68. EL ARREPENTIMIENTO

Capitulo 68 EL ARREPENTIMIENTO

LAS GRANDE DOCTRINAS DE LA BIBLIA

por R. C. Sproul

Traductora: Marcela Robaína

68 EL ARREPENTIMIENTO

El mensaje principal de Juan el Bautista, que fue el heraldo de Jesús, era "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado". Este llamado al arrepentimiento era una apelación urgente a los pecadores. Nadie que se niegue a arrepentirse puede entrar en el reino de Dios. El arrepentimiento es un requisito previo, una condición necesaria para la salvación.

En la Escritura, el arrepentimiento significa "sufrir un cambio de mentalidad". Este cambio de mentalidad no es un simple cambio de opiniones menores, sino un cambio completo en la dirección de nuestras vidas. Implica un giro radical del pecado a Cristo.

El arrepentimiento no es la causa de un nuevo nacimiento o regeneración; es el resultado del fruto de la regeneración. Aunque el arrepentimiento comienza con la regeneración, constituye una actitud y una acción que debe ser repetida a lo largo de la vida cristiana. Como continuaremos pecando, se nos llama a arrepentirnos al ser convencidos de pecado por el Espíritu Santo.

Los teólogos distinguen dos tipos de arrepentimiento. El primero es llamado atrición. La atrición es un arrepentimiento falso o espurio. Comprende el remordimiento causado por un temor al castigo o la pérdida de una bendición. Cualquier padre ha comprobado la atrición en un hijo cuando lo descubre con las manos en la masa. El niño, temiendo la paliza, grita: "Lo siento, ¡por favor no me pegues!" Estas plegarias junto con algunas lágrimas de cocodrilo no suelen ser signos de un remordimiento genuino por haber actuado mal. Fue el tipo de arrepentimiento que exhibió Esaú (Gen. 27:30-46). Se lamentaba no por haber pecado sino por haber perdido su primogenitura. La atrición, entonces, es el arrepentimiento motivado por un intento de obtener un boleto que nos saque del infierno o de evitar el castigo.

La contrición, en cambio, es el arrepentimiento verdadero y piadoso. Es genuino. Comprende un remordimiento profundo por haber ofendido a Dios. La persona contrita confiesa su pecado de manera abierta y completa, sin intentar buscar excusas o justificarlo. Este reconocimiento del pecado viene acompañado de una voluntad por hacer una restitución siempre que sea posible y una resolución de abandonar el pecado. Este es el espíritu que exhibió David en el Salmo 51. "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí... Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios" (Ps. 51: 10, 17).

Cuando le ofrecemos a Dios nuestro arrepentimiento en un espíritu de verdadera contrición, Él nos promete perdonarnos y restaurarnos a la comunión con Él. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Jn. 1:9).

Resumen

1. El arrepentimiento es una condición necesaria para la salvación.

2. El arrepentimiento es el fruto de la regeneración.

3. La atrición es un arrepentimiento falso motivado por el temor.

4. La contrición es un arrepentimiento verdadero motivado por el remordimiento piadoso.

5. El arrepentimiento verdadero conlleva la plena confesión, la restitución, y la resolución de abandonar el pecado.

6. Dios promete el perdón y la restauración a todos los que se arrepienten en verdad.

Pasajes bíblicos para la reflexión

Ezek. 18:30-32

Lk. 24:46-47

Acts 20:17-21

Rom. 2:4

2 Cor. 7:8-12