11. El Nuevo Testamento respalda explícitamente la Ley
D. LA LEY DEL ANTIGU0 TESTAMENTO
EN LA ERA DEL NUEVO TESTAMENTO
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11
EL NUEVO TESTAMENTO RESPALDA EXPLICITAMENTE LA LEY
"El mensaje y la moralidad del Nuevo Testamento están fundados de lleno en la validez de la Ley de Dios. Sin esa fundación el Evangelio seria descartadle, y la vida cristiana seria desorientada y egoísta."
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En los capítulos anteriores hemos trazado las numerosas corrientes de pensamiento bíblico que enseñan y requieren la validez de los mandamientos de Dios ― todas ellas a través del Antiguo y del Nuevo Testamento ― y su autoridad continua en nuestras vidas, Debido a que vivimos en una era que es tan antagonista a las direcciones dadas por Dios, y a causa de que enormes porciones de la Iglesia contemporánea están de la misma manera opuestas a las estipulaciones reveladas de Dios, es crucial que prestemos intensa atención a la enseñanza precisa de la Palabra inspirada, inerrante, y autoritativa de Dios! La ética bíblica no se opone a la Ley de Dios; mas bien, la Ley es esencial a la moralidad cristiana, El sabio establecerá su perspectiva moral sobre la roca de las palabras de Cristo en la Escritura. Estos nos instruyen que Dios no cambia en Sus principios de justicia, que no los cambia de edad en edad o de persona en persona. Como la Ley de Dios definió la justicia en el Antiguo Testamento, la continúa definiendo para hoy. Dios no tiene ningún estándar doble. Si el cristiano trata de imitar la santidad de Dios, o de ajustar su conducta conforme a la vida de Cristo, o de ser dirigido por el Espíritu, será invariablemente dirigido por la Escritura a observar la Ley de Dios; la Ley es una transcripción de la santidad inmutable de Dios, el estándar de justicia seguido por el Salvador, y el modelo de santificación energizado por el Espíritu.
La autoridad continua de la Ley de Dios hoy en día es inherente a toda teología basada en la Biblia. El tiempo no cambia ni agota la validez de los mandamientos de Dios, tampoco un cambio de geografía o de localidad los deja éticamente irrelevantes. Con la llegada del Nuevo Pacto y la extensión de la iglesia a través del mundo, nosotros todavía leemos en la Escritura que la Ley de Dios debe ser escrita en nuestros corazones y hemos de hacer discípulos a todas las naciones y enseñarles a observar todo lo que el Señor ha mandado. Las doctrinas bíblicas de Dios, de Cristo, del Espíritu Santo, y del Pacto de la Gracia todas se armonizan en apuntar haría la validez permanente de la Ley inspirada de Dios.
Los Tres Métodos
Si uno utiliza el método normativo, el motivacional, o el consecuencial de la ética, siempre llegará a la misma conclusión: la Ley de Dios es autoritativa para la ética contemporánea. La norma que Dios ha dado para dirigir nuestras vidas y definir nuestro pecado está revelada en Su Ley, una Ley de la cual no hemos de sustraer nada; ya que el Dador de la Ley no ha alterado Su Ley — de cierto, el Hijo de Dios ha confirmado esa Ley para Sus seguidores —debe permanecer válida hoy para nosotros. Si examinamos al método motivacional de la ética, nuestro interés será vivir de una manera apropiada a nuestra salvación por gracia; queremos ser la clase de gente que se caracteriza por la fe y el amor. La Escritura nos muestra que los que expresan gratitud por la gracia de Dios lucharán para vivir en obediencia a Sus mandamientos; en vez de revocar los mandamientos de Dios en la ética, la fe establece la Ley, y El amor es el resumen de los requisitos de la Ley. Entonces, el método motivacional de la ética - como el método normativo - declara la validez pertinente de la Ley de Dios. Finalmente, el método consecuente de la ética evalúa las actividades y actitudes según sus resultados bendiciones o falta de tales resultados. Cristo nos enseña en Su Palabra que la meta principal de nuestra conducta moral es el reino de Dios; cuando lo hacemos así, todas las bendiciones temporales y eternas serán nuestras. La justicia de este reino se define por la Ley del Rey, y así la Escritura promete que la obediencia a la Ley de Dios resultará en bendiciones sobresalientes para nosotros, nuestro prójimo, y nuestra sociedad. En resumen, la Ley de Dios fue revelada para el bien nuestro. Por lo tanto, la validez de la Ley de Dios ha sido verificada en los previos capítulos por las doctrinas cardinales de la fe cristiana y por todas las perspectivas principales sobre la ética. La autoridad actual de los mandamientos del Señor es ineludible según toda lectura honesta de la Palabra de Dios. Además la validez de la Ley de Dios se extiende a todos los mandamientos justos de Él. No se debe sustraer ni uno de las estipulaciones a que nos obligan Sin Su autoridad, y tal sustracción no tiene ninguna justificación bíblica. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento enseña al pueblo de Dios que vivan por cada palabra que sale de la boca de Dios, porque Dios no altera las palabras de Su pacto. Se nos enseña que cada uno de Sus ordenanzas es eternal. Por lo tanto, Cristo enseñó enfáticamente que Su llegada no abrogó ni una jota o una tilde de la Ley del Antiguo Testamento; según Su enseñanza, hasta los detalles menores de la Ley debían ser observados ― como una medida de nuestra categoría en el reino de Dios Pablo sostuvo que toda la Escritura del Antiguo Testamento tiene autoridad moral para el creyente del Nuevo Testamento, y Santiago señaló que no se debe violar ni un punto de la Ley.
Reflejando la justicia inmutable de Dios, cada mandamiento tiene validez permanente para nosotros. El sustraer hasta el man damiento mas pequeño es (transgredir) la prohibición explicita de Dios y ser muy pequeño en el reino de Dios. De este modo la moralidad del Antiguo Testamento es idéntica a la del Nuevo. Hay muchas maneras en que el Nuevo Testamento apoya las declaraciones resumidas dichas previamente. La atención a la enseñanza del Nuevo Testamento revelará la aprobación enfática que da a la Ley del Antiguo Testamento de Dios. Por ejemplo, el Nuevo Testamento se dedica a decir que los hombres que son culpables de pecado serán redimidos por Cristo y aprenderán a vivir sin pecado por el poder del Espíritu Santo. Porque el pecado se define como la trasgresión de la Ley de Dios (1a de Juan 3:4; Romanos 7:7), el propósito del mensaje del Nuevo Testamento presupone la validez de la Ley de Dios para hoy. A través del Nuevo Testamento, el deber moral perpetuo del creyente es el amor, el amor definido por el Nuevo Testamento en términos de la Ley de Dios (Mateo 22:40; Romanos 13:10; la de Juan 5:2-3).
Por consiguiente, el mensaje y la moralidad del Nuevo Testamento están fundados de lleno en la validez de la Ley de Dios. Sin esa fundación, el evangelio seria descartadle, y la vida cristiana sería desorientada y egoísta, sirviéndose a sí mismo. Podemos resumir brevemente varias otras maneras en la cual el Nuevo Testamento indica indirectamente pero fuertemente la autoridad de toda la Ley de Dios para esta era.
Con frecuencia la gente que el Nuevo Testamento presenta como bendecidas o favorecidas por Dios se caracterizan por su obediencia a la Ley de Dios en particular - por ejemplo, Elizabet, Zacarías, Jose, y Maria (Lucas 1:6; 2:21-24, 27, 39) Durante Su ministerio en la tierra Cristo solía repetir la Ley de Dios para respaldar Su enseñanza (Juan 8: 17), sustentar Su conducta (Mateo 12:5), contestar a Sus interrogadores (Lucas 10:26), denunciar a Sus enemigos (Juan 7:19), y dar una identidad concreta a la voluntad de Dios para con los hombres (Mateo 19:17). Él enseñóa Sus discípulos a que oraren para que la voluntad de Dios fuera hecha en la tierra (Mateo 6:10), y después de Su resurrección les dirigió a enseñar a las naciones a observar todo lo que Él les había mandado (Mateo 28:l8-20). En todas estas maneras—sin introducciones o explicaciones esmeradas para apartarse de un principio o perspectiva general- el Nuevo Testamento sencillamente presupone la autoridad permanente de cada mandamiento del Señor que Se encuentra en el Antiguo Testamento. Si la Ley del Antiguo Testamento Fuese invalidada por la llegada o la obra de Cristo, los ejemplos anteriores serían increíblemente fuera de carácter y exigirían una explicación convincente, Pero ninguna explicación fue necesaria.
Jesús afirmo con una autoridad solemne que ni siquiera el mandamiento mas pequeño de todo el Antiguo Testamento había de ser enseñado como faltando validez para el día de hoy (Mateo 5:19), porque según Su perspectiva "la Escritura no puede ser quebrantada" (Juan 10:35). Cristo reafirmó elementos del Decalogo, por ejemplo, "No mataras" (Mateo 19:18). También reprodujo como moralmente obligatorio, aspectos de la jurisprudencia del Antiguo Testamento: por ejemplo, "No defraudes" (Marcos10:19), y "No tentarás al Señor tu Dios" (Mateo 4:7). Repitió con aprobación el código penal del Antiguo Testamento con respecto a los delincuentes incorregibles (Mateo 15:4).
Jesús dio por sentado que los asuntos mas importantes de la Ley debían ser observados sin dejar al lado los detalles menores (Lucas 11:4-2). Se preocupó porque Su propia conducta fuera correctamente percibida como alineada con la Ley de Dios (Marcos 2:25-28), y dirigió a otros a que viviesen según los reglamentos de la Ley (Marcos 1:44; 10:17-19). Nada de esto podría tener sentido s menos que existiese la base obvia de que toda la Ley del Antiguo Testamento continuaba siendo un estándar autoritativo de moralidad en la época del Nuevo Testamento. Porque esta Ley es ciertamente nuestro estándar de la ética, Cristo el Señor un día juzgará a todos los hombres que cometen actos en contra de Su Ley (Mateo 7:23; 13:41).
La actitud apostólica hacia la Ley del Antiguo Testamento es paralelo a la de Cristo. La observación de la Ley es profundamente significativa (1a a los Corintios 7:19), porque el creyente no existe sin la Ley de Dios (1a a los Corintios 9:20-27). La iniquidad (quebrantamiento de la Ley) no debe tener dominio sobre el creyente (Romanos 6:12-13; 1a de Juan 3:3-5), porque el Espińtu Santo cumple la ordenanza de la Ley dentro de él (Romanos 8:4). La Ley está escrita en el corazón del creyente del Nuevo Pacto (Hebreos 8:10), así que, los que siguen lealmente a Cristo son designados por Juan como "los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo" (Apocalipsis 12:17; 14-:12).
Muchas veces los apóstoles apoyaban su enseñanza apelando a la Ley (por ejemplo, 1a a los Corintios 14:34; Santiago 2:9) ― sus preceptos generales hallados en el Decálogo (por ejemplo, "No hurtarás," Romanos 13:9), las aplicaciones detalladas de la juris-prudencia de la Ley (por ejemplo, "No pondrás bozal al buey que tńlla," (1a a Timoteo 5:18), el código penal (por ejemplo, "Porque si algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehuso morir," Hechos 25:11; véase Deuteronomio 21:22; Romanos 13:4), y hasta requisitos de "santidad" de la Ley ceremonial (por ejemplo, 2a a los Corintios 6:14-18).
Conclusión
Nosotros debemos concluir que todo aquel cuya actitud hacia el Antiguo Testamento esta formada por la enseñanza y práctica del Nuevo Testamento deben mantener la validez plena y continua de la Ley en la actualidad. Los que degradan o pasan por alto el Antiguo Testamento en el nombre de una "ética neotesta-mentaria" distinta, son advertidos firmemente por el Apóstol Juan: "El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en el" (1a de Juan 2:4): En una ética genuinamente bíblica, el Antiguo Testamento no será puesto en contra del Nuevo Testamento en ningún punto.