36. LOS TÍTULOS DE JESÚS

Capitulo 36 LOS TÍTULOS DE JESÚS

LAS GRANDE DOCTRINAS DE LA BIBLIA

por R. C. Sproul

Traductora: Marcela Robaína

36 LOS TÍTULOS DE JESÚS

Jesús de Nazaret tuvo más títulos que ninguna otra persona de la historia. Una muestra breve incluiría a los siguientes:

Cristo

Señor

Hijo del Hombre

Salvador

Hijo de David

Gran Sumo Sacerdote

Hijo de Dios

Alfa y Omega

Maestro

Rabí

Justicia

Profeta

Rosa de Sarón

Lirio del Valle

Abogado

León de Judá

Cordero de Dios

Segundo Adán

Los principales titulas conferidos a Jesús son:

1. Cristo. El título de Cristo es utilizado con respecto a Jesús con tanta frecuencia que la gente suele confundirlo con su apellido. No se trata de un nombre, sin embargo, sino de un título que hace referencia a su posición y a su obra como el Mesías. El término Cristo proviene del griego Christos, utilizado para traducir la palabra hebrea Mesías. Cristo y Mesías significan "el Ungido".

En el Antiguo Testamento el concepto del Mesías prometido, que sería ungido por el Espíritu Santo, era una idea compleja y de varias aristas. No todos los judíos compartían la misma idea sobre el Mesías.

Un concepto sobre el Mesías era que sería un rey. Sería el ungido Hijo de David, el León de Judá, que restauraría el reino caído de David. (Este aspecto excitaba a los judíos y avivaba las llamas de su esperanza en un gobernador político que los liberaría del yugo de Roma.)

Pero el Mesías también era conocido como el Siervo de Dios, como el Siervo Sufriente mencionado en la profecía de Isaías. Parece ser imposible unir estas dos vertientes en una persona, aunque obviamente lo fueron en Jesús.

El Mesías sería también un ser celestial (el Hijo del Hombre) y estaría relacionado con Dios el Padre de una manera singular (el Hijo de Dios). Sería, además, el sacerdote y el profeta. Cuanto más reconocemos la complejidad que encierra el concepto del Mesías, más nos asombra la manera intrincada en que todas estas vertientes se fusionaron en la persona y la obra de Jesús.

2. Señor. El segundo título utilizado con mayor frecuencia para referirse a Jesús en el Nuevo Testamento es el título de Señor. Este título es de suprema importancia para entender el retrato que nos hace el Nuevo Testamento sobre Jesús. El término Señor es utilizado de tres maneras distintas en el Nuevo Testamento. La primera de ellas es una costumbre cordial y amable de dirigirse a alguien, la que usamos cuando anteponemos la palabra "señor" al apellido de alguien. El segundo uso se refiere al dueño de un esclavo o "señor". En este caso se aplica a Jesús en un sentido figurativo. Él es nuestro señor y nosotros sus esclavos. El tercer uso es de carácter imperial. Se refiere a aquel que tiene la soberanía.

En el primer siglo, los emperadores romanos exigían un juramento de lealtad de parte de sus sujetos, quienes debían confesar según la fórmula de que "César es el Señor". Los cristianos sufrieron el martirio por negarse a cumplir esta orden. En su lugar, proclamaban el primero de los credos cristianos, "Jesús es el Señor". Llamar a Jesús "Señor" era una postura radical desde el punto de vista de los romanos, pero también lo era desde una perspectiva judía, ya que es el título dado a Dios mismo en el Antiguo Testamento.

El título Señor le fue dado a Jesús por Dios el Padre. Es "el nombre que es sobre todo nombre" al que Pablo hace referencia en Filipenses Phil. 2:9.

3. El Hijo del Hombre. Este título es uno de los títulos más fascinantes que se le haya dado él Jesús y, probablemente, uno de los más mal entendidos. Debido a que la iglesia confiesa la naturaleza dual de Jesús, que es verdaderamente hombre y verdaderamente Dios, y a que la Biblia describe a Jesús como el Hijo del Hombre y como el Hijo de Dios, puede resultar una tentación suponer que el Hijo del Hombre se refiere a la humanidad de Jesús y que el Hijo de Dios se refiere a su deidad. Esto, sin embargo, no es exactamente así. Si bien el título el Hijo del Hombre incluye un elemento de humanidad, su referencia primaria es la naturaleza divina de Jesús. El título Hijo de Dios también incluye una referencia a su deidad, pero nos está señalando principalmente la obediencia de Jesús como el hijo.

Este título, el Hijo del Hombre, toma una importancia adicional cuando observamos que si bien ocupa el tercer lugar en cuanto a su frecuencia de utilización en el Nuevo Testamento (bastante bajo), ocupa el primer lugar (por un amplio margen) entre los títulos que Jesús utiliza para referirse a sí mismo. El Hijo del Hombre es por lejos la designación favorita de Jesús para sí mismo. La importancia de este título surge de su vinculación con el uso que hace Daniel en el Antiguo Testamento (véase Daniel En dicho caso el Hijo del Hombre se refiere claramente a un ser celestial que oficia en el papel de Juez cósmico. En labios de Jesús el título no es un ejercicio de falsa humildad, sino una reivindicación de su autoridad divina. Jesús reivindicó, por ejemplo, que el Hijo del Hombre tenía autoridad para perdonar pecados (Mk. 2:10), una prerrogativa divina, y que era el Señor del Día de Reposo (Mk. 2:28).

4. El Logos. No hay otro título para Jesús que haya engendrado tanto interés teológico y filosófico en los primeros tres siglos que el título de Logos. El Logos fue central para el desarrollo temprano de la cristología de la iglesia. El prólogo del evangelio de Juan es crucial para el entendimiento cristológico del Logos. Juan escribe "En el principio era el Verbo (Logos), y el Verbo (Logos) era con Dios, y el Verbo (Logos) era Dios" (Jn. 1:1).

En este pasaje asombroso el Logos es distinguido de Dios ("era con Dios") y al mismo tiempo es identificado con Dios ("era Dios"). Esta paradoja tuvo gran influencia sobre el desarrollo de la doctrina de la Trinidad, en la que el Logos es considerado la Segunda Persona de la Trinidad. Difiere en persona del Padre, pero es uno en esencia con el Padre.

Es fácil comprender por qué las filosofías cristianas atraídas hacia el concepto del logos como un título para Jesús. Si bien el término logos puede ser sencillamente traducido como "verbo" o "palabra", había detrás de logos una historia de uso filosófico técnico que enriquecía su significado. Los antiguos griegos habían estado preocupados por encontrarle un sentido al universo y se habían embarcado, entonces, en la búsqueda de la "realidad última" (la metafísica). Sus filósofos procuraban encontrar al factor o el poder unificador que trajera el orden y la armonía a toda la diversidad existente en el reino de lo creado (la cosmología). Procuraban hallar un nous (una mente) a la que (o a quien) atribuirle el orden de todas las cosas. A esta realidad suprema, unificadora, los griegos habían denominado lagos. Proveía a la realidad de coherencia o de "lógica". Este concepto fue usado por Heráclito y luego por los filósofos estoicos, donde se utilizó como una ley abstracta y cósmica.

Aunque el término está cargado de un bagaje filosófico griego pre-cristiano, el uso bíblico de lagos abarca más que el uso griego. En Gen 1:3 ss. se nos dice que "dijo Dios ... y fue". Entonces, fue por la palabra de Dios que se hizo la creación. Lo que diferencia al concepto de logos de la filosofía griega, sin embargo, es que el "logos" del Nuevo Testamento es personal - la Palabra, o el Verbo, se hizo hombre y como tal vivió y murió en nuestro mundo.

Resumen

1. El Mesías significa "el Ungido" y es utilizado como un título de Jesús para demostrar su papel como Rey y como Siervo Sufriente. El Mesías es el título utilizado con mayor frecuencia para referirse a Jesús.

2. El Señor es el título asignado a Jesús que le sigue en frecuencia de uso, y se refiere a su autoridad suprema como Soberano del universo.

3. El Hijo del Hombre es el título que Jesús utilizó con mayor frecuencia para referirse a sí mismo. Este título se refiere principalmente al papel desempeñado por Jesús como Juez de todo el cosmos.

4. El título de Logos tiene una rica herencia de la cultura hebrea y griega. Jesús es el Logos - el Creador del universo, la realidad suprema detrás del universo, y Aquel que está constantemente sosteniendo al universo.

Pasajes bíblicos para la reflexión

Gen. 1:1-2:3

Mat. 9:1-8

Mat. 16:13-21

Jn. 1:1-18

Rev. 19:11-16