SEGUNDO

DOMINGO

DE

ADVIENTO












INFANTIL Y PRIMARIA:

@elJartista

¡MUÉVETE! Preparemos el camino, preparemos el corazón para el camino...

ESO Y BACHILLERATO:

Mt 3, 1-12

Juan Bautista nos ayuda a prepararnos para recibir al Mesías. Cuando vamos a una fiesta o a un lugar que nos merece la pena, nos arreglamos de la mejor manera posible.

Ante la venida de Jesús, el Bautista nos invita a que convirtamos nuestro adviento en un momento especial para el cuidado, de nosotros y de los otros. Ante la invitación del último profeta del Antiguo Testamento, cabe pensar que preparar el camino al Señor, no consiste tanto en transitar más o menos velozmente por una vía exenta de obstáculos, sino la apertura a que, a pesar de las dificultades, queramos que el Señor Jesús venga a nuestra vida.

Urge arreglar nuestro camino interno, ese que transita por la circulación que lleva directamente al corazón. De ahí que, antes de citar las famosas palabras del profeta (cf. Is 40, 3), Juan el Bautista proclama con fuerza: “Enmendaos, que está cerca el reinado de Dios” (Mt 3, 2). Me interpela, además, la situación de aquellos que se “desfondan”, que no dan sentido a su existencia, que pierden el horizonte en las crisis distintas de las etapas de la vida. La alegría y la esperanza son regalos que tampoco se pueden medir, porque nos sobrepasan, pero siempre se pueden pedir al Bajísimo, que viene a acampar entre nosotros, para darnos cuenta de que no todo depende de nosotros sino de la sorpresa de Dios que actúa maravillosamente en la cotidianidad habitada de nuestro presente.

Adviento es tiempo de cuidar a otros y de cuidarse mucho, de cambiar hábitos no adecuados, de descansar, rezar, servir y amar.

#NOSQUEREMOSYNOSCUIDAMOS

Dibu: @AGUSTINDLATORRE

Texto: Fernando Cordero ss.cc.

Evangelio del DOMINGO, 4 DE DICIEMBRE.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 3, 1-12

Por aquellos días, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando:

«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».

Este es el que anunció el Profeta Isaías diciendo:

«Voz del que grita en el desierto:

“Preparad el camino del Señor,

allanad sus senderos”».

Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.

Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la comarca del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.

Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:

«¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?

Dad el fruto que pide la conversión.

Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Tenemos por padre a Abrahán”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras.

Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego.

Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias.

Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.

Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga».