EVANGELIO 5 MAR

CUARESMA 2023.

PARA INFANTIL Y PRIMARIA:

TRANSFIGURACIÓN:

Jesús nos pide hoy subir con él a descubrir que está cerca de Dios, que nos quiere hacer amigos de Dios... pero no nos podemos quedar ahí tan tranquilos, debemos bajar y seguir caminando, ayudando y amando a todos, como ÉL.

ORACIÓN REZANDO VOY (PINCHA AQUÍ).

PARA ESO Y BACHILLERATO:

TRES TIENDAS  (@jmolaizola)


Hagamos tres tiendas

para resguardarnos

del miedo a no poder,

de la indecisión de no saber,

del vértigo de caer.

Hagamos tres tiendas,

aquí, 

donde el afecto es cálido,

la fe es segura,

el evangelio amable.

¿Para qué regresar

a la tierra hostil

donde deambulan

quienes ni creen 

ni dejan creer?

Hagamos tres tiendas

aquí, 

donde tu voz es caricia,

y la mesa está puesta 

para todos.


No puede ser.

No hay tienda, refugio

ni defensa

para quien hace

de la justicia bandera,

del perdón, camino,

de la cruz, escuela.

Es la intemperie la tierra

donde ha de gestarse el Reino.

¿De qué sirve la calidez

de una piedad íntima

si luego, fuera, 

en las calles, en la brega,

se ignora al prójimo

y se trivializa el amor?

¿De qué la devoción fácil

que no conduce a las fronteras

donde se encuentran los extraños,

donde se siembran preguntas

y germinan respuestas?

TRANSFIGURACIÓN:

Jesús nos pide hoy subir con él a descubrir que está cerca de Dios, que nos quiere hacer amigos de Dios... pero no nos podemos quedar ahí tan tranquilos, debemos bajar y seguir caminando, ayudando y amando a todos, como ÉL...

LUGARES DE ENCUENTRO, TABORES GRATUITOS - Florentino Ulibarri


Las personas con espíritu, y las que sufren y lloran por el camino.

Los niños que viven, sonríen y besan, y los que tienen un cruel destino.


Los horizontes limpios y abiertos, y los bosques con penumbra y espesos.


Los rincones con duende y el centro de las ciudades.

Manantiales, ríos y fuentes, y los desiertos y oasis de siempre.

Las altas cumbres no holladas y las sendas que van y vienen.


Los mares que acarician y mecen, y los bravíos que se enfurecen.

Las oscuras tormentas de verano y los olores que dejan a su paso.


Las alboradas frescas y claras y los rojos y serenos atardeceres.

El silencio de la noche que se expande, y el murmullo de las criaturas vivientes.


Los frutos de los árboles de secano, y el aceite de oliva virgen.

Las blancas salinas que reverberan, y las playas y calas serenas.


El frescor y la paz de las iglesias, y sus obras de arte siempre a la vista.

La luna y las estrellas lejanas, y la terraza de nuestra casa.


La sonrisa clara de quienes aman, y la despedida de quienes se marchan.

Los hijos que se tienen y crecen, y los padres y madres que ejercen.


Los besos gratuitos y los furtivos, dados, recibidos, compartidos.

El lenguaje con que nos comunicamos, y las manos con que nos acariciamos.


Las cosas sencillas de siempre sin dogmas, sin comentarios y sin moniciones,

y las sorpresas que nos deparan a lo largo de toda la jornada.


Este cuerpo que nos has dado para comunicarnos y gozarnos,

y los miedos y sorpresas que se cuelan todos los días en nuestras venas.


A veces el sagrario, a veces las ermitas, a veces las nobles catedrales,

a veces, hasta el agua bendita... ¡Siempre, tu rostro hermano en la calle!


Tabores cotidianos, Tabores gratuitos, Tabores evangélicos, Tabores muy humanos.


Son tantos y tantos los Tabores para encontrarte y encontrarnos en el camino,

que hoy me siento envuelto en tu misterio con el corazón y el rostro resplandecidos.


Evangelio del DOMINGO, 5 DE MARZO.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 17, 1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.

Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.

De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:

«Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:

«Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».

Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.

Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:

«Levantaos, no temáis».

Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.

Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó:

«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».