“ ¡Dichosa tú, que has creído! ”
“ ¡Dichosa tú, que has creído! ”
¡Qué maja, María ! ¡Qué estupenda ! Tres meses antes de que su prima Isabel diera a luz, se fue con ella para ayudarla y acompañarla, porque era mayor. Dejó su casa y se dedicó a quien la necesitaba tanto en esos momentos. Por eso Isabel, agradecida, dijo a María algo tan bonito y agradable como esto: ¡Bendita tú entre todas las mujeres, María, y felicidades porque has creído cuanto Dios te ha dicho y, por eso, estás llena de Vida!
María acompañó a Isabel hasta que dio a luz a su hijo. Y luego regresó a su casa.
¿A QUIÉN PODEMOS NOSOTROS AYUDAR EN CASA, EN EL COLE?
MARÍA fue a encontrarse con Isabel... se puso en camino...
fue a ayudarla... ¿Quién necesita tu ayuda hoy?
PARA ELLO TIENES QUE MIRAR CON SENTIDO,
SOBRE TODO A LOS QUE TIENES MÁS CERCA...
En cada encuentro se esconde un regalo inesperado.
El que desconfía, no ve, no conoce, no comprende, no se asombra, no se admira.
El que confía, descubre lo que está escondido a primera vista: lo bueno, lo bello, lo que construye y merece la pena.
Sólo lo ve quien ama y confía. (A García Rubio)
Dios viene a encontrarse CONTIGO...
En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a un a ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».