Articulo 12 - LA LEY DE DIOS
Artículo 12 LA LEY DE DIOS
La Ley nos expone la voluntad de Dios.
Enseñamos que mediante la Ley de Dios nos ha sido expuesto lo que debemos hacer o no hacer y lo que es bueno y justo o malo e injusto. Por lo tanto confesamos que la Ley es buena y santa.
La ley natural. Las dos tablas de la Ley.
Esta Ley ha sido escrita por el dedo de Dios en el corazón humano (Rom. 2:15) y se denomina «ley natural»; por otra parte ha sido grabada por el dedo de Dios en las dos Tablas de la Ley de Moisés y explicada detalladamente en los libros de Moisés (Ex. 20:1; Deut. 5:6).
Para mayor claridad distinguimos en la Ley tres aspectos: La ley moral contenida en los Diez Mandamientos y explicada en los Libros de Moisés; La ley ceremonial, que fija las ceremonias y el Culto; La ley forense que se refiere a las estructuras estatales y económicas.
La Ley es perfecta y completa.
Creemos que mediante dicha Ley divina nos han sido dados a conocer perfectamente la voluntad de Dios y todos los mandamientos necesarios referentes a los diversos campos en que la vida se desenvuelve. Si así no fuese, el Señor tampoco hubiera prohibido: «No añadiréis nada a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis nada de ella... (Dt. 4:2; 12:32). Es decir. Dios no habría ordenado el comportarse conforme a esa Ley, ni apartarse de ella ni hacia la derecha ni hacia la izquierda.
¿Por qué ha sido dada la Ley?
Enseñamos que esta Ley no ha sido dada a los hombres a fin que por su observancia sean declarados justos, sino mas bien para que por sus acusaciones reconozcamos nuestra debilidad, nuestro pecado, nuestra condenación, y desesperando con respecto a nuestra propia capacidad nos dirijamos en fe a Cristo. Claramente dice el apóstol: «Porque la Ley obra ira» (Rom. 3:20 y 4:15) y «por la Ley es el conocimiento del pecado». Y es que si la Ley nos hubiera sido dada con objeto de hacernos justos y vivientes, la justificación sería realmente por la Ley. Pero el caso es que la Escritura (la correspondiente a la Ley) ha determinado todo como pecado, a fin de que la promesa sea dada a los creyentes por la fe en Cristo. De aquí que la Ley resulta nuestro educador con vistas a Cristo, con objeto de que seamos declarados justos por la fe (Gal. 3:21sgs).
La carne no puede cumplir la Ley.
Porque ningún hombre puede ni podría satisfacer la Ley de Dios y cumplirla, ya que nuestra carne prosigue débil hasta nuestro postrer suspiro. Vuelve a decir el apóstol: «Porque para lograr lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne. Dios envió a su Hijo en semejanza de carne de pecado» (Rom. 8:3). Por eso es Cristo el cumplimiento de la Ley y nuestra perfección (Rom 10:4).
Hasta qué punto ha Sido abolida la Ley.
De modo que la Ley de Dios es abolida, pero en el sentido de que no nos condena ni nos aporta la ira divina; porque estamos bajo la gracia y no bajo la Ley. Además, Cristo ha cumplido todos los mandatos simbólicos de la Ley. Quiere decir esto, que existe la cosa misma y que las sombras han desaparecido, tenemos en Cristo la verdad y la completa plenitud de la vida.
Esto no significa que desechemos la Ley, menospreciándola, pues tenemos presente las palabras del Señor, que dice: «Yo no he venido para abolir la Ley, sino para cumplirla» (Mat. 5:17).
Sabemos que la Ley nos muestra lo que es la virtud y el vicio. También sabemos que la Ley, si es interpretada conforme al Evangelio, resulta beneficiosa para la Iglesia y que, por consiguiente, no debe excluirse en la Iglesia la lectura de la Ley. Pues si bien el rostro de Moisés estaba cubierto con un velo, el apóstol acentúa que ese velo ha sido levantado y desechado por Cristo.
Sectas. Por estas razones no admitimos nada de cuanto doctrinarios erróneos antiguos y modernos han enseñado en contra de la Ley.