De tanto en tanto hay que dar un repasito a nuestra casa: que si una buena limpieza, abriendo las ventanas de par en par. Luego, programar algún tipo de reforma, para esa humedad del salón o de la cocina. Y no se nos puede olvidar ver cómo está la instalación de la luz para el que es la LUZ que viene. Son muchas las cosas que hemos de preparar. También en nuestro interior, en nuestra relación con los otros y con Dios.
Adviento es tiempo de reparaciones, más o menos grandes. Siempre necesarias.
¡Manos a la obra con Juan el Bautista, experto en preparar casas y corazones para que JESÚS llegue a nuestra vida!
Dibu: Patxi Velasco FANO
Texto: Fernando Cordero ss.cc.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran:
«¿Tú quién eres?».
El confesó y no negó; confesó:
«Yo no soy el Mesías».
Le preguntaron:
«¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?».
Él dijo:
«No lo soy».
«¿Eres tú el Profeta?».
Respondió:
«No».
Y le dijeron:
«¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».
Él contestó:
«Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías».
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
«Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».
Juan les respondió:
«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.