierra productivamente, cumpliendo el pacto de dominio de Dios con el hombre (Génesis 1:26-28). El crecimiento económico disminuye.

Las Sociedades Atrasadas

¿Dónde podemos ver pruebas de esto? Lo vemos en los "ghettos" de las ciudades grandes de E.E.U.U. Lo vemos en los países del Tercer Mundo. Lo vemos ­en las sociedades dominadas por las sociedades secretas como la Mafia. Dondequiera que el hurto se convierte en un estilo de vida, dondequiera que se interfiere con la propiedad privada, ya sea por el Estado o por ladrones particulares, encontramos que esas sociedades no pueden prosperar.

Vemos las malas acciones de los individuos que aumentan su riqueza personal a corto plazo. Esto nos molesta. Sin duda molestó al salmista (Salmos 73:3-12). Si las autoridades civiles permitan que estas actividades continúen sin enjuiciamiento, a lo largo, estas fechorías aparentemente lucrativas reducirán la riqueza de todos hasta los malhechores en la sociedad.

¿Dónde preferiría vivir la persona ordinaria? En el occidente capitalista, donde ha habido una cantidad limitada de robo? ¿En donde el Estado, hasta el siglo 20, se ha restringido de robar la riqueza de los ciudadanos por medio de la tributación pesada? ¿O preferirían vivir en alguna civilización agrícola atrasada o una civilización pagana atrasada?

¿Preferiría la mayoría de la gente vivir como reyes en algún área atrasada, o preferiría ser gente de la clase media que disfruta todos los beneficios de la medicina moderna, la tecnología moderna, y todos los demás beneficios que tenemos en las sociedades occidentales? Los hombres perversos que aman ejercer poder sobre otras personas preferirían ser reyes en las sociedades atrasadas, pero la mayoría de la gente preferirían ser ciudadanos de clase media en las sociedades ricas y crecientes.

Distintas Clases del Hurto

Hay muchas formas del hurto. No lo es solo entrar en la casa de una persona y llevarse algo. No lo es solo poner un arma en la espalda de otro y demandar que entregue su cartera.

Engañar es robar. Anunciar que un producto es de cierta calidad, cuando no lo es. Hacer propaganda que su producto funciona en cierta manera cuando no es así. Prometerle a otro que si hace una cierta cantidad de trabajo a cierto calibre, le pagará un sobresueldo, y no hacerlo. Todos esos son ejemplos de hurto.

Es así tanto para los empleados como para los patrones. Un individuo dice que trabajará muy duro por un salario dado, pero no lo hace. Una persona comienza un trabajo, y luego se pasa el tiempo hablando por teléfono con sus amigos, o se toma tiempo para hacer sus propias cosas. Está robando a su patrón.

Hay muchas maneras de robar de un individuo, pero todas tienen que ver con el mismo impulso básico. El ladrón niega al otro el derecho de vivir su vida a su manera. Niega al otro el derecho de quedarse con los beneficios que obtiene de su propio trabajo y de sus propios riesgos. El ladrón estorba al otro en el logro de sus metas legítimas. El hurto es robar las herramientas y por lo tanto las metas legítimamente labradas del otro hombre.

Orientación hacia el Presente

­El robo hace que la gente sea muy orientada ­hacia el presente. Ellos se aferran a lo que tienen en el presente en vez de sacrificarse para el futuro. Deciden que lo importante es disfrutar el presente mientras todavía tienen algo, antes que se lo lleven los ladrones.

­Esta orientación hacia el presente daña el crecimiento económico. Es dañina del mismo impulso de dominio. Cuando la gente no está dispuesta a sacrificarse para el futuro, trabajar para el futuro, y planear el futuro, se reduce extremadamente su habilidad de tener el control sobre el futuro.

­Clase y Tiempo

­Las sociedades orientadas hacia el presente son básicamente sociedades atrasadas. Las sociedades orientadas hacia el presente son sociedades de clase baja. Generalmente se piensa de la clase social de una persona según la cantidad de dinero que tiene, pero esto en realidad no es correcto. A largo plazo, la clase social de una persona depende de su perspectiva del futuro, y cuanto mas orientada hacia el presente es, mas baja es su clase. Es posible que él tenga un millón de dólares ahora, pero si es un individuo orientado hacia el presente, es probable que no lo tendrá en un año o dos o cinco; tendrá menos.

Por el otro lado, si una persona es orientada hacia el futuro, y está dispuesta a sacrificarse para el futuro, entonces no importa qué poco dinero tenga ahora mismo: es muy probable que tendrá éxito en el futuro. El estudiante de alguna carrera no tendrá mucho dinero que gastar hoy, pero en una sociedad ­capitalista, es probable que en 20 años tendrá mucho mas dinero que gastar que si no hubiese pasado el tiempo para mejorar su preparación. Pero si se le amenaza con una tributación exorbitante en el futuro, ¿para qué sacrificaría tanto en el presente por un futuro incierto?

Es claro que no lo haría. Desgraciadamente, los socialistas y los que votan por ellos, se rehusan a admitir lo patente.

El Asalto a la Civilización

El hurto no es solamente un asalto a un individuo. El hurto es un asaltar a la civilización. Es un asalto a las fundaciones mismas de la civilización. Por lo tanto, una de las funciones mas importantes del gobierno civil es prevenir que el ladrón mine la sociedad en general. La protección de la propiedad privada del hurto, el fraude y violencia es la esencia del gobierno civil.

En la medida en que el Estado en el correr de este siglo ha mal invertido sus recursos en otras cosas en lugar de proteger la propiedad privada, y la vida, el Estado ha perdido su derecho a recibir el apoyo del público.

Cuando los individuos no honran la ley de Dios por el dominio propio, resulta carísimo para la sociedad protegerse contra la pérdida de sus bienes. Se tiene que gastar miles de millones de dólares en la aplicación de la ley, las cortes, y todos los demás mecanismos de defensa contra el hurto. Si los hom­bres se gobernasen por el temor de Dios, y también por su propio sentido de integridad personal, veríamos una reducción dramática en el hurto y un incremento rápido del crecimiento económico y la propiedad de cada persona.

­Restringiendo al Hurto

­¿Cómo evitar que una sociedad dé rienda suelta al hurto? La restricción mas importante es el temor de Dios. Si los hombres creen que ­perfecto, y que El les condenará por medio del castigo perfecto por toda de la eternidad, tendrán mucho mas cuidado de dar rienda suelta a sus pecados y sus codicias. Así que, la restricción primera y mas importante es el temor de Dios. El auto-gobierno o control propio bajo Dios es el principal método de restricción.

­Segundo, es la obligación de la familia enseñar los principios básicos de justicia, de modo que el papel del padre en los años tiernos como instructor disciplinario y moral (Deuteronomio 6:6-7) es muy importante.

­Tercero, la prédica de la iglesia contra el hurto es fundamental para formar una sociedad justa. Dos mil años de tal prédica hizo posible la riqueza de la civilización occidental.

­Por fin, el gobierno civil, desde luego, es el agente de castigo terrenal ordenado por Dios. El Estado tiene que ser un agente contra el hurto, la coerción, y el fraude.

­El Hurto por las Urnas Electorales

­¿Qué pasa con una sociedad si los hombres comienzan a votar para apoderarse de la propiedad de su prójimo? En otras palabras, ¿qué pasa si los hombres se roban los unos a los otros por medio de las urnas? ¿Qué si ellos deciden "enriquecerse por el voto" (la codicia política)? Y aún mas, ¿qué sucede si deciden "empobrecer a su prójimo por el voto" (la envidia política)? Entonces ¿qué restricción se puede imponer?

Si la gente cree que puede imponer contribuciones a otros ciudadanos a un porcentaje mayor que el de ellos, su tentación será dar al Estado la autoridad de confiscar la propiedad de sus conciudadanos.

Nunca olviden, los miembros mas ricos de una sociedad siempre tienen un equipo de abogados, contadores, y protecciones impositivas para escapar de las categorías mas altas de impuestos. La gente que desde el principio resultan ser las víctimas principales de la "reforma tributaria" son los miembros de la clase media alta. Estos son la gente mas innovadora; ellos son el cimiento de la sociedad occidental. Ellos trabajan mas inteligente que la otra gente (aunque no necesariamente mas duro). El socialismo está diseñado para romper este cimiento.

Finalmente, por medio de la inflación en gran escala, todos se encuentran en los grupos de contribución mas alta, y la trampa de la urna electoral les recae personalmente. "Sorpresa," no, nadie se burla de Dios.

Una manera de limitar la codicia de la gente en ­obtener conseguir una mayor porción de la riqueza de su prójimo es aplicar la misma tasa de impuestos a cada ciudadano. A veces esto se llama impuesto uniforme. En la Biblia, se la llama el diezmo. En ese caso, si la gente vota aumentar la tasa tributaria, pagan el mismo precio que su prójimo.

Los socialistas y los comunistas odian la idea de un impuesto uniforme. Por eso Carlos Marx incluyó una tributación altamente escalonada (tasas tributarias superiores para la gente rica) como el segundo principio en su programa de diez puntos para destruir el capitalismo. (El Manifiesto Comunista, 1848, la última sección de la Segunda Parte.)

La Biblia enseña que todas las leyes deben aplicarse igualmente a todos los miembros de la sociedad. La Biblia dice que Dios no hace distinción de personas. Esto significa que Dios no tiene preferidos. Se hace hincapié en esto una y otra vez en la Biblia como principio de justicia (Levítico 19:15; Deuteronomio 1:17: 16:19; Hechos 10:34). No se debe promulgar leyes que discriminen en contra un segmento de la población, a no ser que la ley de Dios los defina como criminales.

Conclusión

La primera tarea encomendada por Dios al hombre fue la tarea de ejercer dominio (Génesis 1:28). Este es el pacto de dominio. Este mandato supone la suprema autoridad de Dios sobre su creación (primero punto del pacto). Estableció una jerarquía: Dios sobre el hombre, el hombre sobre la creación (el segundo ­punto del pacto). Luego El anunció los límites: el fruto prohibido (los límites éticos: tercer punto del pacto). El robo fue el primer crimen del hombre en el huerto de Edén. La esencia de este crimen fue una negación de (1) la autoridad suprema de Dios, (2) su jerarquía de control, y (3) su ley.

Los hombres fueron hechos en la imagen de Dios; por lo tanto, cuando intentan robar otros hombres, están atacando la imagen de Dios. En cierto modo están repitiendo el crimen de Adán contra Dios. El hurto es un asalto a la integridad personal y la autoridad legal de otro individuo, y esto es indirectamente un asalto contra la integridad y la autoridad de Dios.

El hurto se basa en una perspectiva del orden actual de la sociedad que dice que Dios ha distribuido los bienes errónea o equivocadamente. El ladrón toma las cosas en sus propias manos — literalmente. Redistribuye los bienes de la forma que a él le complace. El torna en un dios menor, un juez del orden social actual y del Dios que lo estableció en la historia. ­El hurto interfiere con el proceso de dominio. Se ha encomendado a los hombres la tarea de usar sus habilidades y talentos en la tierra para la gloria de Dios. La responsabilidad de tomar la iniciativa — el pacto de dominio — no se puede evadir. Forma parte de la naturaleza misma del hombre. Pero llega a ser un impulso torcido y maligno cuando los hombres comienzan a ejercer el dominio en maneras que des honran a Dios.

Es imperativo que en cualquier sociedad que desea llenar los requisitos del plan de Dios para que ­el hombre tome dominio sobre la tierra, las autoridades de cada institución tomen medidas contra el hurto.

Entonces surge la pregunta: ¿Qué debiera hacer el gobierno civil? Estudiaremos esa pregunta en la segunda sección de este libro, pero el principio mas particularmente importante es el principio de la restitución: restaurando los bienes a sus dueños correspondientes. Se debe restaurar a las víctimas todas las cosas que se les ha robado, mas una indemnización (Éxodo 22). De esta manera, el Estado no crece ni a expensos del criminal, ni a expensos de la víctima.

Cuando el Estado se convierte en ladrón al imponer impuestos grandes e in equitativos, o por otras leyes coercivas que interfieren con el intercambio voluntario entre los hombres, entonces todos los que están bajo su jurisdicción se convierten en víctimas potenciales. Cuando el Estado se convierte en un ladrón a nombre de la mayoría, nada está libre.

Cuando el Estado se convierte en un agente de corrupción, se corrompe la principal institución para la represión del mal.

Cuando los hombres tienen el robo en su corazón, y usan la urna electoral para legalizar el hurto, la sociedad se convierte en sociedad de ladrones y terminará por perder su capacidad de crecer y progresar. No se puede burlar de Dios. El juicio caerá sobre esa sociedad.

Los siguientes principios económicos bíblicos son fundamentales si vamos a ejercer el dominio eficaz ­de un modo que honre a Dios:

1. Dios es el dueño absoluto de los bienes.

2. La rebelión de Adán se manifestó como un acto de hurto. Comenzó con la codicia de algo que no le pertenecía.

3. La tiranía siempre conlleva el robo (Faraón).

4. La mejor cooperación es la cooperación voluntaria.

5. La gente motivada por el interés propio coopera voluntariamente.

6. Los mendigos no ejercen el dominio.

7. La base fundamental para ganar la cooperación de la otra gente no debe ser la exhortación a la caridad.

8. El robo por la urna electoral no debe ser usado para ganar la cooperación del prójimo.

9. El socialismo y el comunismo son religiones del humanismo, porque se basan sobre la fe en el hombre político (en vez de Dios) como gobernador supremo.

10. La perspectiva del hombre sobre el tiempo afecta su perspectiva de la vida.

11. La gente orientada hacia el presente sufren la pobreza, tanto en el espíritu como en la cartera.

12. La gente orientada hacia el presente es la gente de la clase mas baja.

13. La gente orientada hacia el futuro es la gente de la clase mas alta.

14. El cristianismo es una religión orientada hacia el futuro.