CAPITULO No. 1 PERSPECTIVAS MILENARIAS

CAPITULO No. 1

PERSPECTIVAS MILENARIAS

Ha habido muchos análisis importantes del premilenarismo, del amilenarismo y del postmilenarismo desde una perspectiva exegetica, es decir, en términos de un cuidadoso análisis de los textos bíblicos pertinentes. Notables entre éstos son Prophecy and the church (La profecía y la iglesia), de O.T. Allis, y The Millennium (El milenio), de L. Boetther.

Es nuestro propósito analizar estas tres posiciones desde la perspectiva de la teología bíblica. ¿Cuáles son sus consecuencias teológicas? Para comenzar, debe advertirse que no hay neutralidad de parte mía al hacer este análisis. El ideal de la neutralidad es un mito. Todos los hombres hablan y escriben desde una determinada perspectiva: Vemos las cosas y organizamos el conocimiento en términos de una fe, compromiso y perspectiva fundamentales. Nuestra perspectiva siempre está condicionada por nuestras presuposiciones religiosas. Existe una diferencia religiosa entre estas tres perspectivas sobre el tema del milenio. Un cristiano no puede sostener que todas las tres posiciones son legítima y válidas para los cristianos: Cualquiera es bíblica y las otras no lo son o ninguna lo es. La cuestión de fidelidad a la Escritura no puede ser asunto de indiferencia.

Una vez que adoptamos una posición, tiene ciertas consecuencias lógicas y también inferencias muy practicas para nuestras vidas. Si Yo creo que Cristo pronto me raptará de este mundo maligno, esto tendrá un efecto práctico en mí vida, muy diferente de una creencia de que Yo veré que el mundo se empeora cada vez más y que pasará por una tremenda tribulación. Nuevamente, si Yo creo que el mundo verá el triunfo progresivo del pueblo de Cristo hasta que todo el mundo sea cristiano y se revele una gloriosa era material y espiritual, Yo me motivaré en forma muy diferente tanto de una creyente amilenario como de uno premilenario. Así que no podemos sostener que estas distintas doctrinas de escatología sean un asunto de indiferencia. Ellas crean una diferencia muy grande en cómo contemplamos el mundo y nuestra labor y futuro en el mismo. Se dice que en los Estados Unidos hay al menos cuarenta millones de cristianos que confiesan creer que la Biblia es la palabra infalible de Dios. Si esta gente cree que el final está cerca, y el rapto a mano, su impacto en el mundo es muy diferente del de aquellos cuarenta millones que creen que conquistarán el mundo. En una situación, el pueblo se prepara para abandonar el mundo y arrebatar otros tizones y fuego antes de marcharse. En la otra, se preparan para conquistar el mundo y hacer valer los “Derechos de Corona del Rey Jesús”.

El contraste es aún mayor cuando consideramos las promesas de Isaías con respecto a un mundo relativamente libre del crimen, en paz, y hombres con una lengua esperanza de vida, y reconocemos que estamos llamados a proclamar el poder de salvación de Jesucristo de todos los hombres y preparar nuestros corazones, vidas y comunidades para su reino dentro y a través de nosotros. Entonces, el ímpetu para la acción cristiana es muy grande. La clase de fe que tenemos rige la totalidad de nuestras vidas y nuestra total perspectiva. Cómo consideramos a Dios y a Cristo determinará cómo nos consideramos nosotros mismos, nuestra vocación y el final de los tiempos. Nuestra visión del final, del principio y de toda la historia, y de nuestra doctrina de Dios y de la salvación. La teología es una prenda de vestir sin costuras, y la visión de un hombre del fin de los tiempos es inseparable de su visión de Dios. Si él cambia de opinión es una, él cambia de opinión en la otra.

Con esto en mente, examinemos las diversas perspectivas y, antes de todo, el premilnarista de dispensación. Virtualmente, todos los premilenaristas son dispensacionalista. Los hermanos Plymouth de Inglaterra, bajo el liderazgo del Rev. John Darby, c. 1830, colocaron en lugar destacado esta perspectiva en años recientes. Adquirió su más amplia influencia a través de la Biblia de referencia Scofield, editada por el Rev. C.I. Scofield. La Biblia de referencia Scofield ofrece introducciones, encabezamiento de secciones y extensas notas que interpretan toda la Escritura en términos de esta perspectiva premilenaria dispensacional.

Scofield sostenía que hay siete dispensaciones, eras o épocas de la historia, en las cuales Dios tenía una revelación particular y un modo de vida particular para cada quien, de tal manera que el valor de las Escrituras que se le da en esa era está esencialmente restringido a la misma.

Estas dispensaciones son:

Primero, Eva hasta su caída.

La segunda, era es la de la conciencia, desde la caida hasta el diluvio.

La tercera dispensación es la del Gobierno humano, desde el diluvio hasta el llamado de Abraham.

La cuarta es la de la promesa, desde el llamado de Abraham hasta el dictado de la Ley en la Montaña del Sinaí.

La quinta dispensación es la de la Ley, desde el dictado de la Ley en la Montaña del Sinaí hasta incluso la mayor parte del Ministerio Público de Jesucristo.

La sexta es la de la gracia, desde los últimos días del Ministerio de Cristo hasta la segunda venida para el rapto de los santos. (Algunas formas del premilenarismo tienen más de una venida de Cristo).

La séptima dispensación es el reino, el milenio es un periodo de mil años durante el cual Cristo reina en la tierra.

Otros dispensacionalistas tienen otras ideas de las dispensaciones. Blackstone, en Jesús viene, también tenia siete : La Inocencia, la libertad, el Gobierno, el Peregrino, Israel, el Misterio y la Manifestación. Sin embargo, aún otros dispensacionalistas no estarán de acuerdo ni en el número: Algunos tienen tan pocas como cuatro y otros tienen tantas como ocho dispensaciones. Es revelador que haya diferencia de opiniones acerca de lo que debe ser tan obvio, es decir distintos planes de salvación. En la Escritura no se encuentra ninguna dispensación así señalada. A pesar de todo, se afirma que estas dispensaciones son aspectos totalmente diferentes de las relaciones de Dios con los hombres, de tal manera que se sostiene que ciertas secciones de la Escritura son esencialmente válidas sólo para una determinada era de la historia. El dispensacionalista extremado sostendrá que, aunque el Antiguo Testamento es la palabra inspirada de Dios, no tiene casi nada que hacer con nuestra actual vida religiosa. Solamente algunos tipos y símbolos son pertinentes, de tal manera que el predicador premilenarista “mina” el Antiguo Testamento con “fragmentos” para nuestro tiempo: La sección principal desaparece en lo que concierne a aplicabilidad. Pero esto no es todo. Los dispensacionalistas rigurosos sostienen que mucho del Nuevo Testamento no tiene nada que hacer ver con nuestro mundo actual: Es para la “Era del Reino”. Dios no tiene ninguna palabra inmutable ni absoluta para ellos. Para muchos, sólo un número muy limitado de páginas del Nuevo Testamento es válido para la “Era de la Gracia”, la sexta dispensación, así que muchos terminan con una Biblia más corta que la mayoría de las modernistas. Para citar un ejemplo especifico, un dispensacionalista, de una Iglesia Anglicana, rehusaba utilizar o la oración del Padrenuestro (“Venga Tu Reino”) o la lectura de los Diez Mandamientos, como lo señala el Libro de Oración Común, porque él sostenía que estos no tenían nada que ver con la “Era de la Gracia” sino que se referían a la “Era del Reino”. El dispensacionalismo limita la Biblia y su aplicabilidad; equivocadamente divide la palabra de la verdad. Niega la integridad de la Escritura y el hecho de que Dios no cambia, ni tampoco su Ley, ni su plan de salvación cambia de era a era.

Muchos dispensacionalistas, al predicar desde Moisés, Éxodo hasta Deuteronomio, evitarán los requisitos de la Ley para pasar horas y capítulos en el supuesto simbolismo de los colores del mobiliario del Tabernáculo. Se descuida el significado literal y llano de la Ley por interpretaciones alegóricas e imaginarias. Ellos no leen el significado que sacan de las Escrituras, sino que más bien leen un significado que meten en las Escrituras.

El premilenarista existía como herejía en la iglesia, surgiendo y decayendo en diversas eras, mucho antes de John Darby. En toda era tenía una fuerte tendencia hacia una visión evolutiva de Dios y la religión, de ese modo delatando sus orígenes nada Bíblicos. De esta manera, el milenarista medieval, el Abad Joaquin de Flora, sostenía que existían tres eras: La primera, la era del Padre, la era de la Ley, la venganza, la Justicia, el Antiguo Testamento y los Hebreos; Segunda, la era del Hijo, la era de la gracia, la fe, la iglesia, el Nuevo Testamento y la expansión misionera de la fe; y tercera, la era del Espíritu, la era en la cual la gracia y la fe ceden el paso al amor de la forma más elevada y en la cual las religiones y naciones del mundo se unen en el amor, en un mundo más alla de la Ley y de la gracia. Algunas formas de esta doctrina ven la tercera era como la era de la muerte de Dios (y del hijo). Una visión de la religión y de Dios es básica para semejante pensamiento.

El desarrollo e la ciencia y la fe evolutiva condujeron a un mayor énfasis en una interpretación particular, común para muchos pero no para todos los premilenaristas. Esta es la “Teoria del vació”, confirmada con mucha fuerza para Scofield. Supuestamente, entre Génesis 1:1, la creación “original” del mundo, y Génesis 1:2, la supuesta recreación del mundo, acontece un gran vació de miles y tal vez millones de años de duración. Durante este tiempo, según Scofield, “la tierra había sufrido un cambio cataclísmico como resultado de un juicio divino. La Faz de la tierra lleva en todas partes las marcas de dicha catástrofe. No hay indicaciones deficientes que la conecten con una previa prueba y caída de ángeles. La Edición Pilgrim de la Biblia (1948) confirmaba la misma posición, con un poco de mayor suavidad, en su introducción a Génesis, que comenzaba consignando que “El principio de esta tierra puede haber sido hace incontables eras”. Como resultado de esta interpretación, tales dispensacionalistas manifiestan que la geología moderna no ofrece ningún problema para ellos; la teoría del vació puede acomodar millones de años y hacer sitio para las épocas geológicas. Sin que sea sorprendente, se vuelve fácil para los profesores de ciencia fundamentalista y premilenarista consignar una posición que es una acomodación a la evolución, tratando de unir el creacionismo con la evolución. La Afiliación Científica Americana (ASA), formado principalmente por profesores e instructores de ciencia en universidades fundamentalistas, es muy hostil hacia el acomodacionismo. No todos los premilenarista se dan al acomodacionismo, como atestiguan Whitcomb y Morris (El diluvio del Génesis) y la Evolución y la Fe Cristiana, de Bolton Davidheiser, pero demasiados son acomodacionistas, especialmente si aceptan la teoría del vació y el sistema Scofieldano, lo que estos últimos no aceptan.

De acuerdo a la Escritura, la simple declaración de Dios es “Yo soy el Señor: Yo no cambio “. No obstante, de acuerdo con los dispensacionalistas, él ha cambiado, y en forma reiterada. El se ha acomodado al hombre primitivo y al hombre más reciente, ha tenido diversos planes de salvación y ha tenido una revelación cambiante.

Los evangélicos que son propensos al dispensacionalismo y/o al premilenarismo no sólo han sido demasiados propensos a acomodaciones con la evolución, sino que también a ideologías políticas izquierdistas. Al haber negado la Ley de Dios, ellos no tienen palabra establecida y fija por medio de la cual juzgar todas las cosas. Las buenas intenciones tienen peso con gente que carece de fundamento legal, y el mundo del socialismo como el infierno está pavimentado con “buenas” intensiones.

Por otra parte, el énfasis del premilenarismo no es en el Reino de Dios, sino que en un imperio y Reino esencialmente judío, en la clase de pensamiento que San Pablo llamado fábulas judías. Otros aspectos de las fábulas judías que la iglesia adopto incluyen obras de supererogación, que es una creencia de que los méritos de Abraham (y otros santos) fueron tan grandes que fueron suficientes para salvar a todos los judíos hasta el final del tiempo. Una apelación al Padre Abraham, significaría la aplicación de sus exceso de méritos a favor del apelante.

Los premilenaristas que no son dispensacionalistas, aunque rompen con el sistema Scofieldiano, todavía son dispensacionalistas implícitos o latentes en que dividen la historia en términos de la segunda venida, el rapto, el Reino de mil años de Cristo como Rey judío de toda la tierra y luego el fin del mundo, y ellos postulan un tipo diferente de palabra y de Ley de una era a otra. Las escrituras nos da una Ley inmutable de Dios; nos dice que la segunda venida que se traslada de la Ley a la gracia y luego de regreso a la Ley. En cada era, la Ley y la gracia están en vigor y son inalterables. En teoría, la posición amilenarista sostiene que hay un desarrollo paralelo del bien y del mal, del Reino de Dios y del Reino de Satanás. En realidad, el amilenarismo considera que el área de mayor crecimiento y poder está en el Reino de Satanás porque el mundo se ve como progresivamente en declive hacia Satanás, los juicios y tribulaciones de la iglesia en aumento, y el fin del mundo encontrando a la iglesia solitaria y gravemente obstruida. En la historia no existe tal cosa como un milenio o un triunfo de Cristo y su Reino. El papel de los santos es en el mejor de los casos sonreír y resignarse, y con mayor probabilidad ser victimas y mártires. En este punto de vista pesimista, el mundo irá de mal en peor. El cristiano debe retirarse del mundo de la acción, en la comprensión de que no hay esperanza para este mundo, ninguna victoria mundial de la causa de Cristo ni rectitud y paz mundial. La Ley de Dios es inaplicable porque no hay ningún plan de conquista ni plan de triunfo en el nombre y poder de Cristo. En el mejor de los casos, la Ley de Dios es un plan de moralidad privada, no para hombres y naciones en todos sus aspectos. No es sorprendente que el amilenarismo produzca una perspectiva retraída y apretada, una iglesia en la cual los hombres no tengan pensamiento de victoria, sino solamente de interminables discusiones sobre pequeñeces. Produce un fariseísmo de hombres que creen que son los elegidos en un mundo con rumbo al infierno, una élite selecta que debe retirarse de la futilidad del mundo a su alrededor. Produce lo que se puede llamar una iglesia ortodoxa de Fariseos, en donde el fracaso es una señal de elección. Para que esto no parezca exageración, una pequeña denominación tiene el hábito de mirar con algo de recelo a los pastores que producen crecimiento en sus congregaciones porque muchos pastores abiertamente consideran que el crecimiento es señal de componenda, mientras que la incompetencia y el fracaso son señales de elección. Los pastores amilenaristas dentro de esta iglesia generalmente insisten en que el éxito seguramente significa componenda y que sus fracasos son señal de pureza y elección. No es sorprendente que los postmilenaristas no puedan permanecer por mucho tiempo en esta básica y casi exclusiva iglesia amilenaria.

Ahora examinemos algunos rasgos comunes del amilenarismo y del premilenarismo.

Primero, ambos miran los intentos de construir una sociedad cristiana o de fomentar la reconstrucción cristiana como fútil o equivocado. Si Dios ha decretado que el futuro del mundo es el de un espiral descendente, entonces es claro que la reconstrucción cristiana es inútil. Como prominente pastor premilenarista y predicador radial, el Rev. J. Vernon McGee, declaró a principios de la década de 1950: “No se pule el cobre de un barco que se hunde”. Si el mundo es un barco que se hunde, entonces los esfuerzos para eliminar la prostitución, el crimen o cualquier otra clase de mal social y las esperanzas de la conquista cristiana del orden social son en realidad inútiles. Sin embargo, se debe observar que fueron tales opiniones premilenaristas las que se unieron con el unitarismo a principios de los años de 1800, para reemplazar las escuelas cristianas con escuelas estatales, a fin de que la iglesia pudiera retirarse a un programa de mínimo a un avivamiento.

Esto apunta claramente hacia un segundo aspecto común de estas dos posiciones, la limitación de la tarea cristiana de salvar almas a arrebatar tizones del fuego. A las Escrituras se le despoja de su mensaje completo y se le reduce a un manual de salvamento de almas. Los asuntos de la Ley con respecto al crimen, el uso de tierra, dinero, pesos, propiedad, dieta gobierno civil y todas las demás cosas se ponen aparte para concentrarse solamente en salvar almas. Si ahora algunos de estos grupos inician escuelas cristianas, demasiado frecuente su propósito esencial es fomentar el salvamento de almas.

Claramente, la conversión es importante. También lo es el alfabeto. No aprendemos el alfabeto para pasar nuestras vidas especializándonos en el abecedario, sino que para leer, aprender y crece. La conversión es el alfabeto de la fe cristiana por donde se nos abre todo el mundo de la Ley y la vocación de Dios. ¿Hemos aprendido a leer si no logramos ir más allá del alfabeto y su repetición? ¿Estamos convertidos si no vamos más allá de la experiencia de conversión y, de no ser así, entonces es esa experiencia auténtica? La vida significa crecimiento, no parálisis, y la verdadera conversión es el principio dela vida y el crecimiento.

Tercero, ni los premilenaristas ni los amilenaristas le ponen mucha atención al mandato de la creación; y el premilenarismo, bajo la jefatura del Rev. Carl McIntire, está cayendo en la herejía de negarlo. Pero nuestro Señor dijo: “Negociad entre tanto que vengo” (San Lucas 10:13). Dios creó al hombre para ejercer dominio sobre la tierra y para dominar todas las cosas en términos de la palabra ley de Dios, y Jesucristo restauró al hombre, como el mismo el ultimo Adán, en este mandato, con la bendita seguridad de que nuestro “trabajo en el Señor no es en vano” (1 Cor. 15:58). El llamado y deber del cristiano es ejercer los derechos de corona del Rey Jesús en todas las áreas de la vida. Aunque el amilenarismo de formal adhesión al mandato de la creación, esto es sencillamente una tradición en términos de su ascendencia reformada. La adhesión es formal y sin sentido porque el amilenarismo, habiendo afirmado la certeza del ocaso y la derrota, no puede muy eficazmente hacer valer un llamado al dominio.

Cuarto, tanto el amilenarismo como el premilenarismo son en diversos gradosantinomianos. Ellos evitan totalmente el contacto con la Ley o la reduce a simplemente a moralidad personal. Ellos dejan de ver la aplicabilidad de la ley de Dios como el modo de santificación y como la Ley de los hombres y las naciones. No reconocen la Ley de Dios como el plan de Dios para el dominio, para el gobierno y autoridad divina en todas las áreas de la vida. Esta actitud anti-Ley garantiza la impotencia y la derrota a todas las iglesias que la mantienen. Pueden prosperar como conventos o retiros del mundo, pero nunca como un ejército victorioso para Dios.

Quinto, en el premilenarismo y el amilenarismo hay un maniqueísmo implícito. El mundo material se rinde ante Satanás y el mundo espiritual se reserva para Dios. En años recientes, al pasar nuestros informes Chalcedon de mano en mano, una de las respuestas de los premilenaristas y amilenaristas es enviarme su literatura a montones, para convertirme, y también escribir a veces anónimamente sobre lo terrible que es animar a la gente hacia la reconstrucción cristiana. Algunos han declarado atrevidamente que el mundo le pertenece a Satanás y que son vehementes en su hostilidad ante cualquier desafío contra esta idea. Ellos caen en una forma de satanismo, atribuyéndole a Satanás este mundo y todas las cosas dentro del mismo. Esto no es cristianismo: Es maniqueísmo. Es más que herejía: es apostasía.

Sexto, puesto que el mundo se rinde ante el diablo, el papel de la iglesia, como ya lo hemos indicado, pasa a ser no solamente una agencia salvadora de almas, sino que también un convento, un retiro del horrible mundo que nos rodea. Desde hace tiempo, los protestantes han criticado la idea del monacato; pero, bajo la influencia de estos dos criterios milenaristas, el protestantismo ha convertido a toda la iglesia en un retiro del mundo, menos solamente el celibato sacerdotal. Se les pide a los hombres que abandonen el mundo por la iglesia. No se dice nada del establecimiento del reino y gobierno de Dios en todas las áreas de la vida, del pensamiento y la acción.

Septimo, como lo hemos indicado, estos criterios se sostienen en una desunión fundamental de las Escrituras, una división de la palabra de Dios. Cuando Adán cayó se derroto a Dios en su plan de dominio a través del hombre. Cristo restauró al hombre, pero solo a una clase de vida conventual, no de dominio. Los premilenaristas se refieren a tales Escrituras como Isaías 2:1-5 como la Era del Reino, y de esa manera los amilenaristas las hace inaplicables a la acción cristiana de hoy o las espiritualizan hasta carecer de sentido.

Volviendo ahora al postmilenarismo, debemos decir eso en forma muy definitiva porque ve la salvación como victoria y salud en el tiempo y la eternidad, por consiguiente ve una responsabilidad del hombre de Dios para toda la vida. El postmilenarismo sostiene que se cumplirán las profecías de Isaías y de toda la Escritura.

Las Escrituras no están divididas, no se ha hecho inaplicable a la historia. Habrá victoria sobre Satanás, tal y como lo declaran en Génesis 3:15, Romanos 16:20 y Apocalipsis 12:9; y como lo proclamaban en Génesis 13, Génesis 28:14, Romanos 4:13, y toda la escritura, todas las familias de la tierra serán bienaventuradas. Se convertirán los pueblos de todas las lenguas, tribus y naciones, y la palabra de Dios prevalecerá y gobernará en todas partes de la tierra. Por lo tanto, hay necesidad de acción y un seguridad de victoria. En su mayor parte, los credos históricos de la iglesia han sido postmilenarios.

Por ejemplo, la confesión de Westminster, Capitulo VIII, Sección 8, reza: A todos aquellos para quienes Cristo ha adquirido la redención segura y eficazmente aplica y comunica lo mismo; intercediendo por ellos, y revelándoles a ellos, en y por medio de la palabra, los misterios de la salvación; eficazmente persuadiéndolos por su Espíritu a creer y obedecer; gobernando sus corazones por su palabra y Espíritu; venciendo a todos sus enemigos por su omnipotente poder y sabiduría, de tal manera y formas como son las más consonantes a su maravillosas e inescrutable dispensación. El catecismo mayor nos da un énfasis similar: ¿Cómo se exalta a Cristo sentado a la diestra de Dios? A Cristo se exalta sentado a la diestra de Dios en que como Dios-Hombre se le asciende al más elevado favor con Dios Padre, con toda la plenitud de Jubilo, gloria y poder sobre todas las cosas en el cielo y la tierra; y junta y defiende su iglesia, y somete a sus enemigos; suministra a sus ministros y pueblo regalos y gracia, e intercede por ellos. ¿Para qué oramos en la segunda petición? En la segunda petición (que es venga tu reino), reconociéndonos a nosotros y a toda la humanidad estar por naturaleza bajo el dominio del pecado y de Satanás, oramos para que se pueda destruir el reino del pecado y de Satanás, que se propague el evangelio en el mundo entero, que se llamen a los Judíos, que se hagan entrar a plenitud a los gentiles; que se le proporcione a la iglesia todas las ordenanzas y oficiales del evangelio, purgados de la corrupción, aprobados y mantenidos por el magistrado civil, que las ordenanzas de Cristo sean puramente dispensadas y que se hagan eficaces en la conversión de aquellos que aún estén en sus pecados, y la confirmación, consolación y fortalecimiento de aquellos que ya se han convertido: que Cristo gobernaría en nuestros corazones aquí y acelere el tiempo de su segunda venida, y nuestro reinado con él para siempre: y que se complazca de ejercer el reino de su poder en todo el mundo, como mejor conduzca hacia estos fines.

La visión postmilenarista, aunque ve desarrollos y caídas en la historia, lo ve avanzado hacia el triunfo del pueblo de Cristo, la iglesia triunfante de polo a polo, el gobierno de todo el mundo por la Ley de Dios; entonces, después de un largo y glorioso reino de paz, la segunda venida y el fin del mundo.

Esta visión sostiene, primero que todo muy obviamente la unidad de la Escritura. Toda la Escritura enseña un modo de salvación. Toda la Escritura tiene un mandato para el hombre. Toda la Escritura enseña que el hombre está bajo la permanente Ley de Dios. Tenemos un llamado, un Dios inmutable, una palabra intacta.

Segundo, el postmilenarismo deja claro que los cristianos no sólo tienen una tarea de salvar almas, sino también de escuela, hogar, iglesia, empresa, Estado, salvar vocaciones, un llamado a traer todo en cautiverio ante Cristo Rey.

Tercero, el postmilenarismo restaura la Ley a su lugar como el modo de santificación y un plan para la conquista.

Cuarto, el postmilenarismo toma en serio el Señorío de Cristo. El no es solamente Jefe de la Iglesia, sino que Rey de Reyes y Señor de Señores. Esto significa que El es soberano de todas las naciones y Señor sobre todas las autoridades en todas las áreas, y todas las cosas deben ponerse bajo Cristo en el tiempo como también en la eternidad. El impacto de la iglesia al confrontar Roma, al confrontar a los bárbaros, y, de nuevo, en la reforma, era para conquistar, para someter los reinos ante el Cristo de la Escrituras y ante su infalible palabra-Ley. Los reformadores eran hombres del mundo, Lutero, era profesor primero y último; Calvino, un abogado-teólogo, convocó a reformar Ginebra por el concilio de la ciudad. La reforma significa proclamar el poder salvador de Cristo y aplicar toda la palabra de Dios a todas las áreas de la vida. A cualquier cosa que le haga falta eso no es el Evangelio.

(1) Ver, R.J. Rushcoony: The institutes of Biblical Law, Nutley, New Jersey: The Craig